Los seguidores de Twitter y habituales del focoforo han vivido estos días un hecho que a priori, a falta de palabras mejores, calificaré como curioso. Un Twit de Nacho Vigalondo, que no reproduciré porque si lees esto es, probablemente, porque ya lo conoces, genera una corriente de declaraciones y un sentimiento de rechazo a su persona.
Ya se han escrito muchas cosas, creo que no podré añadir mucho a lo ya contado por John Tones y muchos otros, pero hace tiempo que no escribo, y necesito practicar.
"Cada uno es dueño de sus palabras". Vigalondo ha escrito, Vigalondo la ha cagado... parece sensato, ¿no?... discrepo.
En un movimiento espiral, siempre acabo volviendo al tema que me llevó a esas epifanías, el deconstructivismo y la negación, no del holocausto, sino de la referencialidad de los textos. El autor no es el dueño absoluto de lo que escribe porque es el lector el que le da el último significado... Esto, a grosso modo, parece separar a los lectores en dos tipos, los que entienden lo que leen y lo que no. Por algún motivo, probablemente educacional, intento estar seguro de lo que leo antes de pronunciarme, aunque no siempre lo consiga, y si tengo la posibilidad de hablar con la persona que ha dicho algo y veo que lo puedo malinterpretar, le pregunto...
Me gustaría saber cuantos medios que han escrito sobre Vigalondo han leido su blog o le han preguntado directamente.
Pero para mi esto ya va algo más allá de Vigalondo, está siendo noticia nacional, bajo el miedo a quedarse atrás y no hablar de una noticia que en realidad no lo es, todo el mundo habla. Y bueno, se podría decir que estos son mis 15 minutos de fama...
Lo que nos lleva a los temas realmente preocupantes, la capacidad que tiene la gente de posicionarse en base a lo que "unos dicen que otro ha dicho". Parece casi evidente que los medios de información ya no tienen interés en lo que dice la gente, sino en lo que pueda parecer que han dicho. El segundo punto preocupante es la necesidad de muchos de trazar límites y los ofendidos en tercera persona. Gente que decide que en una conversación entre otros le ofenden las maneras y en vez de apartarse quiere poner una barrera enmedio.
Yo veo una combinación peligrosa de todo esto y que parece producir gente que se convierte en adalides de la libertad de los demás en base a lo que les dicen otros... y no me gusta.
Efectivamente, el twit de Vigalondo ha sido un detector de idiotas, pero no solo de los desafortunados sin vida que, como yo, pasan un viernes twiteando, si no de otros de mucho más alto standing, los medios de comunicación y sus hooligans...
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