07 abril, 2006

Isaac Berrocal.-Volumen I



Un creador de cortometrajes, y más uno que cuente con pocos medios, debe ser como un francotirador, tiene que rentabilizar su escasa munición con el mayor porcentaje de aciertos posibles.

Que Isaac Berrocal tiene ideas es innegable, aunque, en un primer contacto con su obra, no siempre emplea la munición en los blancos adecuados; sin embargo, es de agradecer su diversidad temática y los riesgos que corre al dotar a cada uno de sus cortos de un espíritu propio, lo que no impide encontrar puntos en común y un atractivo batiburrillo de referencias cinéfilas, que parecen abarcar desde David Lynch hasta Quentin Tarantino.

La impresión general sobre su obra es la de estar transida de obsesiones propias, desde el humor gamberro e irreverente hasta la figura del psycho killer, que en manos de Berrocal resulta ser siempre un ser misógino y asocial, incapaz de llevar a cabo sus fantasías sexuales y que emplea la violencia y la humillación para vengarse del género femenino.

Es interesante su mirada al medio audiovisual como una extensión de los sueños, fantasías y pesadillas de la sociedad actual, de manera que en varios de sus cortos las cámaras de video o fotográficas cobran protagonismo y se convierten en elementos de la trama, a veces incluso para ironizar sobre ellas o sobre él mismo como creador con pocos medios y desparpajo.

El siguiente estudio está dividido en dos partes y abarca la obra completa de Berrocal; a falta de ver su primer corto ("Play") y el último ("El mal de Lumance"), a continuación se comentan todas sus obras de forma cronológica. Espero poder ampliarlo en breve con la visión de estas dos piezas.


El pescador

Este corto parece una pesadilla o alucinación de corte lynchiano; en un principio seguimos las andanzas de un pescador de resultados infructuosos (lo máximo que consigue es pescar un calcetín) cuya existencia convencional se ve bruscamente interrumpida por el descubrimiento de un cadáver en una cuneta.

A partir de entonces se desarrollan una serie de escenas aparentemente inconexas que muestran a nuestro pescador en diversas situaciones rocambolescas, planteadas con cierta soltura aunque a veces con mejores intenciones que resultados; poco a poco podemos intuir la relación entre unos pasajes y otros, algunos explícitamente oníricos y otros deformados por la mente desequilibrada del pescador, siempre apoyados por el uso de algunas imágenes simbólicas: la chica salvaje es una metáfora de lo que este personaje desea, frente a su anodina novia y sus conquistas poco agraciadas. Así se establece un paralelismo entre el amor y la pesca, el pescador va regularmente al río con la intención de comerse un buen pez, y lo único que consigue es pescar calcetines; su frustración le conduce a un mundo de peligrosas y atractivas fantasías.

El empleo del montaje y el encuadre es bastante correcto, y se impone sin problemas por encima de la precariedad de los medios utilizados, creando una curiosa e indecisa mezcla entre el video casero y las intenciones profesionales; se echa de menos el haber pulido algo más el tempo del montaje, que oscila tanto como la propia concepción narrativa de la obra. Las interpretaciones resultan un poco amateur y la elección de la música algo obvia, pero a pesar de estos detalles el conjunto se las apaña para mantener el interés y regalar alguna imagen no exenta de cierta brillantez rudimentaria.


El amor de Carlos

Truculento drama con psicópata de protagonista donde van afianzándose las obsesiones de Berrocal; su mundo es un mundo extraño, de machos acomplejados y con ansias de dominación y mujeres víctimas que a menudo son secuestradas, maltratadas, violadas y/o asesinadas. En este corto tenemos todo el recital del psycho-killer, con un protagonista que no está a la altura de sus diálogos y actitudes, pero que se esfuerza en dar credibilidad a su complejo papel. Es de destacar el interesante giro final, hasta cierto punto predecible pero realmente perverso, en el que el sentimiento amoroso de la principal víctima de Carlos se ve deformado y transformado, por sus traumáticas experiencias, en un síndrome de Estocolmo sadomasoquista y malsano.

