24 abril, 2007

Los abandonados : Hansel y Gretel juegan a las muñecas rusas



Llegados a las 60.000 visitas, contamos hoy con una nueva colaboración para nuestra sección Óperas primas, por parte de Daniel Romero, co-director de La habitación contigua y Una puerta cerrada y autor del blog Un día de furia.

En los últimos años, varios directores provenientes del mundo del corto han dado el esperado salto al largometraje. Cineastas como Koldo Serra, Daniel Sánchez Arévalo, Rodrigo Cortés o Nacho Vigalondo (aún pendiente de estrenar) han constituido una nueva oleada de títulos para el raquítico nuevo cine español. Amparados por la crítica, los resultados de taquilla no han sido ni mucho menos esperanzadores, exceptuando el caso de Azuloscurocasinegro, que fue impulsado por el imprescindible boca a boca. La falta de apoyos en la distribución o la desconfianza de un público que no perdona una a la dañada industria española, han ensombrecido una serie de estrenos esperanzadores para el triste panorama del cine patrio. Tras anunciar varios proyectos que resultaron cancelados (Bloodline) o inacabados (Ataúdes de luz), Los abandonados supone el debut en el largometraje del cineasta catalán Nacho Cerdá. Formado en el campo del cortometraje con piezas que siempre han rondado la polémica por la brutalidad de sus imágenes, el director se dio a conocer en los 90 con sendos cortometrajes cuyo concepto revolucionaron el cortometraje español de la época. The Awakening y Afermath catapultaron al director en el panorama del cine independiente. Si bien Aftermath rozaba los límites de lo explícito, con Génesis el cineasta elaboró una extraordinaria oda al amor y a la creación, dándole la vuelta al mito de Frankenstein. De la mano de Filmax y su Fantastic Factory, nos llega Los abandonados, película que narra la búsqueda de dos hermanos por conocer su pasado en la Rusia más profunda y que ya pudimos ver en la pasada edición del festival de Sitges.



En un principio, tanto el punto de partida como el estilo de la película parecen estar muy alejados de los primeros trabajos del director, acercándose más a productos anteriores de la propia Filmax, ya casi una marca de género. Con fotografía de Xavi Gimenez (colaborador habitual de Jaume Balagueró) y guión de Karim Hussein entre otros, la película basa su planteamiento en una estética muy marcada, en la búsqueda de un artificio puramente visual como principio para la creación de emociones. Y si de algo palidece la película, es de un abandono del desarrollo narrativo de la propia historia, en pro de una espectacular factura con motivo de la elaboración de una atmósfera fantástica. Cerdá estira en demasía una historia cuyo punto de partida se torna algo manido y se aleja de la originalidad de los planteamientos de sus cortometrajes, rodeados de polémica y fabulaciones para el espectador. Si bien la desproporción no causa el equilibrio entre idea y forma, es en esta última donde Cerdá arrastra al espectador hasta el extremo, llevándole por un trayecto de hora y media malsano e incómodo. Cerdá no da concesiones, Los abandonados es una película que explota la idea de imagen como lienzo para contar una historia.



Durante todo su metraje, la película desorienta al espectador, le confunde y le aterroriza mediante el juego de la insinuación y de los puntos de vista. El cineasta hace uso de un dominio extraordinario de la cámara subjetiva, es el propio director quien se introduce en la fantasmagórica casa para mover el encuadre y seguir a los personajes. En Los abandonados existe un desarraigo de la narración que roza los límites al permitirse ciertas licencias de guión, concibiendo un arriesgado formato que tiene como objetivo el desconcierto y la angustia de la platea. La película está cargada de pistas que avecinan el final de la película, estableciendo un juego de muñecas rusas donde los personajes se encuentran con ellos mismos en diferentes partes de la historia (se puede decir que Los abandonados es una película de viajes en el tiempo). De forma casi solarística, la casa se convierte en el único universo donde los personajes recorren la trama, cobrando vida propia y convirtiéndose en uno más de los personajes. El uso de la luz y del paso del tiempo están marcados por una serie de extraordinarias transiciones que conducen a un perfecto ritmo narrativo. La película está plagada de referentes fílmicos, desde los evidentes a Suspense! de Jack Clayton (vease el plano en el que la protagonista cruza el lago en la barca) y El proyecto de la bruja de Blair (repitiendo la fórmula de personajes que recorren el plano dándonos la espalda), pasando por El quimérico inquilino de Polanski hasta el más importante de todos, El resplandor. Al igual que en la película de Stanley Kubrick, los personajes son dominados por el entorno donde se encuentran, un espacio del que no pueden escapar y que domina sus actos. La presencia constante del film de Kubrick culmina en la mejor secuencia de toda la película, en la que Karen Roden presencia la aparición de una mujer desnuda, unido a un montaje paralelo que la encadena a la escena más Cerdá de la cinta, protagonizada por jabalís.



