Os presentamos aquí gran parte de lo concerniente a los preparativos y desarrollo en sí del cortometraje “Making up”, de Gustavo Prieto. En primer lugar podréis leer un pequeño comentario acerca de lo que vivimos durante nuestra presencia en la mañana del rodaje. Y a continuación tendréis la opción de leer dos entrevistas a algunos de los responsables de la puesta a punto del trabajo, en este caso al propio director, y también a su supervisor de fotografía, Nacho Aguilar, donde se profundiza en el conocimiento del proyecto y su contenido, además de ofrecerse la información necesaria para conocer a sendas personas.
El sábado 28 de octubre estuvimos en el rodaje de “Making up”, y allí pudimos comprobar cuán diferentes pueden llegar a ser los ambientes a la hora de filmar.
Si, por un lado, el director, obviamente, pretende controlar con la mayor calma y sosiego posible su trabajo, esto en ocasiones resulta una tarea poco más que complicada. Y es que, finalmente, se impone la realidad del (arduo) rodaje, y en este caso no iba a ser menos. Existen momentos de relativa calma, pero son inevitables las complicaciones, y este rodaje podría significarse como un claro ejemplo de ello.
Porque sí: nos encontramos con un agradable (aunque quizás para el director de fotografía no tanto…) sol, en medio de Madrid, capital del ruido y la furia, situados en un parque público muy transitado y a cuyo alrededor se muestra un no escaso vecindario, acompañado, además, por algún que otro lugar común para todos nosotros conocido, oséase: bares. Si a esto añadimos un rodaje con presencia de niños (para mi sorpresa encontré a ese pequeño gran actor que es Aníbal Tártalo… ¡con la cara pintada!), que se mueven a sus anchas por tan abierto espacio jugando y charlando entre ellos, tenemos como resultado un ambiente de lo más divertido y juvenil, aunque sin llegar al presuponible desorden.
Además, posteriormente nos enteramos de que durante el desarrollo anterior del rodaje existieron algunos problemas: quedarse sin Steadicam y monitor, así como, antes de comenzar a rodar, tener estropeados dos de los focos principales, complicaron sin duda la producción. Sin embargo, todo hacía indicar que el equipo se había adaptado bastante bien a la nueva y errática situación, síntoma de que las ganas muchas veces hacen más que una perfecta preparación.
Nuestra presencia fue breve, porque de verdad créanme que para tomar el pulso al ambiente de un rodaje no hace falta más que un momento, un rato, y en ese tiempo se pueden observar muchas cosas y extraer las sensaciones suficientes para no tener que molestar más tiempo del debido de manera innecesaria. Durante ese tiempo pudimos presenciar una escena que hubo de repetirse en unas cuantas tomas, lo dicho antes: un señor pasa por detrás paseando y se queda mirando a cámara; el niño que no lo hace exactamente como quiere el director y que además muestra a cámara una sonrisa inequívocamente placentera que da buena cuenta del disfrute de su momento; los señores que se están tomando la cañita en el bar de al lado que montan más bulla de la tolerable en una filmación; un móvil que suena… Todo ello refleja a las claras la situación, la sensación, el momento.
En alguna pausa es cuando aprovechamos para tirar la mayoría de las fotos que podéis ver, sin embargo también “robamos” alguna durante la filmación. Y si os fijáis en una de las de la primera clase, veréis cómo Gustavo, el director, da explicaciones -aunque yo preferiría decir que habla, porque creo que así lo haría él- a los niños, y es que ésta es una de las cosas que destacaría del ambiente: el trato general a los pequeños. Considerando de la dificultad de hacerlos ver una historia con cierta reflexión y que sean ellos mismos los que la plasmen ante la cámara, extraigo de ciertos momentos que, en este caso, este empeño resultará menos dificultoso de lo habitual, porque teniendo a un director y equipo tan atento con ellos, haciéndolos trabajar pero, a la vez, disfrutar de lo que hacen, sin duda que todos saldrán ganando, y esto no es algo evidente.
