24 enero, 2008

Andrew Niccol: la belleza de la mentira

Andrew M. Niccol es un nombre semi-desconocido, quizás familiar para aquellos que vimos en el realizador de "Gattaca" un nuevo talento a tener en cuenta, y sin embargo, con una más que corta filmografía, ha sabido hilar sus contenidos, temas y mensajes que han mutado en peliculas de impactante visionado y señas directas. Este es un pequeño repaso.

Gattaca (1997). La historia de Gattaca es tan terriblemente actual como toda la obra de Niccol, el director neozelandes sabe hacer buen uso del principio en el que se basan los mejores relatos de ciencia-ficcion: "la cinecia-ficcion es un reflejo de la sociedad actual vista desde la perspectiva del futuro", es decir, lo que nos cuentan no es un suceso que puede ocurrir, si no uno que ya está ocurriendo y que disfrazamos de cuento condicional para sustraer el esperpento de nuestro mundo presente. El mundo de los válidos y no válidos, no deja de ser un simil entre un hemisferio y otro, una discriminacion que separa un primer mundo del tercero, basandose en el concepto de que el capitalismo se nutre del pobre para impulsar al rico, es decir, colocando a los que sufren en la base de la pirámida para que el cúspide sean los que disfruten, una Metropolis postnuclear y perfecta donde las diferencias subyacen en lo genético, donde solo los "superhombres" son dignos de una buena vida, algo que particulartmente suena a ideologia nazi. Gattaca es la historia de un hombre imperfecto, que por su valentia, esfuerzo e inteligencia es capaz de elevarse por encima de aquellos que se consideran mejores por haber sido "fabricados" asi. No deja de ser notable que esa perfeccion manofacturada sea una ilusion, un ejemplo del mundo en el que la cirugia estética, las drogas o cualquier otro elemento de autoengaño nos hacen odiar nuestro aspecto y desear ser "chicos y chicas de anuncio" para poder sentirnos felices con nosotros mismos, lo cual es una tremenda estupidez alimentada por la superficialidad que tratan de vendernos. No es solo la manipulacion genética o la experimentacion con fetos, tan puesta en evidencia por las diversas moralidades que nos impiden saber si un feto es o no un ser humano y si debe someter a su sacrificio, una polémica tan compleja en lo que ni a Niccol, ni a mi, nos gustaría entrar, por eso en la pelicula, la manipulacion genética es más secundario que la mentira de ser quien no eres, ambos personajes (suplantador y suplantado) se necesitan, y al terminar su tarea, los dos inutiles y "huyen" como mejor pueden (magnifico plano entre el horno y la nave espacial), no deja de ser tambien un mensaje espiritual, de ahi "los hijos de Dios" o el final que puede ser entendido como un ascenso a los cielos por el sacrificio, "es como si volviese a casa".

El show de Truman (1998). Aunque no esté dirigida por Niccol, es igualmente obra suya por el popular guión (segun algunos expertos, el mejor de los ultimos años), a mi nunca me acabó de ocnvencer la vision cincuentera de Peter Weir, pero la acepté como la gran historia que es. Esta pelicula platea una paradoja digna de estudio, como si los viajeros de "Terminator" o "12 monos" se tratasen, tenemos un sujeto que, al tratar de evitar un futuro, no solo no lo evita si no que es el causante de este, y se nos plantea la duda de si no lo hubiese evitado no se habría creado. De esta forma, el show en el que vive Truman, es un avance futurista de la telebasura, una vision del camino que tomaba la tele-realidad de aquellos dias y como esta podía crear engendros, famosos que lo son sin mas mérito que el de existir en la proyeccion catódica, y al mismo tiempo, un sangrante ataque contra la prensa del corazón y los talk-shows; pero esta vez, el tiro sale por la culata e impacta, la pelicula no solo no conciencia a la gente de lo absurdo que es convertirse en un voyeur de la ventana indiscreta, si no que impulsó la creacción del formato "Gran Hermano" (que tanto Orwell como Warhol previeron) que a estas alturas, llena de desperdicio las vidas de aquellos que no tienen con que llenarla, dinalmente, esta profecía alertadora se ha convertido en una terrible realidad, donde cuatro ineptos analfabetos son vitoreados por su escaso intelecto, sus gritos y su mala educacion, como heroes nacionales. Triste destino el nuestro.

S1m0ne (2002). Para hablar correctamente de esta pelicula, hay que situarse en el contexto, muy cercano pero olvidado, en el que Hollywood parecía desmoronarse por las huelgas. La llegada de los "actores virtuales" suponia un fin de las autenticas estrellas que protestaban por como se les estaba dejando de lado en favor de pixels en una pantalla, ni que decir tiene que el ambiente se cambió y las tornas se volvieron a colocar de la manera mas beneficiosa para la industria: ahora los actores no solo no protestan por los seres virtuales, si no que prestan sus voces, sus rostros o incluso sus movimientos, para ayudar al desarrollo de estas tecnologias; sin embargo, planteamos un problema, las estrellas virtuales son más efimeras y brillan con menos fuerza, recordemos el caso de Aki Ross, la actriz virtual protganista de la infravolarada "Final Fantasy: la fierza interior" (2001), y como se anunció en su día que iba a ser protagonista de mas peliculas, como la primera actriz virtual que quisieron que fuera, evidentemente, no fue así y el personaje acabaría en cualquier papelera de reciclaje, y es que el pixel cambia y evoluciona a más velocidad que la carne, por ello los personajes mueren antes ante especies superiores realizadas con herramientas mas correctas, sabemos asi que no hay un futuro James Dean, Marilyn Monroe o Humprey Bogart virtuales, que lleguen a tener su misma fama y sobrevivir a las inclemencias del tiempo y la memoria. Una vez mas, Niccol nos cuenta como la mentira, por muy hermosa que sea, dura poco.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No se olvide de 'El señor de la guerra'. Secuencia inicial efectiva donde las haya.

Dani Lebowski dijo...

A falta de ver El señor de la guerra, Gattaca es mi favorita. La verdad es que el universo Niccol es fascinante, veremos si Hollywood le deja... ejem, ya saben.

Anónimo dijo...

El Show de Truman es una de las mejores películas de su década, o quizás la mejor... ¡Qué diablos, es la mejor película de la historia!
Y El Señor de la Guerra es una basura efectista, sensacionalista, panfletaria y demagógica.

Hablo de películas, no de personas (guionistas, directores,..).

Anónimo dijo...

El talón de Aquiles de Niccol está en sus ganas de "predicar". ¿Habéis visto el discursito eliminado de "Gattaca" que iba a ir al final de la película en el que daba una lista no demasiado bien escogida de "personalidades importantes para la humanidad" que tenían alguna "desventaja genética"? Si la película hubiera incluido eso, le hubiera quedado un tufo moralizador que la hubiera alejado de ser la película redonda que es.