Los actores están correctos y superan lo arriesgado de la propuesta, ya que durante toda la proyección son ellos los únicos personajes que pueblan la película. El uso del sonido en ocasiones es demasiado violento y remarca escenas en las cuales, se explota de forma imprescindible. Sin embargo en otras su uso es formidable como el solapamiento entre el grito del bebé y el rugido del avión. En definitiva, Los abandonados se convierte en una cinta anticomercial por lo arriesgado de la propuesta y pese a la debilidad del guión (que no sabemos hasta que punto es impuesta, véase esa innecesaria explicación final en imagen congelada), el debut del director catalán supone el inicio esperanzador de una carrera que no ha hecho más que comenzar. Por último, cabe destacar un plano que define a la perfección las intenciones del director: una muñeca rusa descansa en una mesa y al cruzar por corte el encuadre uno de los personajes, vemos una segunda muñeca rusa al lado de la otra.

by Daniel Romero

PRÓXIMAMENTE: Entrevista a César Velasco Broca (a ver si es de esta)

22 abril, 2007

ILSA SOSNOWIEC, nueva en El zoom erótico, nueva en Escorto




Nací en Polonia, en 1941. Una fecha interesante para una polaca, desde luego. Mis padres eran de filiación nazi, lo que me facilitó una infancia sin demasiados problemas, aunque en mi adolescencia tuve ciertos conflictos internos por lo ocurrido. Fue en aquel entonces, terminada la Guerra y tras emigrar a Berlín, cuando desarrollé una cierta tendencia a plantearme cuestiones sobre la validez de las películas que veía. Tras una retrospectiva de la obra de Leni Riefenstahl, quedé tan impactada por aquellos contenidos que no pude más que acercarme a ella y formularle una pregunta. Ya no recuerdo cuál fue, pero no supo qué contestar. Mi estricta educación era opuesta a aquella indecisión ética, y desde entonces supe que debía convertirme en el látigo de los débiles, de los incoherentes y de los perezosos. Quizá fue aquella revelación la que me hizo dedicarme a la docencia.

Desde que decidí vivir en Madrid, hace ya más de treinta años, me une a El Escorial una estrecha relación cultural, dado que es una población muy activa en este sentido, y me he visto en la necesidad de colaborar desde mi humilde visión en el nuevo festival Escorto. Contacté con uno de sus directores, Raúl Cerezo, a través de este maravilloso invento actual que es Internet, y mi propuesta le pareció una idea óptima. Cada director de ESpot recibirá de mi parte cinco preguntas que podrán a prueba su nivel de coherencia como autor del mismo. Mi tarea no tiene, sin embargo, afán destructivo alguno. Más bien al contrario, pretendo desde mi atalaya de recién llegada al universo crítico del cortometraje, conseguir que la labor de estos esforzados jóvenes que serán los cineastas del mañana, sea lo más fructífera y apropiada posible.

Disfruten del espectáculo.

ILSA SOSNOWIEC

ESpots EScorto


LAS CINCO PREGUNTAS DE ILSA PARA…

…ALEJANDRO PÉREZ, del ESpot Estramonio



(Debido a problemas técnicos, la entrevista del inaugurador de la sección ESpots tuvo lugar a través de e-mail, de ahí su carácter algo escueto e impersonal)

1/ No le voy a preguntar qué pretende con el corto porque resulta evidente. No obstante, debo confesarle que me alarma el slogan que ha escogido: "Quedan muchas historias por contar". ¿Se supone que es un mensaje optimista?

¿Optimista? Nah. Es el slogan clásico para un Espot que no tiene absolutamente nada que ver con Escorto.

2/ ¿Deberían contarse más historias de muertos andantes? ¿No cree que ya es suficiente?

Pues me ha dado una idea. No hay muchas historias de muertos andantes. ¡Lo que hay es historias de vivos rodeados de muertos andantes!

3/ Según tengo entendido, usted es uno de los intérpretes del corto. Me gustaría saber cuál. En un caso las deficiencias interpretativas hacen más gracia que en el otro…

Gracias por su atención. Interpreto a tres de los zombis.

4/ Esa oveja que explota y esa humareda se me antojan falsas. ¿Desea decir algo al respecto?

Estaba deseando que me hiciera esta pregunta: ¿Algo al respecto? Por supuesto. Tengo otras cosas que hacer que ponerme a explotar ovejas o incendiar poblados.

5/ He tenido oportunidad de ver el resto de su obra, en total no más de dos minutos, y todos sus trabajos rodados originalmente por usted ("Idea" y "¿Cómo…?" son en plano secuencia. ¿Tiene pensado evolucionar?

Dos de los tres cortos que ha visto usted tienen cámara diegética y el otro dura 28 segundos, téngamelo en cuenta. Y considere también que no ha visto toda mi obra... Mi primer corto metió unos 600 planos en 10 minutos. Para mí, el plano secuencia es toda una evolución. Por cierto, sólo uno de esos tres tiene un plano secuencia real.

LAS CINCO PREGUNTAS DE ILSA PARA…

… FRANCISCO CALVELO, de los ESpots Insectos dentro de insectos y Vidrio comiendo carne.



1/ ¿Leyó en alguna parte que la ausencia de medios suele dar lugar a ideas originales?

La verdad es que siempre he dicho que cuanto más dinero hay para una obra, peor es su calidad.

2/ No obstante, sus escasos recursos no han conseguido algo fundamental. Si quería decir algo con sus spots, no lo he entendido en absoluto. ¿Podría explicármelo?

No se que crees tu que es algo fundamental en un spot. Hay muchos tipos de spot, llevamos ya muchos añitos ya de publicidad y lenguaje audiovisual. Las cosas no son de un color u otro. De todas formas el entender algo o no, no es fundamental ni siquiera para un spot. Hay muchos spots que no se entienden. Lo importante es lo que uno tiene en su interior... no crees Ilsa?

Le repito mi pregunta, porque juzgo que no la ha respondido. ¿Qué ha querido decir con sus spots?

