19 abril, 2006

El Gran Zambini, de Igor Legarreta y Emilio Pérez(2005)

Visionar Corto


Delicadeza y suavidad es lo primero que recibo como espectador al diluir los títulos de crédito de este melancólico cortometraje. Es “seda cinematográfica”. Se desliza en la retina como mantequilla caliente, con una fuerza visual que a veces enamora y otras evapora provocando un cierto efecto de despiste.



La tópica relación entre un padre vencido y un hijo desencantado es el esqueleto del que nace esta golosina tan almibarada como soberbia. Los personajes están muy bien dibujados y evitando el diálogo se logra sacar partido a toda una serie de registros interpretativos donde el jovencito Aníbal Tártalo es el máximo exponente. Este chaval se come la cámara a cada plano, el realizador lo sabe y abusa muy bien de esa mirada penetrante que se convierte en cuchilladas de emociones para un espectador hipnotizado y herido de encanto.

La factura técnica es impecable, cuidada, estudiada y sobre todo, perfectamente amortizada. Me ha gustado especialmente la fotografía de David Tudela, que cobra un protagonismo original en las tomas nocturnas y en esos encuadres a contraluz, consiguiendo el efecto deseado de completar las escenas y dividir emociones.

Al no existir diálogo la fuerza visual requería una mesura especial, y es aquí donde se falla y acierta a partes iguales; está todo tan milimétricamente estudiado que a veces adolece de pretenciosa y otras se regala con una fuerza portentosa. Tal vez un mayor equilibrio en la narrativa visual hubiera sido preciso para evitar el despiste y cierto estado de aburrimiento que provoca en ese tipo de espectador que no se entrega al cien por cien. Hay que pensar en todo y en todos. No es nada extraño que alguien diga que El gran Zambini le resultó aburrida. No es un corto aburrido en absoluto pero ese desequilibrio visual provoca este efecto tan poco deseado.

Es un corto para disfrutar en la superficie de su visionado, donde reside todo su zumo de emociones. Emilio Pérez e Igor Legarreta han hecho los deberes y a pesar de tratarse de una historia algo convencional en lo que a sensaciones se refiere, saben perfectamente disfrazar de originalidad, con el pretexto circense, esta historia de encuentros, desencuentros y silencios gloriosos. Su experiencia como hacedores de imágenes se nota en cada pedazo de fotograma como la firma de un cuadro, como si la fusión entre artista y obra fuera algo inherente a su estilo.

Con inocentes influencias del Tornatore de Cinema Paradiso y preciosos guiños a ET de Spielberg y El viaje a La Luna de Méliès, no rompen la barrera de su mensaje personal, original e intransferible, en una puesta en escena digna de un largometraje napoleónico, como una VISA cinematográfica de crédito infinito.

Como curiosidad de esas que completan el espectáculo literario, El gran Zambini ha sido seleccionado en una lista de festivales tan extensa como la utópica lista de Oscar Schindler. En ellos, ha recibido la friolera de más de 10 grandes premios, tanto dentro de nuestro “toro” como fuera de él. Universal es el lenguaje del cine cuando el diálogo sólo son emociones, y estas emociones han sido claramente reconocidas. Los culpables de tamaño frenesí llevan trabajando en esto del corto desde 1994 con “El rincón del Salvador” en VHS-c, comenzando a trabajar en 35mm en el 99 con cortos como “El Trabajo” o “La jaula” del 2001. La experiencia de realización es clara y contundente, pero aunque en arte esto no es garantía de nada sí es un salvavidas en la artesanía de fabricación. En el gran Zambini ese salvavidas ha sido todo un Titanic de perfección y saber hacer.

Quiero destacar por encima de todo el ojo privilegiado y artístico de sus realizadores y la frialdad expresiva del registro eterno de ese chaval llamado Aníbal Tártalo, cuyo nombre no será raro volver a ver en futuros créditos, sin desmerecer en absoluto el silencio expresivo y tan personal, como siempre, del genial Emilio Gavira.


En conclusión, para muchos El gran Zambini puede resultar un collage de emociones contenidas con silencios simétricos (mi perspectiva) y para otros un montaje de mermelada cinematográfica aburrida y previsible (puede que la suya). De cualquier forma sería injusto no apreciar la esencia visual de esta obra que oposita claramente a la mitología cortometril, con un doctorado tan perfecto, que a veces, cuando esos momentos de silencio y miradas nos atrapan, nos sentimos tan cerca de la concepción artística como de la historia que nos relata. Con una inmersión absolutista y soberbia; el gran Zambini es el sobresaliente de las emociones, y tiene la suerte de poseer el don de la delicadeza, calidez y suavidad…
…de la “seda cinematográfica”.

By Javier Hernández


Próximamente: WWW.JIMBOX.COM: EL HOMBRE CONCEBIDO EN LA RED.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena critica y muy constructiva. Enhorabuena a javier. Conozco a uno de los directores. Le dire que se pase por aqui. ¿Es el unico sitio que hay de criticas de cortos?

Anónimo dijo...

Me costaría describirlo tan perfectamente como lo has hecho ya.

Un grandísimo corto.

Saludos desde la bellota!

El zoom erótico dijo...

Muchas gracias por vuestros halagos. Se intenta hacer lo mejor posible. De verdad, gracias de todo corazón y un saludo muy especial a LA Bellota.

- Javier Hdez.-