31 mayo, 2008

II Muestra de cortometrajes Marienbad 2008 | Abierto el plazo de entrega



Con motivo de la celebración de la II muestra de cortometrajes fantásticos y experimentales Marienbad 2008 el próximo 27 de Junio, la organización abre una convocatoria de aceptación de cortometrajes a participar en la misma. Desde la web oficial (www.marienbad.es) tendrán acceso a las bases del concurso así como a la programación de la muestra, que incluye trabajos de cineastas como Velasco Broca, F. Calvelo, Paco Cavero, Juanjo Iglesias, Daniel Romero o Raúl Garán. La muestra y la entrega del galardón tendrá lugar en el CGAI de A Coruña, el 27 de Junio, a partir de las 20.30.

29 mayo, 2008

El guión de Indy IV: CARTA ABIERTA A DAVID KOEPP


Estimado camarada:

Espero que me disculpe el descaro con que me refiero a usted, colocándome a la altura de uno de los más cualificados creadores de mundos que ha dado el último cine. Máxime cuando no soy más que un humilde guionista televisivo, cuyos sueños serán lo más cerca que estará nunca de que Spielberg le llame por teléfono para encomendarle la escritura de un guión.

Es por esto que me cuesta tanto admitir que su incursión literaria en el universo de Indiana Jones haya resultado tan, si me permite la expresión, delusoria.

No me malinterprete: como profesional, puedo llegar a entender los internos sístoles y diástoles de los sistemas de producción, pulsiones en definitiva que pueden arruinar la obra de alguien con su talento. Y por eso he procurado siempre excusar cuantas negligencias he encontrado en el texto definitivo de “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal”, que usted ha firmado como propio.

No es ya que los personajes no estén definidos. Ni que sus relaciones estén totalmente desaprovechadas. Ni que sus comportamientos sean radicalmente absurdos. Ni que la narración sea confusa. Ni que las transiciones puedan incluirse en un catálogo de horrores del cine contemporáneo. Ni que los gags no funcionen. Ni que haya (muchas) secuencias que no llevan a ninguna parte. Ni que la figura de Indiana Jones brille por su ausencia. Ni que la absoluta falta de lógica campe a sus anchas. Ni que las escenas de acción sean prescindibles y tediosas. Ni que los malos den risa. Ni que el McGuffin tenga la misma trascendencia que un especial de Iker Jiménez.

No es nada de eso, vive Dios. Todo aquello, como antes apuntaba, es perfectamente explicable en función de las desafortunadas presiones de los actuales organigramas de Hollywood. Es que su guión falla en algo tan básico como los tiempos de resolución de enigmas.

Me explico, aunque supongo que un maestro de su talla sabrá por dónde voy: Roger Corman solía decir con mucho acierto que un buen guión era aquel en el que los personajes no encontraban fácilmente la respuesta a sus problemas, y que la particular facilidad de éstos para resolverlos era lo que caracterizaba indefectiblemente a la serie Z. Con un par de enigmas o tres en toda la película, se engancha a la audiencia, obligándola a pensar con los protagonistas en la forma de salir adelante.

Aquí en cambio todo se resuelve en un constante Deus ex Machina más aburrido que MIS COJONES.

"Oh, llegamos a la celda de nuestro querido amigo loco. Oh, mira, dejó algunas inscripciones. Oh, 'retornar'... ¡claro! ¡debe referirse a retornar la calavera a algún sitio! ¡Oh, me subo aquí y veo claramente el plano de un cementerio! ¡Ese debe ser el sitio!" (viaje hasta el cementerio) "Oh, ya estamos en el cementerio. Oh, hemos llegado a la cámara. Oh, ¿por qué se mueven estas monedas? ¡Oh, son atraídas por ese saco! Oh, ¿qué hay dentro? ¡Oh, la calavera de cristal! ¡Oh, pero el cristal no atrae el metal! ¡Oh, por tanto es extraterrestre!”

Y así, con un promedio temporal de 20 segundos desde que se plantea cada enigma hasta que se resuelve, ha conseguido firmar el guión de aventuras más carente de interés que consigo recordar.

