26 septiembre, 2008

SOBRE EJES Y ZOOMS ERÓTICOS


Cuando uno se mete a planificar la dirección de una escena, parte de un millón de opciones y posibilidades y de dudas, que se van aclarando no por aquello que sea más chulo o por caprichos, sino por lo que realmente es necesario para cada sensación a transmitir.

Teniendo en cuenta esto, nos topamos con dos difíciles escollos y afilados muros. El primero y más escurridizo es el eje. No voy a explicar la teoría de los ejes, pues éste no es el sitio. Pero sí lo tortuoso del tema, dónde está el fallo, el despiste, la intencionalidad, o la ruptura. Está claro qué hacer en la típica situación de dos personas hablando, que es lo que ocurre casi siempre. A no ser que queramos hacer dogma, sólo hay una opción posible, y si no estaríamos ante un fallo o un despiste. Pero la pesadilla ocurre cuando tenemos a bastantes personas e incluso queremos mostrar cada pared, como ocurre en mi escena de los Vividores en mi largo Tras los pasos del Bandolero.

Eso cada uno lo resuelve de una forma. Tarantino, aunque en todo lo demás es excelente y un genio, en esto siempre recurre al mismo truco, harto tramposo, para olvidarse de los ejes: grabar la escena en plano secuencia, dando vueltas con la cámara de uno a otro (Reservoir Dogs, Death Proof). En cambio Martin Campbell en la partida de Casino Royale pasa de un eje a otro con gran suavidad y perfeccionismo, en un ejercicio de pura ingeniería. Yo (y no me estoy midiendo con nadie, sólo os cuento) he optado por ser más obvio. Qué carajo, si tengo que pasar a detrás de la barra cuando ya he mostrado todo lo demás y he de seguir mostrándolo, pues paso ahí, y si además hay que ir hasta la cortina de la trastienda y volver a la puerta, se hace. Sé que dicha escena de los Vividores de mi largo me echará encima a muchos puristas, pero fue mi elección.

El otro tema, siempre polémico, es el del zoom. Es evidente que quien lo usa no es por accidente, ni un fallo ni un despiste. Han apretado la palanca a propósito, y por tanto es parte del autor. No obstante, yo no soy partidario de abusar a lo Valerio Lazarov, pero tampoco de huir de él como los académicos. Como dice el título de esta web, hay algo erótico en el uso del zoom, en transportarse en un vuelo mágico a donde quieres, y yo soy muy erótico. Y me gusta usarlo en concretos momentos, como para resaltar la atención de un personaje sobre algo de vital importancia en la historia. Así he hecho en Oftalmós y en Tras los pasos del Bandolero.

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