Nota: Este texto contiene algunos spoilers del corto, dado que actualmente está disponible en Youtube, es recomendable verlo antes.
Añadido: Dado que el corto está en Youtube, que menos que dejar un enlace al mismo para verlo.
Una de las mayores dificultades que existen a la hora de enfrentarse a una narración es la "verosimilitud", o más concretamente, lo que estamos dispuestos a dejarnos engañar, también llamado normalmente suspensión de incredulidad.
Digo que es difícil porque normalmente no es una decisión consciente, y depende en mucho grado, de la capacidad de identificarnos con el protagonista y su entorno. A veces parece más fácil creerse una película de Bay que una de Hitchcock precisamente por la intención del segundo de ser más realista…
Mientras estaba viendo 70m2, dirigido por Miguel Ángel Carmona, una parte de mi cerebro no podía parar de pensar en lo absurdas que me parecían algunas situaciones o decisiones y la cantidad de cosas que yo hubiese hecho de forma diferente a la hora de enfrentarme a la situación de Iván (Alberto Amarilla).
El grave problema de esta aproximación es que la situación de Iván y todo lo que le pasa es algo con lo que dudo que tuviese que enfrentarme yo aunque viviese mil años…
Pero esta sensación de amor-odio y, sobretodo, la indignación a nivel de levantar los brazos y casi gritar a la pantalla no es algo tan negativo como uno pueda pensar porque en el fondo implica una conexión emocional, significa que uno siente empatía con el personaje y se ve lo suficientemente identificado como para ponerse en su lugar. No gusta lo que hace porque tememos que el resultado no sea bueno, en el fondo, como espectadores, queremos que las cosas salgan bien.
La historia que cuenta Carmona, empieza como una bonita historia de amor y lo que debería ser un día magnífico para Iván acaba convirtiéndose en una, como podría decir Lemony Snicket, serie de catastróficas desdichas… Carmen (Isabel Estévez), inquilina del piso decide volarse la tapa de los sesos enfrente de Iván dejando encerrado a este en el apartamento… Mientras Iván busca la manera de salir, aparece Julio (Carlos Álvarez-Nóvoa), el que parece novio de Carmen para intentar reconciliarse…
Todo este absurdo malentendido y esa indignación de la que hablaba al final dejan de tener sentido si la historia encaja y si las decisiones producen un resultado satisfactorio, no tanto en el sentido de felicidad moral como en un sentido más puramente narrativo, como hace en este caso. Las consecuencias de esas acciones o de esas situaciones inverosímiles son las que provocan este resultado y desencadenan la capacidad del corto de crear expectativas sin caer en la previsibilidad.
Una de las cosas más interesantes de 70m2 es la mezcla de géneros, comedia, suspense y drama, pero sobretodo el cambio progresivo que plantea entre ellos, sin mezclar en ningún momento ni volver sobre sus pasos, con una dirección a seguir de forma clara, y sin necesidad de caer en explicaciones innecesarias. Simplemente la cosa se deja fluir y son los sentimientos propios los que hacen que la cosa encaje. En última instancia, la narración realmente no necesita explicar los motivos de los personajes porque no influyen en el resultado final que nos debe provocar.
Es difícil encontrar cosas negativas en la parte técnica, tanto la fotografía como el trabajo de cámara de Carmona son excelentes, dando muchas posibilidades al movimiento de cámara y buscando siempre variedad de ángulos y encuadres. Entiendo que el cortometraje, como género, muchas veces tiende a la narrativa visual mucho más nerviosa en comparación al cine, que se puede permitir ser mucho más reposado, pero al final la sensación visual que provoca 70m2 no es para nada forzada y refleja la sobriedad de una persona de esas que son capaces de hacer cine grande.
Pedro Pérez (aka Findor)
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