29 abril, 2013

Cortópolis IV

Aunque no sea un espectador habitual por culpa de la distancia,  he intentado siempre mantenerme cerca del proyecto de Cortópolis, al que otros ya hacen honor periódico escribiendo esa crónica que yo no puedo. Incluso con estos huecos de asistencia, llega un momento donde empieza a ser muy complicado hablar del festival sin que parezca un peloteo constante. El tema es que aunque parezca que uno suelta elogios a Cerezo y el resto de la organización por conseguir llenar una sala gigante de Kinepolis y hacer que nadie se mueva durante dos horas, en realidad todo esto es mérito de los cortometrajistas que llenan esas dos horas.

Es evidente que alguien debe seleccionar y planificar, pero tampoco sería posible si no hubiese un buen material disponible. Sin descubrir nada nuevo, la inclusión de cortometrajes internacionales ayuda a solventar posibles altibajos en el panorama nacional, aunque no se puede negar tampoco que mantener un nivel constante de forma mensual es una ardua tarea que ya resulta difícil incluso para una cartelera de cine.

Poco o nada quiero decir de la organización, personalmente creo que es interesante para el público que se haga una pequeña presentación sobre los cortos por parte del NENE. Algunos de los comentarios previos, para mí, resultaron spoilers técnicos, aunque entiendo que son cosas en las que normalmente la gente no se fije y está bien hacerlas notar. No puedo hablar bien de las introducciones de los directores, a pesar de que se agradezca poder poner cara o voz al autor, quizá sean demasiado irregulares y crean un efecto algo inconexo.

A lo que iba, el gran protagonista de la gala, como viene siendo habitual, es el corto, algo que no defenderé otra vez por riesgo a convertirme ya en muy cansino, y que simplemente espero que se vaya defendiendo solo a cada edición que pasa como hizo en esta, en la que cuesta encontrar algo realmente malo en la selección, y en la que los que tienen que estar al final de la lista de favoritos (al menos de la mía), son más por agravio comparativo que por una falta real de calidad, ya que todos los participantes disponen de valores suficientes como para no ser considerados obras de relleno. También tengo que decir que por los comentarios intercambiados con otros asistentes, parece ser que esta edición fue especialmente alta en calidad general.

En total fueron 8 cortos, los 7 del cartel más un corto sorpresa los que llenaron la noche...



El hombre equivocado (Roberto Goñi): La primera pieza de la noche es una comedia romántica que empieza quizá de una forma demasiado convencional con una pareja algo atípica en su primera cita, un aburrido cuarentón que de repente se encuentra con una guapa aventurera con un desconcertante interés por él.

A pesar de esto, alguno de los giros consigue mantener el interés y crear una atmósfera interesante a la que ayuda bastante la naturalidad que desprenden los dos protagonistas (Alejandra Lorente y .

En el plano técnico tengo que decir que es, probablemente, el corto que menos me impresionó de la velada, no tanto por creer que tenga mala calidad, sino por el poco riesgo técnico que hay, con cierto abuso de los planos cerrados y subrayados musicales, lo que le dan un aire algo soso en este apartado, aunque tampoco desmerezca el resultado final, lo hace menos vistoso de lo que merece.


Efímera (Diego Modino): Lo primero que me vino a la cabeza mientas veía Efímera es lo jodida y enferma que me resultaba la mezcla entre los toques coloridos de las escenas con la niña protagonista y la sordidez de los interludios con las escenas de tortura. Algo que en un principio no queda muy claro hacia donde va pero que se convierte en humor negro al conjuntar ambos desarrollos.

Efímera es un corto con una potencia visual apabullante, que bebe mucho de Jeunet (como se aprecia en el poster) en su parte luminosa con la niña que quiere bailar y lo mezcla con escenas mucho más sórdidas para crear un contraste tan desconcertante como atractivo. No tengo apenas pegas para la parte técnica, ya que los actores están muy creíbles y los efectos especiales cumplen de forma sobrada con su cometido, aunque también es verdad que igual hay alguna escena más alargada de la cuenta o sobrante, pero que tampoco rompen el resultado final.