Lo que quiero explicar es eso. Mis spots estan hechos para que gente como tu me haga preguntas como estas. Quiero joder a la peña, quiero tocar los huevos. Soy un pedante y más que seré cuando sea mayor. Me gusta jugar con el espectador.

3/ Usted necesita un buen correctivo. Jugar con el espectador no implica reírse de él. Después de ver sus dos spots publicitarios y atender a su explicación no me queda claro qué entiende usted por spot publicitario. ¿Qué entiende usted por spot publicitario?

Por dios, que preguntas más sosainas. Espero que no quieras que te recite eso porque o sino el zoom pierde visitas. Mejor te digo que la verdad no se lo que es la publicidad, me da igual, no me importa. Con esas dos cortinillas estas dando la libertad a la gente. Pues adelante.

4/ Volviendo a su afirmación anterior, ¿cree realmente que escandaliza a alguien? ¿Hace cine para enfadar a su audiencia? Si es así, le auguro un futuro brillante en el cine español.

A ver... no creo que escandalice. Yo no quiero escandalizar. Quien se escandaliza? Lo de hacer enfadar a la gente es algo a lo que le estoy pillando gustillo la verdad. Ultimamente me gusta tomar las decisiones precisas para joder al espectador. Frustrarle. La frustración es el futuro.... bueno no, el butano es el futuro.

5/ “El butano es el futuro" era una frase muy de un señor con bigote a quien conocí en persona. No acabó muy bien. Por último, si yo fuera una productora de prestigio y quisiera venderme estos spots, ¿cómo lo haría?

Teniendo en cuenta lo que me costo hacerlos, no me mataria mucho... Pero si necesitara la pasta para rodar mi proximo corto (Santiago de Sangre) pues entonces te mentiria diciendo que soy un artista audiovisual de culto. Asi seguro que la gente le daba unas vueltas a los spots antes decir nada. Como pasa siempre.

Bien, por lo que veo sus convicciones son sólidas, lo que no significa en absoluto que sean coherentes. En cualquier caso ha sido un placer conversar con un joven tan osado.

Pfff… gracias?

Tenga cuidado.

Ilsa, amiga, mucho gusto.

PRÓXIMAMENTE: Los abandonados, de Nacho Cerdá.

16 abril, 2007

"Psicosis", o las distorsiones de lo atractivo. Proemio a modo de presentación.


Como bien sabrán, El Zoom Erótico no ha podido más que rendirse a la evidencia y aceptar mi augusto criterio en sus filas. Y como no podía ser de otra forma, mi proclamación como Apostol de esta Secta Santísima trae novedades. Si les soy sincero, el mundo del corto, desde un punto de vista crítico, me importa bien poco. No existen grandes cineastas que elaboren cortos (las películas corales no cuentan, ojo), en todo caso me parece un formato válido como laboratorio experimental, o sitio donde ensuciarse las manos para llegar a un futuro mejor. De ahí que sea yo quien inaugure la sección "Largometrajes" en El Zoom Erótico.

¿Preludiaban los cortos de Polanski a su genio creador? ¿Los mediometrajes de Kubrick al Doctor Honoris Causa del estilo cinematográfico? ¿Los minigags de Chaplin al torturado pensador del siglo XX? En absoluto. Háganme caso: el corto apesta. Así pues, a los detractores de mi opinión les dejo con sus peliculitas. En esta sección sólo hablaremos de peliculones.

Capítulo 1. El fundamento freudiano.
No es casual que para referirnos a formulaciones artísticas definitivas de la atracción y el deseo recurramos a Psicosis, de Alfred Hitchcock, la considerada primera película de horror moderno. Un género que, al igual que el western o el noir, dispone en los mejores casos un escenario que delimita una metáfora ontológica, una forma de aislamiento y resumen de la condición humana; una configuración de pulsiones, donde se suelen dar cita instintos tan atávicos como el sexual, y el temor a la muerte, a lo desconocido y a la depredación. Más aún si la cinta viene firmada, como es el caso, por el inventor y ecualizador del suspense, o lo que es lo mismo, del juego de tensiones que excita el interés de la audiencia por lo que ocurre en pantalla. De ahí que el autor inglés considerara las fuerzas eróticas de atracción una forma más de suspense, y como tales las tratara a lo largo de su filmografía.



En esta ocasión, el talento del inglés suplió la austeridad económica en la producción con un guión perfecto, sin fisuras, vertebrado en el protagonismo de personajes que ocultan secretos, no ya sólo en el caso más extremo de Norman Bates (una señora disecada en el sótano no es un ejemplo precisamente moderado de “secreto”), sino también en el resto de personajes que pueblan la película con su presencia más o menos exuberante: el jefe de Marion Crane esconde celosamente una botella de whisky en su despacho; la misma protagonista, empleada de total confianza durante diez años, sorprende a todos con su decisión de robar el dinero de un cliente, y se llega a sospechar incluso, ante el retraso de Arbogast, que el detective privado haya encontrado los cuarenta mil dólares del hurto y haya escapado con ellos.