De principiante, estimado señor Koepp. Y lo peor es que, lejos de conseguir un mínimo de suspense en la naturaleza ufológica del misterio, deja todo clarísimo desde la primera secuencia. Querido David (permíteme que te apee el tratamiento, ya hay confianza), yo no he escrito “Misión Imposible”, pero con todos los respetos, CÓMEME EL RABO. Y aprende de tus predecesores, asqueroso hijo de la grandísima puta. Aprende como mínimo de Jeff Boam, ¿te suena? Sí, es el autor de "Indiana Jones y la última Cruzada", donde apenas había 3 enigmas absolutamente acojonantes y estructurados COMO DIOS, y el resto era acción compensada con geniales gags en la justa medida, cada uno de ellos destinado a una deliciosa definición de personajes. Aprende que un guión no se REDACTA, se ESCRIBE. Aprende a crear una historia con una técnica que no sea la acumulación más barata y hedionda. Aprende de TI MISMO hace quince años, porque el Alan Grant de “Parque Jurásico” tiene más de Indiana Jones que este engendro mecánico con sombrero y látigo que te has marcado. Aprende a respetar el género de aventuras, y en especial el género INDY, porque cabronazo de mierda, te voy a dar una segunda oportunidad.

Será difícil, pero lo harás si aprecias en algo tu vida. Vas a volver a escribir LA CUARTA PARTE DE INDIANA JONES. Y apáñate como quieras, pero convence al DÚO GERIÁTRICO de que queme todas las copias y negativos de esta BASURA INFAME que habéis tenido la valentía de llamar película. Vas a volver a escribirla y va a ser LA PELÍCULA DE INDIANA JONES. Me la come si no tienes la culpa del despropósito, porque el simple hecho de no dimitir ante esta vergüenza es ya de por sí una declaración de principios. Vas a hacerlo, condenado hijo de perra. Y vas a obligar a esos mierdas a que VUELVAN A RODARLA. Te doy como plazo la fecha de salida de los DVDs. Porque si una sola persona de este mundo adquiere esta infección y la reproduce en la placidez de su casa, te aseguro que te ocurrirá algo que jamás en tu puta vida de guionistilla favorecido comemierdas se te pasaría por la cabeza.

Así que ya sabes. A currar, GILIPOLLAS.

Fdo:

El látigo de Indy

26 mayo, 2008

SENSACIONES EMOCIONANTES, RECUERDOS EMOCIONALES


Pasando las 125.000 visitas, os adjuntamos un artículo de otro de nuestros más fieles colaboradores. De Indy, claro, pese a la decepción general con el truñaco que nos ha calzado Spielberg con su innecesaria cuatra entrega. Maldito Lucas.

Sólo será necesario escuchar de nuevo los grandiosos acordes del tema principal que John Williams ideó para la saga para empezar a comprender ante qué clase de espectáculo nos encontramos. Otra vez. Y serán cuatro.
Bastará volver a ver a Harrison Ford ataviado con su inconfundible sombrero y característico látigo para que se nos olviden de sopetón los 19 años pasados desde la última vez, y ciertamente nos importarán poco las arrugas, las cuales el Doctor Jones, si mantiene esa mordaz socarronería y lúdico cinismo habituales en él, sabrá disimular de manera similar a la mejor de sus escurridizas evasiones. Y nosotros lo gozaremos.
Emociones. Es lo que siempre me han deparado las aventuras de Indiana Jones, y lo que, espero, me siga ofreciendo esta cuarta entrega. Sensaciones de riesgo -figurado y ciertamente exagerado, sí, pero eso es precisamente lo que pide el cuerpo cuando uno se sitúa frente a héroes como éste- cuya mayor dificultad es lograr transmitirlo, cosa que no todos son capaces de hacer. Spielberg sí.
Porque el paso de los años proporciona sin duda una perspectiva diferente de las cosas, dota de una madurez que te hace mirar de manera cada vez más certera, más aproximada a la realidad, despojando así la absoluta despreocupación de la que, ¡ay, suerte!, goza un niño, gozaba un niño como yo. Pero los recuerdos permanecen imborrables, eso también es suerte. Y a mí, al hablar de este nuestro querido “correrías”, se me viene inevitablemente a la memoria el verle saltando de camión en camión peleándose contra los malos malísimos, dentro de una carrera frenética en busca del Arca Perdida; y si no, bien pronto me lo encuentro dentro de un ominoso Templo Maldito, haciéndome sufrir lo indecible creyendo que ya se había convertido al lado oscuro y que realmente estaba dispuesto a arrancar corazones -literal y figuradamente-; pero, por si acaso, siempre me queda la simpatía que irradia el verle junto a su bonachón padre partir rumbo al poniente, entonces sabedores todos que hay cosas mucho más importantes que el preciado Santo Grial, cerrándose así, verdaderamente, una secuencia de imágenes maravillosa.
Son recuerdos, todos ellos, que transportan a la niñez. Pero no sólo por el hecho de recordar en sí, sino porque suponen la constatación de una de las mejores y más elaboradas formas de disfrute jamás llevadas a la gran pantalla, aquéllas que sólo un niño sería capaz de vivir plenamente. Pero no, aquí da igual la edad. Y es justamente ahora cuando se entremezclan excelsos sentimientos pasados con auténticas emociones presentes, reales, actuales. Ése es el incendiario cóctel que causa esta explosión de felicidad de la que les vengo hablando.
Por todo ello, por esta clase de deleite desenfrenado y rebosante de adrenalina, que quiere desentenderse de cualquier forma de análisis y vivir únicamente de la emoción, no me pararé a enumerar las incontables virtudes cinematográficas que engrandecen y justifican más aún la recordada y mítica figura del aventurero. Porque ese niño grande que todos llevamos dentro ni siquiera desea saber quién es Harrison Ford; sólo sabe que Indiana Jones le causa admiración. No conoce a Steven Spielberg; sencillamente brinca de su asiento cuando éste le impresiona con esa fugaz y trepidante escapada. Tampoco es consciente de la magnitud de John Williams; sin embargo con el paso de los años seguirá silvando algo. Ni sabe de localizaciones o iluminación; tan sólo ansía acompañar a su héroe en medio de la selva, del desierto o dondequiera que lance su látigo, ya sea día o noche. Sólo de mayor, ya vuelto a la realidad desde los designios del cuento, será consciente del significado de una palabra. ÉPICA.