Es por eso que me quedo con la seriedad pero a la vez diversión del rodaje; existió el descontrol justo para que todos los presentes sacaran algo de la experiencia (yo incluído), y supongo que algo de eso quedará reflejado en lo que posteriormente se verá en pantalla. Profesionalidad, muchas ganas y entretenimiento, menos da un canto.
- ¿Tu primer corto profesional? ¿Cuánto trabajo te ha llevado todo lo relativo a este cortometraje y de dónde te viene la idea de hacerlo?
Si tener algo de dinero significa ser profesional, la respuesta es afirmativa. La subvención que obtuve cubría la mayoría de los gastos para su realización en vídeo, pero cuando grabamos en los exteriores se apreciaba que era un cortometraje de bajo presupuesto. De todos modos, no me puedo quejar, ya que he logrado el objetivo que siempre me marco tras un nuevo trabajo que es dar un paso más en cuanto a calidad técnica.
El cortometraje lo escribí hace un par de años, pero la primera versión era tan sólo de tres páginas y tenía un final dramático, como todas las historias que hacía por entonces. No obstante, obtuve un premio en el Certamen de Ilustración que concede mi comunidad. Durante mi primer año en la capital estuve estudiando varios cursos de guión y trabajé en esta historia, hice varias versiones y me quedé con la octava. Y en agosto recibí la subvención y me puse manos a la obra. La verdad es que no tenía intención de hacer ningún cortometraje en este año, ya que llevo un año en Madrid y no quería precipitarme, además que apenas conocía a gente, pero el premio me empujó a realizarlo.
- ¿Qué nos cuentas en él?
El tema central es la amistad entre dos niños que son maltratados, pero también hablo de la solidaridad y de enfrentarse a los miedos y los obstáculos. Daniel es un niño que juega con el maquillaje de su madre, pero le cuesta caro porque su madre lo encierra en la despensa y sus amigos le rechazan, excepto Diego. Creo que es una historia bastante cándida con esos dos niños como protagonistas.
- ¿Cómo consigues a gente como Nacho Aguilar para la fotografía o el "gran" Aníbal Tártalo como uno de los intérpretes y qué tal la relación con ellos?
Sin lugar a dudas el festival de El Escorial “Escorto” fue fundamental para el futuro de mi cortometraje. Allí conocí a Raúl Cerezo y a Coti (directores del festival), quienes me ayudaron con el equipo técnico y también allí conocí a Marta, la madre de Aníbal, a quien le dije que quería a su hijo para mi trabajo. A partir de ahí mi búsqueda de los niños fue lo primordial, ya que tenía que encontrar a cuatro niños más. Me parecía imposible, y más cuando las agencias pedían un dineral por cada crío. Mi corto era subvencionado, pero no me llegaba para tanto. Así que hice mil llamadas y contactos y los conseguí en una semana, después llegaron el equipo técnico. A Nacho le conocí por Cerezo, y sin duda ha demostrado no solo tener grandes dotes fotográficas, sino que ha trabajado con rapidez, pero sin obviar la calidad. He tenido la suerte de reunirme con un gran equipo técnico que ha trabajado muy bien. Me he sentido muy a gusto con ellos.
- ¿Y, en general, la relación con los niños: no resulta, como mínimo, agobiante el tener que dar órdenes a los pequeños, sabiendo de la dificultad que ello implica? ¿Cómo se hace para que te hagan caso?
Ni niños ni animales, ¿no? La verdad es que me he repetido más de una vez el por qué hice una escena con cinco niños en exteriores, pero tenía que hacerla. El trabajar con niños es más complicado, sin duda, porque no puedes tratarles como adultos y se cansan de tanta seriedad, porque lo que ellos quieren es jugar y comer todas las patatas del catering. Y fue en los planos de exteriores donde estuve al límite de la paciencia. Todavía no me explico cómo conseguí mantener los nervios y hablar con ellos una y otra vez sin perder los nervios. Sin lugar a dudas el truco está en eso, en no perder la calma y hablarles a la cara, es decir, agacharse y hablarles de tú a tú con tranquilidad y, por supuesto, no mentirles.