The Backwater gospel (Bo Mathorne): Para mí, el pelotazo de la noche. No suelo esconder mi predilección por la animación, pero en este caso puedo asegurar que todo el conjunto es espectacular, empezando por un diseño de personajes impresionante y una ejecución estética apabullante. No sólo eso, sino que además conjunta las posibilidades de la animación para jugar con la cámara y las perspectivas de manera que todavía da más empaque al conjunto.

Junto a todo esto se encuentra una historia de religión y humanidad algo evidente, pero que funciona y sorprende sobretodo en la orgía de violencia final.

Aun así, todavía me produce un sueño húmedo pensar en que hubiese sido de este corto si se hubiese optado por algo en 2D real en vez del cell shading de la propuesta, aunque entiendo perfectamente que si se ha llegado a este nivel final es por la asequibilidad de la tecnología.


Cargols! (Geoffrey Cowper): El intermedio de la velada lo ocupo un corto catalán a lo “monster movie”, de factura cutre pero con mucho amor, humor, caracoles gigantes y algún WTF? Un corto parodia que quizá no tenga los valores artísticos del resto de participantes, pero que al final consiguió crear un momento de relax que se agradeció enormemente. 


Misterio (Chema García Ibarra): Tragicomedia de la España profunda con una sensación de film de José Luis Cuerda en muchos de sus aspectos. Una mezcla maravillosa de costumbrismo y surrealismo a partes iguales con personajes parodia y multitud de situaciones absurdas.

Lo sorprendente del asunto, o quizá no tan sorprendente, es el ritmo narrativo que se consigue rodando todo el corto en planos fijos sin mover la cámara, lo que da como resultado que muchos planos acaben teniendo una belleza estética magnífica y demuestra que no hace falta acción trepidante en las imágenes para poder narrar de forma dinámica.

Para más admiración personal, el humor bizarro del corto se junta con un giro final de los de patada en la entrepierna que lo remata para ponerlo en mi top personal de cortos favoritos. 


Malas hierbas (Daniel Tornero): Muy buena comedia negra que le debe casi todo a sus dos protagonistas principales, especialmente a Luis Zahera que está de un sublime que espanta, pero que no desmerece tampoco a Joan Manuel Gurillo, segundo protagonista que consigue en muchos momentos transmitir ese asco que debería dar un personaje como el suyo.

La buena labor actoral se ve un poco desdibujada por una parte técnica algo más floja, no tanto por el desarrollo de la acción, que tiene algunos juegos y movimientos de cámara destacables, sino por una foto algo quemada que rompe un poco el trabajo visual. La música tampoco está a la altura al dar una sensación muy amateur, pero el buen ambiente creado por el resto de factores hace que uno no se fije demasiado en ello.


Voice Over (Martín Rosete): Cortometraje que hilvana tres historias aparentemente dispersas mediante una voz en off en francés. La elección del francés es algo que podría ser discutible, pero la entonación le da un toque también muy Jeunet (y van dos), y no sólo eso, sino que la historia del soldado recuerda también visualmente a Largo Domingo de Noviazgo. A pesar de algunos efectos digitales algo evidentes, como el alien, Voice Over se puede definir como muy preciosista a nivel estético. Sin embargo, al final queda un poco desdibujado precisamente porque la escena que debe unir esas tres historias a mí me resulta algo inconexa.

A pesar de ello, la excelente producción le da un acabado espectacular.


The Voorman Problem (Mark Gill): Como final de fiesta se presentó un corto inglés con un duelo de protagonistas espectacular, Martin Freeman y Tom Hollander en los papeles de psiquiatra y de recluso que se cree dios respectivamente. Independientemente del formato corto, desde el primer segundo todo tiene un aire de producción grande y la historia es digna de los mejores momentos de The Twilight Zone.

Los detalles que acaban provocando el giro argumental son magníficos, con toques de humor incluidos, ¿Bélgica? Y el final, aun siendo un corte muy a mala leche, es también el que le pone un maravilloso colofón final. Lo peor probablemente es que se hace muy corto, valga la redundancia.

Siento decir que después de esta experiencia se me hace todavía más duro no poder asistir de forma habitual al evento al ser uno de los pocos españoles que aún tiene trabajo, aunque seguiré echando euromillones a ver si…

Los demás podéis ir siempre, que es un gran evento.

Pedro Pérez (aka Findor)