Rodado con más medios y pericia técnica que el anterior, hay muchos detalles interesantes de puesta en escena y montaje, entre ellos la presencia de una cámara de video que toma un protagonismo voyeurístico durante algunos momentos, idea no suficientemente explotada pero presente en otros cortos posteriores como "Misógino". Nuevamente los pasajes musicales tienden al exceso o a subrayar la obviedad, pero sin resultar cargante; más discutible es el empleo de algunos encadenados y ralentíes.

Sin ser una pieza redonda, se trata de una obra aceptable que apunta demasiado alto, pero que por momentos se impone sobre su mejorable acabado técnico y su pastiche de referencias cinéfilas; nuevamente, algunas imágenes terminan quedando en la memoria por su alto componente emocional.


Recuerdo tu mirada

Incursión en el fantástico con un relato de fantasmas muy satisfactorio, inspirado en el célebre mito de la chica de la curva que se repite en tantos lugares de España.

Un joven encuentra a una chica misteriosa paseando por la carretera a las afueras de su pueblo. Tras recogerla y llevarla a casa, empieza a sentirse fascinado por su extraño comportamiento y su actitud misteriosa. Poco a poco irá descubriendo que esta chica oculta un terrible secreto.

Otra vez en blanco y negro, Berrocal vuelve a demostrar que sabe crear atmósfera haciendo uso de elementos en apariencia cotidianos y jugando con el encuadre y el montaje. Particularmente efectivas son las secuencias de la carretera, cuando aparece por primera vez la mujer: el protagonista detiene el coche al verla, pero luego es incapaz de encontrarla por ningún retrovisor. En su casa, los pósters y objetos parecen cobrar vida y observar los acontecimientos. Otro momento muy atractivo, rodado a lo Hitchcock, es la secuencia en que la mujer se ducha, que parece más una fantasía erótica del propio protagonista que una escena que suceda realmente.

El conjunto está lleno de un lirismo romántico e imposible que sobrepasa con creces la falta de medios, tanto que resulta sorprendente que las sencillas imágenes y las cortas pero esforzadas interpretaciones puedan resultar tan sugerentes. Como siempre, l a tosquedad y rudeza del video casero se queda corta como recipiente de una obra que pide a gritos una reelaboración con mayor presupuesto y perfección técnica, para ser disfrutada por un público más amplio y obtener el reconocimiento que merece.


El bueno de Tom

Entretenido pero irregular corto de inspiración tarantiniana; la acción comienza con el atropello de Tom, para pasar posteriormente a aclarar su situación a través de una estructura episódica en que cada capítulo viene precedido de un título que sugiere su contenido.

Así se nos presentan una serie de personajes de corte esperpéntico que se involucran de una manera u otra en el destino de Tom: un grupo de pasotas al que Tom pide ayuda y dos ejecutivas ultra-pijas que la toman con él. Tom se presenta como un individuo campechano y algo mezquino al que el azar le juega una mala pasada.

Las situaciones y diálogos resultan en ocasiones menos divertidas de lo que pretenden ser, aunque el conjunto es más o menos simpático y cuenta con algún detalle interesante. La puesta en escena es más luminosa y colorista como corresponde a una historia de estas características, siempre con el handicap de la falta de medios materiales que resulta más evidente en esta ocasión, quizá por la mayor pretensión cinematográfica de la obra.

Sin embargo, frente a la audacia de otras obras como Atalaya reverse o Misógino, la propuesta de esta obra se queda un poco corta, excesivamente convencional, casi un ejercicio de estilo imitando las formas y motivaciones de otro autor y sin aportar nada nuevo sobre ello.


Misógino

Como hemos podido comprobar, la figura del psicópata es recurrente en las obras de Berrocal, sus asesinos tienen rasgos similares: hombres que viven en sus fantasías irrealizables y que eligen como víctimas a mujeres de buen ver, a las que no pueden conquistar por sus propios medios. En este caso, el título, "Misógino", es muy descriptivo de la personalidad de su protagonista, un fotógrafo de moda que se dedica a perseguir a su musa, una mujer idealizada cuyo retrato se repite en diversos tamaños y proporciones por las paredes de su casa. Mientras aparece esta mujer, este misógino se dedica a descuartizar a las hermosas jóvenes que posan para él, por las que siente una mezcla de deseo y desprecio.