Roberto García-Ochoa Peces

21 mayo, 2008

LA BSO DE INDY IV



Qué mejor momento para inaugurar mi participación en El Zoom erótico que compartiendo con vosotros mi humilde opinión sobre el recientemente revelado score de Williams para Indy. Así que, ahí va:

Como habéis expresado algunos de vosotros, la sensación general que me ha dejado la escucha del álbum es de moderada decepción. Y esta sensación, teniendo en cuenta que Williams para mi era el valor más seguro en la ecuación que nos plantea esta producción, hace que también aumenten mis reservas respecto a cuál será el cariz estético de la película. Pero, por supuesto, esta sensación es simplemente un pálpito.

Para empezar, si algo resulta inherente a la personalidad compositiva de John Williams es la profesionalidad y calidad que demuestra en todas sus obras (y ésta, por supuesto, no es una excepción), dejando por los suelos, comparativamente hablando, los cuatro palos del sombrajo de la gran mayoría de compositores que en la actualidad son venerados como dioses.
El complejo trabajo realizado en esta última entrega respecto a la creación y desarrollo de texturas musicales y a la elaboración del tapiz armónico resulta como siempre sobresaliente y hace que, principalmente en los cortes más oscuros, nos encontremos ante una composición técnicamente de altos vuelos.

Por otra parte, aunque los apuntes argumentales que todos conocemos obligan a la autoreferencia, los nuevos temas (sin entrar en comparaciones odiosas) funcionan razonablemente bien en el conjunto y respetan el toque naíf que posee el resto de entregas. En especial sobresale, o eso me parece a mi, el asociado a la calavera de cristal que atesora una cualidad etérea y operística (muy similar al tema del Arca de la Alianza con el que está emparentado) perfectamente lograda gracias a su motivo de seis notas (que me recuerda al de "Encuentros en la Tercera Fase") y a la particular sonoridad del Continuum Fingerboard.

Por el contrario, hay algo que me ha llamado negativamente la atención. Si tomamos un corte de referencia como "The Jungle Chase" podemos comprobar como ha desaparecido ese sentido operístico de recorrido periférico tan característico de los set-pieces musicales para las escenas de acción de la saga (recordemos: "Desert Chase", "The Mine Car Chase" o "Belly of the Steel Beast") por otro más directo, impersonal, complejo e imbricado en el tejido del desarrollo mismo de la acción y con la naturaleza del montaje, muy semejante a lo visto y oído en "La Guerra de los Mundos" o "La Venganza de los Sith". Esto demuestra que, como citaba anteriormente, se ha perdido en buena medida atributos como la teatralidad, la impostación o ese cariz de opereta tan característico en el desarrollo musical de las anteriores películas.