- ¿Qué tal ha ido el rodaje? ¿Complicaciones y sus soluciones?
El plan de rodaje estaba dividido en dos fines de semana, por los niños. El primero era en interiores en la casa de una amiga, la pobre vio cómo la invadimos su dulce hogar y cómo un maremoto la desmontamos la mitad de las habitaciones. Allí nos conocimos todos a nivel personal como profesional y fue muy bien. Los únicos percances que tuvimos fueron que dos focos de los que alquilados se nos fundieron. Uno de ellos vino así de la empresa. Y no sé si por desconocimiento, pero no sabíamos dónde buscar lámparas para esos focos en un fin de semana. Todavía tengo la esperanza de que haya alguna empresa que suministre este material en Madrid, porque si no habría que plantearse dedicarse a ello. Esto nos obligó a adelantar el planning para no perder horas de luz solar, por lo que Nacho y yo nos quedamos sin comer.
En exteriores los problemas se multiplicaron. Como dije, fue aquí donde se demostraba que el dinero no daba más de sí, y estábamos sin generador eléctrico, por lo que dependíamos de las baterías, pero fallaron, como también falló la empresa al no meternos en el equipo alquilado el trípode de la cámara. Así que me encontraba con que los planos eran cámara al hombro y sin combo. En fin, cuando falta dinero siempre existe la imaginación y esto es algo con lo que hay que contar en los rodajes: improvisar. Es muy importante pensar rápido para no perder el tiempo e improvisar cuando surgen imprevistos.
- ¿Qué expectativas te cubre este cortometraje?
Como ya he dicho, he logrado dar un paso más en mi filmografía. Mi primer cortometraje lo hice con cuatro técnicos y con un par de focos; el segundo fue un documental que hice tan sólo con mi cámara; luego hice otro corto de ficción donde conté con más gente, pero todavía seguía con poco material técnico. Este es mi primer corto que alquilo material, tengo catering, y mucho personal. Sin duda, he conseguido más que en el anterior trabajo. Respecto a sí conseguiré algo o no, pues queda un poco en el aire. No sé si gustará o no la historia, espero que sí y me de la oportunidad de estar en más festivales y conocer a gente, y lo más importante es que me conozcan y sepan que no hago esto como un hobby sino porque me gustaría dedicarme al cine.
- ¿Qué tienes pensado hacer después?
Seguir trabajando. Escribir y escribir, y sobre todo ver cine. Pero lo primordial es promocionar al máximo “Making up”, y más tarde intentaré preparar otro, pedir subvenciones y, como siempre, dar un paso más. Seguiré intentando meter la cabeza en este mundo que me apasiona. No busco el lado mítico del séptimo arte, sino que busco sentirme a gusto en mi trabajo, algo que me ilusione, y sin duda el cine tiene esos elementos.
- Para que la gente te conozca un poco… ¿Cómo llegas al rodaje de este corto? ¿Qué habías hecho anteriormente?
Mi experiencia práctica haciendo cine es limitada. Hace cuatro o cinco años rodé dos cortometrajes para un mismo director, pero no fueron experiencias excesivamente satisfactorias desde el punto de vista personal y ello frenó mi interés por el medio. Desde entonces -como me han dicho alguna vez- me he convertido en una especie de historiador de la fotografía cinematográfica, escribiendo múltiples artículos referentes al tema y multitud de reseñas analizando la fotografía de las películas, lo cual debe de ser una novedad porque no conozco a nadie (ni en España ni fuera de España) que se haya empleado tan a fondo en ello. Me he sentido y me siento muy realizado con esta serie de escritos, ya que la fotografía cinematográfica es un tema que siempre me ha interesado sobremanera y, desde el punto de vista editorial, creo que aún está por explorar. Pero a base de analizar y estudiar los trabajos ajenos llega un momento en el que uno se pregunta ¿por qué no puedo hacer algo así yo mismo? Así que decidí dar un paso al frente y volver a probar suerte en el mundo del cortometraje, ya que en todo este tiempo mi principal ocupación “de campo” había sido la fotografía convencional.