Lo realmente interesante del ejercicio de Hitchcock es su capacidad para, no sólo no juzgar los actos reprochables de los personajes, sino también acercarlos a su público a un nivel de identificación plena en una patente voluntad transgresora: en la trama inicial del robo del dinero, es la chica pobre la que obtiene la conmiseración del público, porque nunca tendrá acceso al tipo de cosas que posee la hija del millonario con toda facilidad. La chica pobre ha de verse con su amante en un hotelucho porque no tiene dinero; amante que ha de pagar las deudas de su padre muerto y la pensión de una exmujer cuyo paradero desconoce. Con estas condiciones, Hitchcock descubre al espectador su propia vileza, porque aunque la mayoría de los espectadores que en 1960 ven esta película en la sala de proyección son de un entorno burgués medio-alto, nadie se plantea siquiera que lo ilícito de la conducta de la chica tenga algo que ver con la maldad. Hitchcock dota al mal de punto de vista, y de esta forma lo legitima por encima del propio deseo sexual, como veremos más adelante. De esta forma el espectador delinque a gusto, en estrecha sociedad con la protagonista, como lo hará más adelante, deseando con Norman Bates el hundimiento (interrumpido a conciencia) del coche con el cadáver de quien hasta la mitad de la película había sido la protagonista.



Esta voluntad transgresora se acentúa en el clima realista de la película, que en un crudo blanco y negro narra la cruda historia de amor frustrado entre una joven que diluye sus horas en una oficina posiblemente corrupta (la opción del detective privado en lugar de la intervención de la policía resulta sospechosa) y su novio, dueño de una ferretería de ambiente descascarillado. Esto resulta extraño en el cine de su autor, porque las historias de Hitchcock siguen un patrón más o menos inamovible: uno o varios personajes de nivel social medio-alto (con el que los espectadores puedan fácilmente identificarse) que parecen estar de vacaciones, o que viven en un mundo idílico, son conducidos a los infiernos de la condición humana, saliendo finalmente ilesos y ajusticiado el malhechor. Es esta excepción a la regla en Psicosis el que mueve al espectador a simpatizar con el comportamiento del personaje que, de ser retratado con la objetividad de los informativos, sería menospreciado por la misma sociedad correctamente constituida que le presta su apoyo incondicional en la oscuridad de la sala de cine.


La suspensión de lo oculto, de lo que no debe saberse, hace de Psicosis un retrato oscuro y sensual de América en lo particular, y de lo turbio y segmentado de las personas en lo universal. Hitchcock se cuida de ambientar todo el film con categorías semiológicas que definen esta temática: desde los mismos títulos de crédito iniciales de Saul Bass, divididos por una serie binaria de barras horizontales que entran en el encuadre (metáfora abstracta de la bifurcación de la identidad), hallamos una cinta pletórica de símbolos consecuentes con un discurso dualista, con su expresión más singular en los cuadros de las dependencias de Bates: el marco que oculta el agujero por el que Norman espía a las residentes de la habitación número uno, es el soporte de una pintura de estilo romántico, de dos sátiros acosando a una mujer desnuda (sin duda un presagio del crimen de la ducha), y hay dos cuadros de pájaros junto a la puerta del fatídico cuarto de baño, uno de los cuales caerá cuando Norman descubra a la chica muerta, en un paralelo derrumbamiento de una de sus dos identidades. Teniendo en cuenta que no podía ser otro que el propio Bates quien eligió la decoración de su motel, existe una clara vocación de humor negro, sólo patente en un segundo visionado, y debido a la cual Hitchcock insistía en que esta no era la película de horror que todos pretendían, sino una “gran comedia”, llena de momentos delirantes.


Este discurso dualista que mencionamos, se prorroga en ocasiones en la evolución última que confiere el contraste. Contraste de identidades hijo-madre, de sexos hombre-mujer, de dominación asesino-víctima. Aquí los elementos escenográficos tienen mucho que decir, hasta tal punto que existe una correspondencia entre estos y las actitudes humanas: así, la luminosa panorámica de la ciudad de Phoenix, cuyos edificios y complejas calles nos dan una idea de sociedad civilizada, concreta la situación de los dos amantes tras un embate sexual, en el cuartucho insalubre y oscuro, casi tercermundista, de un motel barato; el caserón tenebroso, gótico, vertical, pétreo, regentado por la madre, alzado en una loma que algo tiene de altar ritual (será siempre allí donde Norman realice sus transformaciones) se contrapone y domina, asimismo, a la estructura de madera, horizontal, recesiva, del motel, administrado por Bates, en una clara metáfora de dominación, y un retrato de lo que ocurre en el propio cerebro enfermo del ermitaño; a la entrada del detective en el caserón, vemos el inserto de una estatuilla dorada de Cupido con un arco preparado para disparar... pero este proyecta una sombra siniestra, que parece sostener en alto un cuchillo (¿el amor edípico de Bates y su reverso oscuro?); y cuando Arbogast sube las escaleras, Hitchcock, empleando una ironía de lo más negra, hace que se descubra la cabeza por primera vez en todo el metraje (ni en la tienda de Sam Loomis, ni en el motel de Norman Bates, ni en la cabina telefónica había prescindido de él), en señal de un respeto que se confunde con benevolencia, antes de que la patrona (mediante el medio expeditivo más ajeno posible al respeto) lo despache con bastante poca educación.


Pero quizá la manifestación más rotundamente sensual de este dualismo simbólico consista en el empleo de los espejos durante toda la película, espejos como forma de autoerotismo, como reflejo del yo que facilita la distorsión, la fantasía, la transformación. Como decía Borges, "Nos hemos acostumbrado a los espejos, pero hay algo de temible en esa duplicación visual de la realidad." Pocas localizaciones del filme prescinden de ellos: los hallamos en el piso de Marion, en la oficina la protagonista se mira en uno para maquillarse (para transformarse, para ser otra persona), en los urinarios del comercio de coches usados en que la protagonista extrae el dinero de su bolso, en el coche de la heroína frustrada (a través del espejo retrovisor la figura del policía se hace aún más temible), en la recepción del motel, en la habitación del motel asignada a Marion, en el cuarto de baño…

Finalmente, en la habitación de la señora Bates encontramos dos espejos (por cuyo doble reflejo Lyla Crane se sobresalta), mientras que la de Norman carece de ellos: el carácter posesivo de su madre hace que los dos espejos, trasunto de las dos identidades, se hallen en una misma habitación. Por ello el sobresalto de Lyla Crane augura su desgarrador grito cuando en las postrimerías del filme descubra la correspondencia simbólica de esos dos espejos en un Norman Bates "vestido para matar".

