31 julio, 2008

GABY



Uno de mis amigos se llama Gaby. Argentino, 40 años recién cumplidos, casado con una argentina y emigrante. Le va bien: clínica dental exitosa. Todo en orden.

Un tío, palabra, de los que todo el mundo habla bien. Enrrollado, culto, buena conversación...feliz, sonriente, con kilos de energía positiva.

Tiene mucho sobrepeso y come algo mal, pero no peor que yo. Mucho deporte, mucho pádel. Muchísimo. Un buen jugador.

Las últimas veces que le vi fueron en mi boda y en el cumpleaños de mi sobrina. Y siempre que le veo le digo lo mismo a mi mujer: "qué grande es Gaby, de tan buena gente parece hasta mentira". Pero no, años ya pasados me dicen que Gaby es el último de una estirpe.

Me acaban de llamar por teléfono mientras cumplo mi rutina laboral diaria: mi madre. Ayer por la tarde-noche Gaby jugaba con mi cuñado al pádel y terminaba de jugar un gran partido. Le dijo a mi cuñado: "me encuentro algo mal, voy a beber un vaso de agua". Fueron a beber ese vaso de agua y así se hizo. De repente, Gaby miró a mi cuñado, en cuestión de segundos. Su cara era como de confusión, extravío. Le agarró del brazo fuerte, muy fuerte...y cayó al suelo boca abajo. Pegó un grito desgarrador, casi diríase inhumano. Mi cuñado no dio crédito y le giró, estaba sin consciencia y empezaba a ponerse morado. Durante media hora, y antes de que llegar el Samur, mi cuñado hizo todo tipo de cosas para reanimarle, entre ellas el boca a boca. Gaby no reaccionaba.

El Samur llegó y lo intentó durante otra media hora: nada. Sí, nada, la nada. Gaby, sin problemas médicos de ningún tipo y con una vida envidiable, dejaba a su mujer, a su hijo y a toneladas de amigos en el otro lado. Gaby, nuestro querido Gaby, fallecía ante los ojos extraviados de mi cuñado de el peor infarto que existe, ése que llaman "estallido de corazón".

Eso es la vida, eso es la muerte. Eso es algo que me niego a entender y algo que no maduraré jamás para entenderlo. Es injusto y feo, es repulsivo. ¿Dios? Y un cuerno. Muchos equipos de primera, segunda A y segunda B pueden buscarse nombres para entenderlo, con un lucro asegurado....pero no, no. Gaby, mi querido Gaby, se ha ido..., y eso no debería haber sido, y eso no tiene sentido.

Y no quedan más que llantos, puñetazos y patadas. Y nadie debería olvidarlo.

Mañana le incineran y no sé qué decirle a su mujer, Karina. Ni sé qué decirle a su hijo Martin cuando le mire otra vez a los ojos. No hay palabras, y las que se inventaron suenan tan a protocolo que apestan.

Cuando un amigo se va no se muere algo en el alma...cuando sucede, sencillamente, se te queda el alma muerta.

Este verano no será aquél en el que hice el viaje de mi vida, a Orlando. Este verano será el que perdí a mi amigo Gaby, y me rompe por dentro, y así quedará mi yo dedicado a Gaby para siempre.

Te quiero, Gaby. Ojalá te hubiera dicho tantas cosas. Tenía en mi agenda puesto "llamar a Gaby" y ahora no puedo ni abrir esa página.

NO.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"Mañana le incineran y no sé qué decirle a su mujer, Karina. Ni sé qué decirle a su hijo Martin cuando le mire otra vez a los ojos. No hay palabras, y las que se inventaron suenan tan a protocolo que apestan."

Me he quedado helado. Tan sólo espero que con el tiempo no pienses en todo lo que ya no te dará, sino que te alegres de todo lo bueno que te ha ofrecido.

Anónimo dijo...

Helado, quedo.

Un abrazo, camarada.

Anónimo dijo...

Alberto Q.
www.lacoctelera.com/traslaspuertas

Un abrazo fuerte, Raúl. Sabes que llego a comprender tus palabras bastante bien.

Espero volver a verte pronto.
Ánimo y fuerzas, amigo.

Cris dijo...

LLego a tu blog saltando desde el de un amigo. Me llama la atención la foto. Leo el texto. Me conmueve. Yo he perdido a mi amigo. Se pegó un tiro porque le dolía el corazón. Tampoco se cómo abordar la mirada de su hijo y su mujer. Han pasado varios meses. Y lo único que puedo decirte es que, como te ha escrito más arriba, los vacíos se llenan con el recuerdo de los buenos momentos a su lado. Y, después del llano, en la cara aparece una leve sonrisa de nostalgia. Mucha luz. Cris

Anónimo dijo...

cris, siento mucho lo de tu amigo. Ya sabes cuánto.

Alberto, ya sabes cuánto sentí el del tuyo.

Bango, siempre ahí.

jdug, el descubrimiento del año.

GRACIAS.