21 agosto, 2009

ENEMIGOS PÚBLICOS según Nacho Aguilar



PUBLIC ENEMIES: GANGS OF HD


Michael Mann se la juega en la reanudación de su colaboración con Dante Spinotti [ASC, AIC].

Diez años habían transcurrido desde la última colaboración entre el creador de "Corrupción en Miami" y el director de fotografía de "L.A. Confidential", cuando ambos rodaron la que sigue siendo su mejor obra: "El Dilema", culminación del estilo urbano empleado en "Manhunter" y "Heat" (la otra colaboración entre Mann y Spinotti es el film de época "El Último Mohicano"). En estos diez años, en mi opinión personal, el cine de Mann ha ido perdiendo interés con las sucesivas "Alí", "Collateral" y "Miami Vice", adaptación de su propia serie de TV, aunque haya conseguido mantenerse por encima de la calidad media Hollywoodense. Al italiano, por su parte, no le ha ido mucho mejor, con olvidables productos a las órdenes de Brett Ratner ("El Dragón Rojo") o incluso finalizando proyectos que no comenzó y además con dudosos resultados, como los obtenidos en la tercera secuela de "X-Men".

Después de "El Dilema", Mann ha ido mostrando un creciente interés por la cinematografía digital, plasmada en inicio en algunas breves tomas nocturnas en "Alí" (fot: Emmanuel Lubezki), mezclada con mucho acierto con el celuloide en "Collateral" (fot: Paul Cameron & Dion Beebe) y desarrollada al máximo en "Miami Vice" (fot: Dion Beebe), un film que usa las cámaras HD como medio de expresión propio, sin que necesariamente los resultados recuerden a una imagen obtenida con medios fotoquímicos. Spinotti, por su parte, se ha sumado al carro digital bastante más tarde que Mann, con dos recientes películas rodadas parcialmente con la cámara Génesis de Panavision ("Deception" y "Flash of Genius").

"Public Enemies" supone para Mann volver a los esquemas argumentales de "Heat", pues es la clásica historia de policías y ladrones en la que el ladrón tiene un papel mucho más interesante que el bueno y además es quien está liado con la chica de buen ver. Sin embargo, el film recrea sucesos de la vida del gangster John Dillinger y la acción se sitúa en 1933, muy alejada de las historias contemporáneas en las que hasta ahora el director se ha movido con más solvencia. Por ello, el film cuenta con una esmerada reconstrucción de época, con diseños de Nathan Crowley ("El Caballero Oscuro") y un importante trabajo de figuración y vestuario, muy en la línea del acabado de films como "Camino a la Perdición" o "El Intercambio". Por tanto, ya incluso a priori, la decisión de Michael Mann de rodar un film de época en vídeo digital de alta definición es muy polémica y sobre todo, cuestionable. No obstante, dos películas de época de David Fincher como "Zodiac" -rodada con la Thomson Viper Filmstream- y "El Curioso Caso de Benjamin Button" -rodada mayoritariamente en la Viper, con la Sony F23 reservada a las escenas del hospital- han demostrado que la captura digital no tiene por qué ser un fin en sí misma, sino que bien puede ser empleada para sacar partido de sus virtudes (previsualización, integración de efectos, etc) y obtener unos resultados finales prácticamente indistinguibles de la adquisición fotoquímica, al menos para el grueso de la audiencia. Claro que para ello, Fincher y sus directores de fotografía han medido mucho sus acciones, minimizando algunos puntos divergentes con la adquisición fotoquímica como puedan ser la mayor profundidad de campo de las cámaras HD con sensor 2/3, o la menor latitud de exposición de éstas.

En mi opinión, Michael Mann había salido bastante airoso de las tomas con luz disponible de "Collateral", en la que conseguía una noche translucida imposible para el celuloide, y sobre todo de "Miami Vice", a la que la estética de vídeo le sentaba bien por tratarse de una obra moderna, con numerosos exteriores nocturnos a la luz de ambiente de la ciudad, interiores en clubes, casas de diseño, etc. que otorgan una libertad de acción mucho mayor. Aún así, la imagen funcionaba mucho mejor cuando el director de fotografía Dion Beebe empleaba niveles de luz más altos, pues el contraste y la densidad de negros mejoraban dramáticamente. Fue en cambio -y continúa siendo- una imagen polémica por su escasa consistencia, con texturas diferentes en cada escena y un grano (o ruido digital) que varía incluso de toma a toma.