Y por alguna de esas extrañas coincidencias que nos regala la vida, en ese preciso instante en el que quise volver a rodar recibí una propuesta de Nicolás Alcalá, que estaba realizando la producción del cortometraje de Bruno Teixidor “Un Sabor Metálico” (actualmente en fase de montaje). Así que leí el guión, me reuní con Nicolás y con Bruno, me llevaron a las localizaciones y les di el OK para hacer el trabajo. El rodaje transcurrió como la seda y fue una experiencia maravillosa desde el punto de vista personal y profesional. Casi de manera inmediata quedé con Raúl Cerezo, al que ya había conocido mientras él estaba preparando “Escarnio”, ya que él quería que charlásemos sobre algunos aspectos de uno de sus próximos cortometrajes. También fue casualidad que Raúl estaba preparando el primer festival “Escorto” y que quería rodar un par de spots promocionales para colgar en la web del festival. Al comentarle mi vuelta a la actividad, me ofreció dirigir la fotografía de “Los Escortos” y “Día V”, los cuáles se rodaron con presupuesto cero durante un frenético fin de semana. La colaboración con Raúl es muy fluida y creo que ha sido muy satisfactoria para ambas partes, ya que él ha sido quien le sugirió mi nombre a Gustavo Prieto a la hora de rodar “Making Up”.
- ¿Qué te llama la atención de “Making up”?
Desde el punto de vista de un director de fotografía “Making Up” ofrece muchas posibilidades. Es una historia que sigue a dos niños cuyos ambientes familiares no son los más adecuados, ni desde el punto de vista afectivo ni desde el punto de vista económico. De modo que teníamos que representar las casas de estos dos muchachos y fotografiarlos en algunos exteriores de la barriada obrera en la que se supone que viven. Dotar a todas las localizaciones del mismo ambiente y crear un hilo conductor mediante la imagen es la parte creativa del trabajo y la que sin duda me resulta más interesante, porque ofrece infinitas posibilidades a la hora de visualizar la historia y de ellas hay que escoger una y tratar de mantenerla lo más fielmente posible a lo largo de todo el metraje. Ahí está el reto. Pero además me llamaba la atención la tristeza e inocencia de la historia, así como la dificultad de trabajar con niños y con una actriz ciega. ¡Lo que no sabía es que Aníbal, Diego y Silvia iban a ser el menor de mis problemas! También tuve suerte, ya que pude contar con dos operadores de cámara con los que ya había trabajado: Pablo Maqueda (“Un Sabor Metálico”) y Paco Serrano (operador de Steadicam en “Día V”). Ambos no sólo son excelentes profesionales sino que también son excelentes personas.
- ¿Cuánto trabajo de planificación para ti requiere un corto así?
Por supuesto el primer paso es leer a fondo el guión, porque todo parte de él. Leyendo el guión me voy haciendo un planteamiento de la historia en términos narrativos; es decir, analizo qué vamos a contar. Ése es el primer paso, porque soy de los que piensa que una buena fotografía no es aquélla que deleita a los ojos del espectador, sino que una buena fotografía ha de adecuarse en todo momento a la historia que el director quiere plasmar en la pantalla. Por eso una vez que he leído el guión y entiendo la historia, el siguiente paso es hablar con el director. Su visión es la que más me interesa, porque él ha de ser quien me guíe a la hora de filmarla. Normalmente, en este proceso, él me detalla las ideas que tiene para el cortometraje y yo le hablo de las que tengo yo. Así, al final, se llega a un punto en el que ambos estamos de acuerdo sobre la manera en que lo vamos a rodar y así podemos colaborar para llevarlo a buen puerto. Todo esto me parece esencial; uno no puede llegar al decorado o la localización y ponerse a discutir sobre el aspecto general del cortometraje o de un plano o una escena concreta. Eso tiene que estar establecido de antemano.