CONTINUARÁ...



by Juanjo Iglesias

Estamos cocinando algo...



Y mientras preparamos al horno nuevos y fascinantes artículos, os dejamos con el visionado del polémico cortometraje dirigido por Javier Krahe y Enrique Seseña en 1978: "Como cocinar un Cristo", que viene incluída en la película "Esta no es la vida de Javier Krahe". El cortometraje levantó ampollas en la delicada época de su gestación y de nuevo, ya en democracia consolidada (se presupone), con su pase a través de Canal +, lo cual movilizó a una parte (minoritaria, gracias a Dios) de católicos empuñando el artículo 525.1 del Código Penal, aquél de "ofender los sentimientos religiosos". Sabemos que vivimos tiempos de corrección política, pero si por algo se ha caracterizado el Zoom Erótico es por tener sentido del humor, mala baba y este autoimpuesto sentido de religiosidad; y al que no le guste, como diría Krahe: "Que ponga la otra mejilla".

by Henrique Lage

PRÓXIMAMENTE: NOS PASAMOS DE LARGO: JUANJO IGLESIAS ANALIZA PSICOSIS, DEL GORDO AQUÉL.

11 abril, 2007

Avant Pétalos Grillados de Velasco Broca: experimento y surrealismo en el ámbito de la ciencia ficción de Serie Z



El Cine es un Arte y como tal un diálogo que pone en comunicación a un emisor y a un receptor. Es el cineasta el que propone el discurso que el espectador recibe, sobretodo, en términos de linealidad. Cualquier obstáculo, por ejemplo la ruptura de los modelos narrativos establecidos como usuales, se manifiesta en términos de (in)comprensión, y ésta, en rechazo (consciente o no). El espectador, de repente, se siente estafado incapaz de comprender la esencia y naturaleza del discurso que le proponen; en este sentido, artista y receptor se distancian no porque falle el código (en este caso, la imagen audiovisual) o el mensaje (el contenido del discurso) sino porque aquello que le plantean (la suma de ambos) no se ajusta a la expectativa creada, o la sabotea de un modo inmisericorde.






Este tipo de obras obligan al espectador a realizar un esfuerzo no tanto para comprender la urdimbre argumental del relato propuesto sino para interpretar –de un modo convincente- el discurso que las propias imágenes exponen, sin llegar a adivinar que ese mismo discurso puede serlo incluso cuando se pervierte y/o transgrede la estructura aristotélica clásica.



A pesar de lo que parece, la frontera entre este Cine experimental y el Cine vinculado a los códigos genéricos es bastante difusa, como bien demuestra buena parte de la filmografía de David Cronenberg o de David Lynch, quienes nunca renunciaron al éxito comercial ni a su etiquetación de autores personales e ineludibles, y cuyo Cine tiende a definirse en el límite de lo que pudiera ser el sumum de la Vanguardia... o una tomadura de pelo de proporciones hercúleas.



Ninguna de estas dos valoraciones queda al margen del visionado de esta singular película corta de César Velasco Broca, Avant Pétalos Grillados, que, sin pretenderlo, se rebela como la quintaesencia del cine de género experimental. Así las cosas, nos encontramos con una obra vanguardista, a todas luces inconvencional, repleta de pasajes evocadores y sugestivos , de vez en cuando bellos, siempre sutiles e insólitos; una especie de relato besteriano con La Cabina de Mercero y las películas de invasiones alienígenas (por ejemplo Están Vivos de John Carpenter) como extraños referentes, en la que una suerte de grillos bípedos secuestran, escopeta de dos cañones en ristre, a varios modelos culturistas pretendiendo un oscuro afán, seguramente depurativo, que culmina con una (extraordinaria) secuencia de aires briandepalmianos en la que la música, el clímax e, incluso, la religiosidad, se funden en una misma ecuación de la que sale victoriosa la más gozosas de las incógnitas: la delectación surrealista.



Naturalmente, el despiece de su argumento no debería importarnos. Avant Pétalos Grillados demuestra estar por encima de él, presentando una sociedad babélica, esencialmente incomunicada (de nuevo tenemos que pensar en La Cabina) en la que los paisajes (siempre periféricos) se pervierten de desolación, y los ciudadanos se acomodan en sus rutinas sin importarles siquiera lo que sucede a su alrededor. Aquí hay ciegos que leen libros tactilomecanografiados mientras escuchan música, estancias vacías y/o semiderruidas asediadas por el silencio, teléfonos que no dejan de sonar y que nadie coge, una especie de sociedad post-atómica que no deja de engendrar sustratos de ascetismo e incomunicación y que sirve de caldo de cultivo ideal para esta invasión extraterrestre, en la mejor tradición del cine de género, que culminará con un enfrentamiento entre el "creador" y su "creación" (¿entre el alumno y el maestro?), condenados ambos a un baño purificador -en blanco y negro- que cierra con brillantez esta gran obra de estilo.