El corto está rodado con bastante ojo para el encuadre y la creación de atmósferas malsanas, con una clara influencia de Peeping Tom en la temática y de Psicosis en la ambientación, la fotografía y varios planos a contraluz del asesino. La historia se desarrolla con mucha fluidez y está bastante bien montada, destaca el perfecto retrato de su figura principal; el único pero podrían ser las voces en off que revelan los pensamientos del protagonista, quizá innecesarias puesto que las imágenes hablan por si solas.

El conjunto resulta muy atractivo, sólido, y se eleva sin problemas por encima de la precariedad de sus medios gracias a las buenas ideas y algunas imágenes impactantes; en muchos aspectos, parece una reelaboración de algunas ideas vertidas en "El amor de Carlos".


Aquellos días de invierno

El corto más ambicioso de cuantos he visto de Berrocal, y sin embargo el menos satisfactorio. Se trata de un melodrama condensado, esta vez con una duración superior al resto de sus obras.

Una joven sufre un accidente de coche en el que pierde a sus padres y queda paralizada de cintura para abajo. Sumida en la desesperación, el azar la lleva a un encuentro fortuito con un joven alegre y vital y surge el amor. Pero su felicidad se verá finalmente truncada por un hecho impredecible y trascendente.

El melodrama de por si es un género excesivo, pero Berrocal termina por llevarlo a extremos un tanto delirantes e incluso risibles; su guión da tumbos, abunda en tópicos y resulta poco convincente, y la realización, que cae en los peores tics del drama romántico estadounidense, resulta torpe y falta de interés. Berrocal se recrea de forma complaciente en escenas íntimas "de fórmula", estereotipadas, en las que sus amantes bailan acaramelados o disfrutan por el campo, él cargando con ella a caballito para que sienta otra vez lo que es correr, mostrando lo hermoso que es el amor. Particularmente poco acertada es la secuencia en que los amantes son atacados por unos maleantes surgidos de la nada, resuelta a través de ralentíes y primeros planos de los atacantes con ojos desencajados y caras de malotes.

Se agradece la intención de dotar a la obra de mayor empaque técnico, con una fotografía más cuidada y un mayor trabajo de puesta en escena; sin embargo el resultado rezuma artificialidad por los cuatro costados y llega a resultar incluso cansino.


Atalaya reverse

Este corto es una reelaboración de otro corto anterior que agredía con bastante mala leche contra la exaltación religiosa; en su conjunto, me ha resultado uno de los más originales y atractivos de Berrocal por su audacia técnica: las andanzas de un psicópata que oye la voz de Dios (o del diablo) está contada al revés, y, como no podía ser de otra forma en esta subversión narrativa, los mensajes satánicos se oyen al derecho.

No es que, como ocurría en Memento, las escenas estén montadas en orden inverso, sino que, rizando el rizo, toda la obra transcurre hacia atrás, empleando subtítulos para los escasos diálogos. Mientras que en Memento la excusa argumental para el experimento era bastante sólida y evidente, en este caso la causa es menos obvia y cobra sentido a mitad de metraje, cuando el perturbado protagonista oye las voces en su interior que le incitan a cometer sus tropelías.

A parte de la originalidad de la propuesta hay algunas escenas construidas con interés, aunque se echa de menos una mayor concisión y uso de la síntesis y la elipsis narrativa en su elaboración; nuevamente nos encontramos ante una obra en que la carencia de medios se suple con desparpajo, en un blanco y negro a veces oscuro y otras extremadamente iluminado, siempre difuso, con una cámara dinámica que recoge gestos y detalles de sus protagonistas antes que planos generales.

Sin embargo, Berrocal no estruja al máximo las posibilidades de esta temática, cayendo con frecuencia en los tópicos del psycho-killer, y dejando huecos narrativos que parecen responder a cierta arbitrariedad y falta de ideas antes que a unas intenciones claras. En cualquier caso, junto a "El amor de Carlos" y "Misógino" conforma una notable trilogía sobre psicópatas.