Sin embargo, en lugar de aprender de los errores e incidir en los aciertos, en "Public Enemies" los cineastas se han decantado por la estética hiperrealista de "Collateral", sumada al look de vídeo digital de "Miami Vice". Y el cóctel que ello supone junto con la historia y los diseños de época no podría ser más indigesto: al contar con escasa luz, la calidad de imagen deja muchísimo que desear, en todos los aspectos imaginables, mientras que el aspecto del vídeo juega absolutamente en contra de un film que recrea un período histórico.

Además:

No sólo Mann ha hecho que Spinotti ruede en HD con la Sony F23, sino que persigue un aspecto diametralmente opuesto al celuloide y la (excesiva) profundidad de campo del sensor 2/3 no se ha equiparado al formato 35mm. No hay, por tanto, una indicación al espectador hacia dónde fijar la vista, pues todo está bien nítido y enfocado, tanto de día como de noche.
Sí hay, en cambio, múltiples momentos rodados con el obturador a 360º, con lo que el movimiento que se produce es demasiado fluido, cayendo en el odioso efecto motion blur.
Continuando con el despropósito, la previsualización en el set y el espacio de color escogido (nuevamente, de vídeo), produce colores de escasa vivacidad y menor riqueza, como si con ello hubiéramos dado el salto negativo desde una paleta de millones de colores a sólo unos pocos cientos. Parece una imagen capada, comprimida, en la que los tonos de la piel se destruyen por completo y la naturalidad reina por su ausencia.
La escasez de luz, por su parte, produce bastante ruido en la imagen, pero aún así ésta carece de textura. La subexposición en este caso no es bella, sino que empasta aún más los resultados y dificulta aún más la separación de los personajes con respecto a los fondos.
Las altas luces se queman rápidamente -escasez de latitud- y cuando lo hacen el efecto que producen no es precisamente bonito (atención a Dillinger entrando en las oficinas de la policía).
Y si la Sony F23 sufre, no digamos ya cuando Spinotti emplea la diminuta Sony EX1 para tomas en interiores de coches, pues casi todos los (d)efectos anteriores se multiplican y se añaden otros como el lens fringing, debido a la pobre calidad de la óptica empleada.
Para finalizar, la excesiva apariencia de nitidez supone otro defecto más, pues no es una verdadera resolución que proporcione una imagen plena de detalle, sino que éste es más bien reducido y lo que se ha hecho es aplicar un notorio sharpening a posteriori, que tiene como resultando un prominente realce de contornos.

La iluminación de Spinotti, por el contrario, está bastante bien y es fiel a la época, pero nos encontramos ante el clásico ejemplo de los árboles que no dejan ver el bosque.

Se trata de un cataclismo visual de inmesas proporciones, con un enfoque de pretendido realismo digital absolutamente equivocado, que convierte la recreación de época en una mera anécdota, que deja al penúltimo y caro juguete de Sony (la F23) a la altura de un vulgar MiniDV y que, en definitiva, no es que no aporte a la narración o que simplemente perjudique, sino que destruye el film y todo cuanto pudiera haber en él.

Parece más bien una broma de mal gusto, o la película de aspecto amateur más cara de la historia. A elegir.

Nacho Aguilar

12 agosto, 2009

ÁLBUM FOTOGRÁFICO FINAL DE ORLANDO: ISLANDS OF ADVENTURE II













Señores, regresamos de vacaciones. Y es un placer comprobar que las visitas se han mantenido dentro de lo respetable..., sin merecérnoslo.

Vengo nada menos que con el álbum fotográfico final de Orlando y esta semana terminaré, UN AÑO DESPUÉS, con el artículo más largo al respecto en habla hispana. La traca final del Islands of adventure pondrá punto y final a la cruzada y espero haber ayudado y ayudar a futuros. O entretener. O algo.

Ah, y una buena noticia. Este blog por fin, salvo raras excepciones, vuelve a lo que le concibió: EL CORTO. No sin antes acabar el estudio de HOLLYWOOD MALDITO..., o intercalando el mismo. Y otras sorpresas. Vamos, QUE HEMOS VUELTO.