El fondo y la forma van de la mano, ya veis, creando una suerte de obra atmosférica (donde destaca una hipnotizadora utilización del sonido y de la música que, a su modo, recuerda a 2001. Una Odisea del Espacio) que no pretende tanto ofrecer una explicación racional de una historia sino una buena colección de experiencias, algunas de ellas ineludibles. Destacan a) algunas soluciones narrativas: una elipsis con la matrícula de un SEAT 1430 de protagonista; un plano encadenado entre una montaña de mierda y un rascacielos fútil; b) visuales: un plano general con una bandera agitada sobre un edificio de cristal; una oficina siniestra repleta de humanos que no lo parecen...; y c) también una decidida voluntad inconformista. La suma de todo ello hace de Avant Pétalos Grillados una película vocacionalmente experimental, conceptualmente postmodernista, alegóricamente dicksiana (aquí sabemos que no por casualidad), que se nutre de una Forma peculiar para construir un (tras)Fondo espeso pero evocador, raro pero absorbente, que rebasa cualquier vínculo con la convencionalidad hasta hacer de su visionado una práctica, sencillamente, obligatoria.



Hay dos modos de ensamblar el discurso en el Cine. Acoplándolo a los cánones establecidos... o quebrantándolos. La validez de ambas propuestas la decide el espectador, es decir, tú y yo. Yo, esta vez, me quedo con la rompedora cinta de Velasco Broca, Avant Pétalos Grillados: una película experimental delicadamente perturbadora.

Lo más destacado: la osadía de la propuesta, su dirección de Arte.

Lo menos destacado: que su primer visionado deje insatisfecho a la mayoría.


Calificación: 9

by J.P. Bango


PRÓXIMAMENTE: NO AQUÍ, EN CANNES: VELASCO BROCA SELECCIONADO PARA LA QUINCENA.

09 abril, 2007

Concursante, de Rodrigo Cortés



Existe en la naturaleza de todo aspirante a cineasta la necesidad instintiva de acuñar un lenguaje desde la disensión, de atribuirse una colección de recursos atípicos, de alcanzar al espectador mediante caminos alternos de estilo. No es en absoluto una forma errada de acercarse al hecho fílmico, pero se corre un riesgo de falta de prospección en el resultado, con base en un nudo de bifurcación tan sutil que puede resultar imperceptible: los verdaderos artífices de la vanguardia (de la perdurable, entiéndase), jamás se plantearon hacer vanguardia, o al menos “construirla”, e hicieron del empleo de las herramientas diferenciales una mera coyuntura guiada por la necesidad; en cambio los otros, los relegados al olvido, lo fueron por acudir al equívoco más grave de la ambición artística, resumible en el enunciado:
“Voy a hacerles temblar con algo con lo que jamás temblarían.”
Una frase (cámbiese “temblar” por “reír”, “llorar” o cualquier otra expresión del estado de ánimo que pueda suscitar una película) que demuestra la voluntariosa, sincera y descerebrada vanidad del soldado que cree suficiente ser valiente para hacer la guerra. Pero todo el mundo sabe que de valientes están llenos los cementerios y el fondo de los videoclubs.



En una cinematografía tan ajena a los procesos industriales (y sus protecciones) como la nuestra, donde se cuenta con tanta libertad para la experimentación como radical riesgo de ser desoído en favor de cines intelectualmente más asequibles, nace Concursante de Rodrigo Cortés. Con el exquisito aval de su multipremiado cortometraje 15 días (o la estructurada elaboración de un mito humano que actualizaba la figura del pícaro con el soporte de un pulso tan efectista como preciso), Cortés acomete su ópera prima en los latifundios del largo con aquella misma falta de prejuicios y sobra de pretensiones que suelen caracterizar a los neófitos.



Porque desplegar el aparato narrativo de todo un largometraje en la urdimbre dislocada del mundo de las finanzas supone, muy por contra de lo que podría pensarse, el menor de los riesgos de un proyecto tan interesante como con vocación suicida, derivada de un asumido doble juego en que, una vez finalizado, se notan las suturas: por una parte, es patente la voluntad canónica en el emplazamiento de la trama con mecanismos tan próximos a la tragedia clásica, dado el esquema narrativo del héroe sentenciado por fuerzas más allá de su control, descenso al infierno estructuralmente orquestado como un dilatadísimo flashback que comienza a la muerte del protagonista, en evidente similitud con El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950), otro filme en que el personaje perece merced a la ostentación de una fortuna y sus requerimientos; por otra parte, descubrimos una tendencia formal al tratamiento pródigo en efectismos, en que la presencia del montaje adquiere un carácter tan protagónico que puntualmente llega a alienar el propio relato y distanciar a la audiencia.



Lapsos fotográficos congelados, empleo salpicado del blanco y negro, ralentizados, rebobinados, recursos humorísticos poco apropiados y otras formas de ruptura más o menos justificada de la lógica lineal, consiguen en ocasiones su propósito de adjudicar un tono irónico a lo narrado. Empero, en otras su función se resiente a causa de un lenguaje que fuerza la estilización al extremo, de escasa o nula relevancia diegética, demasiado próximo al discurso publicitario en su gratuidad apenas solvente. Una opción estilística que en su previo 15 días resultaba más que adecuada, por lo que el personaje protagonista tenía de mito urbano, de ser inalcanzable, de enigma irresoluble, pero que aquí distrae sensiblemente uno de los principales objetivos del filme: la identificación plena con Martín Circo, interpretado por un Sbaraglia que transita admirablemente en un crescendo de histrionismo paralelo a su insólita tragedia.