Sin ser esto necesariamente malo, creo que va en contra de la propia naturaleza de la saga y a continuación explicaré el por qué.

La música cinematográfica del Williams del siglo XXI, qué duda cabe, a ganado en profundidad y complejidad (volviéndose a la vez más abstrusa) pero ha perdido por el camino esa capacidad de sorpresa que rezumaba la deliciosa y aparente simplicidad de sus propuestas melódicas y armónicas de la década de los 80 o finales de los 70 y que a la postre resulta ser una parte importante del ADN del cine de entretenimiento y aventuras que representa Indiana Jones o La Guerra de las Galaxias.
Evidentemente, no estoy criticando en manera alguna la consecuente evolución llevada a cabo por Williams durante la última década (algo intrínseco a cualquiera que se llame a sí mismo artista), y soy el primero en alabar muchas de las obras que nos ha legado en los últimos tiempos; pero si creo que esta nueva aventura del Dr. Henry Jones Jr. era merecedora de un sobreesfuerzo en la revisitación de los orígenes que, aunque sobradamente publicitada por otros implicados en la producción, a nivel musical no ha sido tal si entendemos como revisitación la labor de reciclaje que se ha llevado a cabo.

Si uno se niega a reconocer que pueda haber cierta incapacidad por aquello de "el que tuvo, retuvo", sólo cabe pensar que o bien Williams ha errado en el enfoque o ha sucumbido a los servilismos o simple y llanamente ha realizado esta partitura con el piloto automático puesto y con la mente proyectada en su próxima composición para concierto o en la siguiente película de autor de Spielberg.
En definitiva, la sensación que transmite el viejo maestro en su perfil más comercial (y que ya se reflejaba en la nueva trilogía galáctica, aunque un servidor le otorgaba el beneficio de la duda por tener que lidiar con Lucas y también por la excepción hecha de esa joya que es "El Prisionero de Azkaban") es que ya no está por estos pagos y lo que de verdad le motiva son los proyectos de ciertas ínfulas del estilo de "Memorias de una Geisha" o "Munich".

¡QUEDA 1 DÍA!

Indiana Jones and the Kingdom of the Chrystal Skull
Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

20 mayo, 2008

¡QUEDAN 2 DÍAS!

Indiana Jones and the Last Crusade
Indiana Jones y la Última Cruzada

19 mayo, 2008

¡QUEDAN 3 DÍAS!

Indiana Jones and the Temple of Doom
Indiana Jones y el Templo Maldito

18 mayo, 2008

13 mayo, 2008

EL RITMO MALDITO


Un sombrero, una cazadora de cuero y un látigo: así se visten los héroes de los años 30, 40 ó 50: Charlton Heston en El Secreto de los Incas, Humphrey Bogart en El Tesoro de Sierra Madre o Gary Cooper de Por quien doblan las campanas. Su atuendo los delata como aventureros colonialistas, levemente misóginos, intelectualmente dominantes. Integristas en su desprecio absoluto hacia la antropología, aunque sobre su rostro puedan sostenerse unas gafas, en sus hombros un traje y en su cuello, enredada como una soga patibular, una corbata; coartadas testimoniales de quienes dicen ser profesores universitarios en invierno y luego se dedican a asaltar tumbas en las colonias en verano, con la arqueología como pretexto inspirador.

Indiana Jones no solo hereda la vestimenta de los ídolos de juventud de George Lucas sino también su apostura, insolente y cínica. Desprecia la Historia y a quienes la juzgan, no así los objetos fantásticos que la definen. Sus intereses son tan oscuros como los de cualquiera de sus contrincantes, si bien éste suele tener al espectador como noble y cómplice aliado, y también a la chica de la película. Incluso si da gritos, serpiente en ristre, o se sabe una cantante de cabaret perdida en la selva, con un loco trotamundos como compañero de aventuras.

Las acciones de Indiana Jones las caracteriza el peligro y el peligro, en el Cine, tiene el apellido de Cliffhanger: una situación de máximo riesgo cuya resolución se postergaba una semana. Una suerte argumental, heredada de los seriales de entreguerras, que Spielberg evoluciona convirtiéndola en excusa para poder seguir disfrutando del resto de una película donde solo queda un horizonte previsible o banal, incluida la conclusión feliz de la historia. Lo que importa, entonces, no es que se consiga el objetivo prefijado, sino los acontecimientos que suceden hasta que cristaliza dicha conclusión, fundamentalmente si se resuelven dentro de los márgenes de la espectacularidad. Al menos así lo era hasta El Templo Maldito. Por cierto, la primera película de la Tetralogía que vi. También, la película que he visto más veces.