Notodofilmfest

Berrocal entró a concurso con varias piezas de diversa calidad e interés; "Good Tom" era una reelaboración más corta de "El bueno de Tom", que perdía gran parte de su fuerza por amoldarse a un formato que no le sentaba excesivamente bien; la gracia del corto original era el juego de equívocos y situaciones rocambolescas y en tan corto espacio de tiempo es difícil desarrollar una historia convincente.

"El comunicado Kennedy" resulta mucho más atractivo, una pieza simpática, rodada en un solo plano y protagonizada por el propio Berrocal por partida doble interpretando a dos amantes, esta vez dando la vuelta a los tópicos sexuales.

"Gracias" y "Así se hizo Gracias" son dos minicortos realmente divertidos que suponen toda una declaración de intenciones y desparpajo por parte del propio Berrocal, que vuelve a ponerse delante de la cámara; en "Gracias", agradece, en un plano fijo, a todos sus amigos por la ayuda prestada para la realización de sus cortos, pero su discurso de agradecimiento acaba de forma bastante gamberra con un disparo en la cabeza. En "Así se hizo gracias" Berrocal nos descubre el truco de sus efectos especiales caseros para "Gracias", poniendo en evidencia que fue él solo el que preparó el corto al más puro estilo "yo me lo guiso, yo me lo como", ironizando sobre sí mismo y sobre el medio con valentía y sentido del humor.

(Para visionar los cortos hay que buscar en el apartado "sala de proyección", están a nombre de Isaac Berrocal Bravo)


Filipinos

Berrocal cuenta con dos piezas presentadas al concurso de anuncios de la marca Filipinos. Ambas ahondan en la necesidad del minimalismo narrativo dadas las limitaciones en tiempo del formato; la primera, "Irresistibles" es un gag simpático, casi cercano al cine mudo, rodado en un solo plano. El segundo anuncio es más flojo, e incluye al propio Berrocal por partida doble, empleando un recurso común en varios anuncios: uno de los personajes es puesto a prueba para que intente no comerse un filipino que tiene en la cabeza.

(Para visionar los cortos hay que buscar en el apartado "galería de videos", están a nombre de Isaak)


Concluyendo con este acercamiento a la obra de Berrocal y siguiendo con la analogía propuesta al comienzo, parece que nos encontramos ante un francotirador que tiene muy clara la intención de disparar, aunque a veces no sabe muy bien hacia dónde; su universo está poblado de personajes extraños llevados al límite, ideas que parecen haber bullido en su mente tras impresiones e influencias concretas, a veces exclusivamente cinematográficas y otras de procedencia menos evidente, pero a menudo dispersas.

Por encima de su carencia de medios, Berrocal es capaz de sorprender con audacias técnicas, montajes muy trabajados e ideas originales, que en ocasiones desaprovecha con momentos excesivamente amateur y poco consistentes, fruto más del entusiasmo que del conocimiento. Aún así lo bueno merece la pena y consigue que, salvo excepciones, uno acabe con la sensación de estar frente a una promesa, un individuo que, a poco que pula algunos conceptos rudimentarios y encuentre el equilibrio entre la influencia externa y las intenciones personales, puede sacar adelante proyectos mucho más interesantes y ambiciosos.


By Toshiro Kurosawa

Próximamente: ¿Qué color tiene un brillante futuro?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿y vosotros no veis mucha fuerza desgastada currandose tanto un estudio del tal isaac berrocal?¿no seria mejor para el blog un estudio igual de currado de cortometrajistas mas interesantes y conocidos?

Anónimo dijo...

Este tio tenia enchufe en el notodo porque le seleccionaron sus tres cortos y como le denunciaron en los foros se echaron para atras y no le premiaron.

Anónimo dijo...

gema no se puede ser mas gilipollas. Con gentuza como usted lo unico que se consigue es que se hable siempre de los mismos, sean buenos o no. Dignese en ver la obra de berrocal y cierre su puta boca. Gentuza como usted es la que acaba con el arte del cine. Mierda!