No obstante, tan abundantes son las gratuidades como innumerables los aciertos de un montaje que consigue amenizar un asunto tan árido como el que suscita el submundo financiero que administra el destino del personaje, y que culmina en un prodigioso tour de force de secuencias paralelas; tercer acto que nos catapulta a una conclusión que, por adelantada al comienzo, adquiere el cariz de un augurio shakespeariano. Más cercana a clásicos como El Proceso (Orson Welles, 1962) o El hombre del traje blanco (Alexander Mackendrick, 1951) que a soluciones de protesta más contemporáneas como El club de la lucha (David Fincher, 1999), con la que se suele emparentar supongamos que por estilo, Concursante es una fantasía negra que, en la andadura por una galería de personajes desquiciados y maniqueos de voluntad fácilmente regulable mediante el vil metal (solo el amigo del protagonista es inasequible al soborno), nos descubre un mundo de pesadilla, en que los dioses clásicos y sus leyes inexcrutables han sido sustituidos por la abstracción templaria de los bancos, con su omnipotencia al servicio de un despiadado y perverso orden económico.



¿Pertenece Cortés a la casta de los verdaderos vanguardistas, o al gremio de pirotécnicos del celuloide? Desde esta opinión, hoy por hoy, ni a uno ni a otro, y acaso a los dos grupos a la vez. Del tiempo depende que Cortés se decante, porque a pesar de tics y demás histerismos a los que las óperas primas son tan proclives, Concursante mantiene un valor inexcusable: el de ser la película que ha visto nacer a alguien con mucho que contar. Básicamente, lo que hace años solía considerarse un cineasta.


by Juanjo Iglesias

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06 abril, 2007

DAVID LYNCH FILM ACADEMY


Only_Video_001 es uno de esos extraños cortos rodados con la miniDV de tu tío, con tus colegas haciendo de actores y donde los títulos de crédito parecen un castigo escolar por la repetición de nombres en los diferentes puestos técnicos del rodaje, que sin embargo no deberían correr la suerte de esos extraños cortos que se ruedan igual y acaban en el ultimo rincón del disco duro de los cuatro amigos que hicieron de actores y la chica de turno a la que te quieres levantar al siguiente fin de semana.

Por eso hablamos hoy de el aquí. Para que al menos algunos de vosotros podáis disfrutarlo, odiarlo, quererlo, admirarlo o despedazarlo a gusto.

Yo, en mi infinita sabiduría, suelo clasificar los cortos amateur en dos categorías (rupturista que es uno): Los que parecen un corto amateur y los que no.
En los primeros, me imagino al director con su gorra que pone Spielberg dando instrucciones a su madre para que dramatice más el hecho de que su marido la maltrate. Y veo también al cámara ajustando el zoom, y la miniDV sobre la bicicleta para intentar hacer un travelling a lo Brian de Palma.

En los segundos me limito a disfrutar del cine.

Only_Video_001 es un buen ejemplo de cómo, con nada, se puede conseguir mucho. Ya lo hizo Lynch con “Cabeza borradora” usando el mismo presupuesto que algunos cortos patrios a los que incluiría en la primera categoría de mi compleja clasificación.
Y este corto vuelve a hacer magia de la nada (esta vez, literalmente. Hasta la cinta minidv era reutilizada según he oído).

Lo primero que se podría decir es que es un corto asfixiante. Es oscuro (mensaje para el purista de la tercera fila que ya se estaba quejando de la fotografía: claro que es oscuro, y eso es lo que lo hace genial), tétrico, y que está bastante bien montado.

Se le notan las carencias, evidentemente, pero eso no lo hace menos disfrutable.
Una buena dirección y una excelente producción sonora crean el resto de la ambientación que a servidor al menos consigue ponerle por momentos los pelos como escarpias (algunos dirán que me he vuelto loco y que menuda mierda. Estupendo, podéis ir a darle vuestra opinión a la vecina del sexto. A mi me gusta).

Una vez más, lo único que censuramos con disciplina, y aquí no hay peros, es el empeño de los cineastas made in spain en utilizar a sus amigotes como actores. A ver, señores: Este país esta LLENO de actores que se vuelven locos por trabajar gratis. Repito: LLENO.

Por lo demás, les invito a que lo vean, a que griten, se revuelvan, digan que es una burda imitación del maestro Lynch, pataleen, suelten espumarajos y rasguen los sillones donde tienen aposentados sus cómodos traseros. Pero mientras sigan ahí y no haciendo cine tan arriesgado como este, no se atrevan a quejarse.



(¡Cuidado! ¡Este hombre va armado y parece peligroso!)

Antonio Jarreta Blasco es director primerizo. Es estudiante de Comunicación audiovisual. Vive solo, (tomen nota, chicas) permanece soltero y además tiene un blog. (Toma ya!)



By Nicolás Alcalá.

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04 abril, 2007

Will Vinton - Closed Mondays


Eh! What a hell!