La crítica nunca la defendió de forma tan entusiasta como sí lo hizo con En busca del Arca Perdida o, incluso, con La última cruzada, si bien sobre esta última los críticos se dividieron en dos bandos: los nostálgicos (que ambicionaban tiempos pasados, siempre mejores) y los que no lo eran (que, pese a todo, advertían el fin de la fórmula). Ambos, en todo caso, subrayaban el carácter crepuscular de la historia. Hoy estamos viendo que exageraban. O que, al menos, subestimaban la naturaleza del marketing, siempre dispuesto a encontrar un hueco para otra secuela. Pero yo insisto: admiro notablemente El Templo Maldito a pesar de sus imperfecciones y de sus fallos de racord, incluso a pesar del pequeño Shortie, que ya es decir. Y siempre he pensado lo mismo: los que la subestiman son los que se lo pierden.

Le atribuían a Goldwyn una máxima que decía que una película debía comenzar con un terremoto y luego ir más allá. El Templo Maldito se sale de los márgenes: el protagonista huye del Shangai ocupado, perseguido por las deudas y los gángsteres, y va a parar a la India donde tras infiltrarse en la secta Thuggee, cuya naturaleza y formas se exageran convenientemente para la ocasión, consigue rescatar a una comuna de niños esclavos para regresar después, camino a Delhi, radiante y feliz con el tesoro que buscaba bajo el brazo. Claro que sus propósitos no son altruistas y que el antihéroe, a fuerza de querer serlo, se convierte en héroe y, por tanto, en antagonista de si mismo, incluso en niñera, es decir, en una parodia. Gracias a eso, también tiene sentido su carácter de superhombre, capaz de saltar de una avioneta en una zodiac y sobrevivir al intento. Y eso es solo el principio, porque ¿qué importancia tiene la verosimilitud en una historia cuya naturaleza la define la ausencia de límites?

Al contrario que En busca del Arca Perdida, donde el leitmotiv argumental (la búsqueda) importaba tanto o más que la consecución última del macguffin (el hallazgo), El Templo Maldito renuncia a cualquier idea de Macguffin para no desviar la atención de la masa. Ya no nos importan las motivaciones de los personajes, ni las disputas o duelos que las financian, ni la codiciada búsqueda de un arca o unas piedras mágicas o el mismísimo Santo Grial. Ni siquiera nos importa que se consiga el objetivo de marras, o que esta vez los malos no sean los nazis: no en vano, la película se desmarca de cualquier contexto reconocible en occidente. Porque en El Templo Maldito no importa la Búsqueda ni el Hallazgo sino el Ritmo. Esto por encima de todo lo demás.

En esta montaña rusa cinematográfica por excelencia, los propósitos de Indiana nunca están del todo claros. Representa la búsqueda y la huida, el interés por lo desconocido y el enfrentamiento contra quienes se oponen a sus propósitos, pero sobretodo, se representa a si mismo como un icono situando a su arquetipo más cerca del género caricaturesco que el de cualquiera de las películas aventureras de Howard Hawks o John Huston, incluso consintiendo su recreación autoparódica (cuestión constantemente asociada a Indiana Jones) o la constante eclosión de la sorna, rodeado de otros personajes que no son sino clichés del género (la chica rubia rescatada, el malvado líder de la secta, los peones despeñándose por el acantilado…), viviendo la aventura por la aventura, sin otra coartada emocional distinta a la evasión, todos lo saben, verdadero propósito de esta película.

Indiana Jones y El templo maldito es, pues, una concatenación de momentos imposibles, puro cine de entretenimiento; en realidad, es el cine espectáculo por antonomasia. Nunca igualado, ni siquiera imitado. Tampoco por Spielberg, que debió quedar agotado de tanta hipérbole multirreferencial, casi por hartazgo. No así su Cine, al que cubrió de ese aire tan siniestro que tan bien le hará a su filmografía durante las décadas posteriores, pues si El Arca Perdida es vitalista, El Templo Maldito es oscuro, cuasi tenebroso, a pesar de los insertos cómicos de Harrison Ford y Kate Capshaw(1). Aquí el descenso a los infiernos de Indy es más que evidente, sobretodo cuando se sabe desposeído de voluntad en aquella cueva maldita, merced de una voz interna que le revela su naturaleza más oscura, ese poder dual protagonista de (casi) todas las cintas de George Lucas, en un contexto repleto de antorchas, cánticos ceremoniales y sangre.