También me parece muy importante conocer personalmente los lugares en los que vamos a rodar. Si son exteriores, porque además de su aspecto resulta muy útil conocer su orientación y la forma en que los ilumina el sol de forma natural. Y los interiores, porque debo de saber qué equipo voy a necesitar y cuánto tiempo voy a tardar en iluminarlos. Saber de antemano qué voy a hacer y cómo ahorra tiempo efectivo de rodaje y además me permite verificar si vamos a poder rodar de la forma prevista en dicho lugar. Finalmente, es tremendamente importante rodar algunas pruebas con la cámara y la iluminación que se va a emplear en el cortometraje, pero desgraciadamente eso no siempre es posible y tienes que rezar para que los equipos se comporten de manera adecuada.
- Para las localizaciones, ¿debes adecuar tu trabajo a las que te dé el director, o intentas imponer la más adecuada a la foto que quieras hacer, recomendándole así tú?
Muchas veces las localizaciones están cerradas ya en el momento en el que he llegado a un proyecto, por lo que he tenido que aceptarlas de buen grado ya que el director y el director de arte las habrán escogido por algún motivo. Sin embargo, si no están cerradas, me gusta ver las opciones que se manejan porque quizá yo pueda aportar otro punto de vista o se me puede ocurrir alguna otra forma de rodar en ellas, ya sea porque quede mejor en pantalla o porque facilite nuestra labor. En este caso concreto, cuando me incorporé fui junto a Gustavo a las localizaciones en las que iban a rodarse los exteriores. Pero a mí no me parecieron calles apropiadas porque se supone que los protagonistas son gente de clase media-baja, por lo que no me los imaginaba jugando en el Parque del Oeste o caminando por la calle Princesa. Creo que la alternativa que sugerí ofrecía un aspecto “de barrio” que las localizaciones originales no tenían. A Gustavo la zona también le gustó mucho más y al final rodamos en ella. Quedaba mejor en pantalla y nos ofreció una tranquilidad y una comodidad mucho mayor a la hora de trabajar.
- ¿Qué tipo de fotografía has querido imprimir al trabajo? ¿Cuál es la más adecuada y por qué?
Por las características de la historia y de los personajes estaba claro que debíamos retratarla de la manera más realista y cruda posible, no para hacerla más próxima al espectador con un estilo documental, sino para crear esa atmósfera desde el primer fotograma. Las escenas en el interior de la cocina las iluminamos a través de la pequeña ventana que estaba en uno de los extremos de la misma, pero desgraciadamente la estancia era demasiado grande y no me servía para crear una luz unidireccional partiendo desde ese punto, por lo que tuve que utilizar más luz de relleno de esa luz principal -para crear una luz de base- que la que me gusta emplear normalmente. Como teníamos bastantes tomas en esa cocina y en casi todas aparecía Silvia -nuestra actriz ciega que interpreta a la madre de Daniel- opté por el tradicional método de rebotar la luz contra el techo para poder rodar en un ángulo de 270º sin alterar la iluminación. Eso nos permitía avanzar más deprisa y sobre todo, lo más importante, Silvia no debía de estar pendiente de ninguna marca. En esa misma cocina está la despensa en la que la madre encierra a Daniel y para una mejor distinción emocional de lo que supone para éste el ser encerrado, opté por emplear una luz mucho más anaranjada en su interior, creando un fuerte contraste con el exterior de la cocina, que tiene un color neutro de luz día.
La habitación de la madre de Daniel fue una gozada, porque por diversas circunstancias tuve que utilizar como luz principal la que entraba realmente por la ventana. Normalmente eso no se puede hacer, ya que se ha de rodar una escena que se supone que transcurre en un breve espacio de tiempo y la luz ha de mantenerse constante, lo que nunca hará la luz disponible durante un par de horas. Pero en este caso cada toma de Daniel en la habitación de la madre transcurría en un momento distinto del día y del cortometraje, por lo que no teníamos la obligación de mantener ningún tipo de continuidad. Así que únicamente utilicé algo de relleno en el interior para ver mejor alguna de las acciones que realiza el personaje, pero gran parte de las escenas están iluminadas por la luz real. Sólo varié el planteamiento para la toma que abre el cortometraje, que se supone que transcurre al amanecer. En ella encendimos una lámpara de la mesilla y la filtramos para dotarla de una mayor calidez, mientras que también filtramos con un poco de azul la ventana para sugerir el momento del día y crear, de nuevo, un bonito contraste entre distintas temperaturas de color.