Sinopsis: Un viejo borracho se cuela dentro de un museo aun a pesar de estar Cerrado los Lunes. El hombre no sabe ni dónde está, y pasea por el interior del lugar admirando las obras de arte como nadie lo había hecho...
Comentario: El corto desprende imperfección por todas las esquinas, de hecho hoy día son muchos los que realizan mejores animaciones en plastilina. La forma de caminar del protagonista, a lo Quique Tembleque, crea carcajadas hasta en el espectador más respetuoso. Los enormes zapatos que lo mantienen de pie producen verguenza ajena hasta al más inexperto animador. Peeero, por encima de estas pequeñeces técnicas prevalece lo más destacado del film, lo que a todos nos ha mantenido pegados al YouTube (a falta de ediciones comerciales...*) durante los 7 minutos, aquello que muchos no habrían destacado nunca precisamente por estar realizado con una sobria maestría soberbia: la gesticulación del personaje. Detalles tan sutiles como el hinchamiento de las mejillas, o el perfecto movimiento de la mirada, son dignos de admirar una y otra vez. Sin duda han elegido al personaje perfecto para poner a prueba sus habilidades... ¡y qué habilidades!
Director: La pesadilla de Nick Park tiene un nombre: Will Vinton. Vinton no es un pionero de la animación en plastilina, pero sí es uno de los que más han aportado a esta dificilísima técnica cinematográfica. Como ya dije, su capacidad para dotar de expresividad facial a sus personajes es pasmosa. En éste su primer cortometraje, de 1974 y co-dirigido por Bob Gardiner, ya consigue hipnotizarnos con la interpretación de su personaje, que bien se merecía un Oscar al mejor actor (bueno, se lo llevó al mejor cortometraje animado...). Y seguirá deslumbrándonos con sus obras posteriores, como en lo que fue su primera película en plastilina, y también la primera de la historia, antes que "Pesadilla Antes de Navidad", y mucho antes que "Chicken Run"; me refiero a la genial película "The Adventures of Mark Twain", que por cierto me he comprado hace una semana en Amazon.com porque en España no la hay*.


*Teoría sobre la piratería (2ª parte):
Uno de los problemas sobre la piratería, y que no se tiene mucho en cuenta, es el tema de la edición de los CD's, DVD's, Blu-Ray's, etc. Ya no es sólo que se echen en falta títulos interesantes que no existen en España; seguro que todos los que leéis este articulo tenéis en mente una o dos o cincuenta películas que os gustaría ver editadas en este país y que no salen ni saldrán nunca. Es que además, muchas de las que están ya editadas son un insulto al comprador, y a continuación enumero algunas de las razones que se me ocurren en tiempo real:
-La película física no debería limitarse a una caja de plástico, una carátula y un disco. Deberían incorporar algo más, algún folleto, alguna postal con imágenes,... algo material que rivalice con el funcionamiento de la piratería por Internet, donde no se recibe nada material sino pura información digital.
-Sobre las carátulas se podría hacer un concurso para premiar a la más hortera y candidatos no faltarían. Todavía intento borrar de mi mente la carátula/cartel de "Mi Vecino Totoro" en VHS de hace unos años... Vale, también hay carátulas muy buenas, pero yo estoy ahora para criticar no para elogiar.. ((emoticono burlón)).
-El material de algunas cajas deja mucho que desear. Muchas películas llegan ya rotas a los almacenes de distribución y otras tantas serán vendidas con el disco bailando dentro de la caja. Y es que el mayor error está siempre en el... la... ...bueno en esa cosa que sujeta el DVD, y que a veces lo agarra a conciencia, porque desde luego no es normal perder tantas calorías en intentar arrancar el disco de la caja, causando incluso roturas en los peores casos.
-El truquito de sacar una película muy importante y sin ningún extra ni nada, para volver a sacarla un par de años más tarde con doble DVD, documentales, escenas eliminadas, imagen súper remasterizada y sonido 7.1 mega THX, ya empieza a fastidiar; sobre todo porque los que se compran la primera edición cutre son precisamente los más fanáticos de dicha película, y ahora se verán obligados a comprar la nueva versión y vender la anterior. Vamos, que las compañías se dedican a repartir collejas a sus mejores clientes y regalos a todos los demás.
-Si un cliente se COMPRA un DVD, ¿por qué tiene que tragarse la propaganda antipiratería y las leyes de los derechos de autor que aparecen al principio y que no puedes saltarte por muchos botones que presiones? Es como si te riñen después de haber hecho algo bueno, por si acaso....... [La SGAE creando escuela].
En resumen, ¿por qué doy la lata con todo esto? En realidad, si bien la vez anterior reprochaba la falta de gusto de algunos internautas piratas, ahora critico la misma falta de gusto por parte de las productoras. Es por tanto a las compañías a quienes me dirijo (si yo no fuera un cero a la izquierda, claro), y si quieren luchar contra la piratería que se dejen de pataletas y se pongan las pilas. Y no estoy pidiendo demasiado, de hecho estoy pidiendo lo mínimo porque, de todos los problemas que he mencionado, en Internet (la tienda gratuita y -prepárense para reir:- legal) no existe ninguno de ellos. Y repito: lo que da Internet son ceros y unos, material digital, SOFTware; pero el material físico, el HARDware, hay que comprarlo, que remedio; pues que aprendan a explotar ese hardware que hay en el mundo del vídeo y de la música. ¡Es más! (y ya acabo), predigo que en un futuro no muy lejano, cuando el HDDVD, y luego el Blu-Ray, pasen de moda, las productoras serán por fin conscientes de mi teoría y volverán a editar cintas como las VHS (pero más pequeñas, estéticas, digitales, ultra HD, etc..), valorando ya la supremacía de la materia física sobre la puramente digital (ya que los discos no los considero materiales, pues no son más que plásticos donde poder meter la información digital, que es a lo que se le da toda la importancia ahora mismo).

By Fran Estévez