Indy deja de ser un aventurero, de pose heroica y codicia sin límite, para ser un mito. Y como mito se presenta en esta película, Indiana Jones y el Templo Maldito, la expresión máxima del ritmo y de su arquetipo; una película cuya excelsitud solo admiramos unos pocos. Esa es nuestra suerte.


© J. P. Bango


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(1) La química que desprende la relación entre los protagonistas lo es gracias al entusiasmo de Kate Capshaw, que nunca se había visto en una igual, y nunca se vería en otra, al menos delante de las cámaras, exiliada ad eternum –esas son cosas que solo propicia el amor y el conformismo- en su papel de madre de los hijos de Spielberg. También la imaginamos como brillante administradora de sus cuentas corrientes…

09 mayo, 2008

INDIANA JONES…. Y EL MUNDO GLOBALIZADO


Parte del concepto del héroe postmoderno del que Lucas y Spielberg impregnaron al famoso arqueólogo viene a partir de una representación kracaueriana del siglo XX como elemento vivo. Es algo que Warren Ellis muestra con mucho más descaro en el personaje de Jenny Sparks[i] y que las trilogía de Indy no parece desarrollar, pero en cierto modo así es.

Para sustentar esto, hay que situarse en una biografía fictia pero bastante completa del personaje, gracias a la cual conocemos que nace nada menos que en 1899, al umbral del nuevo siglo, y desde su tierna infancia, se convierte en un alumno de un padre que recorre los cinco continentes con un afán tan didáctico como arriesgado. El joven Indy no sólo aprende 27 idiomas, si no que se transforma, en cierto modo, en un enciclopedia viviente de culturas y naciones.[ii] Huyendo de sus estudios, Indy colaboró tanto en la Revolución Mexicana como en la Primera Guerra Mundial, antes de terminar estudios de arqueología y dedicar su tiempo entre destinos tan remotos como China e Islandia.

Al margen de conocer los acontecimientos de la nueva entrega, situada en 1957, Indiana Jones no solo funciona como prototipo heróico sino como reflejo de la base de estos mismos personajes de ficción: la propia historia. Testigo y partícipe tangencial de la misma, la (im)popular serie de televisión nos brindaba la oportunidad de que Indy viviese hasta los 90 años, terminando el siglo. Esa imagen superviviente habla claramente del mismo espíritu del siglo XX presente en la obra de Ellis, y que el eje sobre el que dicha mitología se construya sean los preámbulos más evidentes de la Segunda Guerra Mundial muestra una nueva perspectiva, la del brutal cambio que supone pasar de un mundo exótico y aventurero a una maldad más mecanizada y global, desde la inocencia de un poblado indio al Berlín en llamas.


[i] Véase “The Authority”. Volumen 1.
[ii] Lo cual resulta curioso, pues, pese a lo muy marcada que tenemos la imagen del mapa en la mitología de este héroe, como se descubre en “Las aventuras del joven Indiana Jones”, Indy no sabe leer un mapa.

3º Muestra de Cortometrajes la Audiencia de Salamanca


Por tercer año consecutivo, la muestra de cortometrajes La Audiencia de Salamanca, vuelve a reunir a algunos de los talentos patrios del audiovisual de corta duración. Además, como ya ocurrió el anterior año, vuelve a abrirse la convocatoria del concurso "Vente a Salamanca", cuyas bases, y mucha información sobre la muestra, podréis encontrar sin dificultad en la excelente web del festival, aquí. Cómo no, sobra decir lo mucho que nos orgullece, desde esta página, dar cobertura a uno de los eventos más interesantes del panorama festivalero español, y sin duda, al saber hacer de quienes en ello colaboran duramente, apoyando una de las iniciativas más divertidas del submundo cortometrajil.

05 mayo, 2008

MES INDY



Bueno, señores, pues durante todo el mes de mayo lo que se escriba aquí tendrá que ver con el universo Indy, el cual adoramos..., y al cual rendiremos tributo..., y con el cual terminaremos el mes en un comentario sobre su última entrega, en un post-visionado lo más elaborado posible.

Todo Mayo tendrá entradas de lo más diversas sobre el asunto, así que permanezcan atentos, eh.