Los interiores noche se rodaron sugiriendo que la luz de ambiente de la calle penetra por las ventanas y para sugerir la forma de éstas pusimos cartulinas y otros objetos delante de nuestras luces. Es un efecto que no me gusta particularmente porque no lo encuentro realista, pero es una de esas convenciones cinematográficas empleadas para resolver situaciones imposibles (ya que normalmente en una habitación, por la noche, no hay ninguna luz y no se ve nada). Al igual que la noche americana, a fuerza de verlo tantas veces el público lo acepta perfectamente. También tengo que reconocer que fue muy divertido rodar todas estas escenas, ya que tuvimos la oportunidad de experimentar diversas opciones con ella.
Siguiendo el estilo naturalista de los interiores, mi idea era rodar los exteriores con el cielo nublado, si es que el tiempo nos acompañaba. Pero el día de rodaje nos levantamos con un sol espléndido y un cielo completamente despejado, por lo que tuvimos que limitarnos a buscar la sombra y evitar efectos lumínicos de la luz del sol que pudieran embellecer las imágenes. Eso planteó algunos problemas, ya que frecuentemente nos encontrábamos rodando a los personajes en sombra pero sobre el fondo caía un sol de justicia, por lo que tuvimos que rellenarlos mediante paneles reflectores para poder percibir detalle en sus rostros. Finalmente, terminamos rodando algunos planos de los personajes caminando de forma gradual entre la sombra y el sol, con el fin de lograr en el montaje una mayor continuidad en este aspecto.
- Tengo entendido que hubo algunos “problemillas” durante el rodaje… ¿cómo se hace para solventarlos desde el punto de vista del director de fotografía?
La verdad es que no hemos tenido demasiada suerte en este rodaje, ya que nos han ocurrido desgracias de todo tipo, como perder nuestra unidad de luz más potente justo antes de iniciar el rodaje o quedarnos sin monitor y sin Steadicam al principio del rodaje en los exteriores. Cuando ocurre una desgracia de este estilo siempre trato de tomarlo con filosofía y cuando me preguntan qué vamos a hacer sin tal o cual unidad de luz le digo a la gente del equipo que vamos a seguir rodando, que sólo hemos perdido una opción y que ya haremos otra cosa. Por eso la única salida es volver a lo que decía anteriormente; si uno piensa que una escena puede rodarse de miles de formas diferentes y escoge la que cree que es la mejor de todas ellas, si falla el equipo y no se puede seguir la primera opción, habrá que optar por la segunda. Mientras se pueda rodar hay que seguir adelante porque un cortometraje no es una superproducción que puede parar de rodar porque una nube ha tapado el sol.
- ¿Qué has sacado de esta experiencia, qué es mejorable y con qué te quedas satisfecho?
Este rodaje no ha sido sencillo desde el punto de vista técnico por todos esos problemas que hemos tenido, pero cuando te ocurren cosas de este tipo y logras sacar adelante la situación, obtienes una gran satisfacción y sobre todo una mayor confianza en ti mismo. ¿Hay algo peor -desde el punto de vista de sentirse seguro- que rodar en exteriores, sin monitor y con una cámara que no tiene visor? Creo que no, y eso ya me ha sucedido. Pero volviendo al tema de la confianza y de los colaboradores, he tenido la suerte de que esto ha pasado con Paco y Pablo formando parte de mi equipo, ya que son gente de la que me podía fiar a la hora de llevar la cámara y realizar el tipo de composición que estábamos buscando.
- ¿Qué próximos proyectos tienes pendientes?
Ahora mismo voy a iniciar la preproducción de “11”, el próximo cortometraje de Raúl Cerezo. Es un gran proyecto y vamos a rodarlo en 35mm. También tengo pendiente viajar a Londres para rodar allí un videoclip que va a dirigir un amigo inglés. Viajar a un país extranjero y ser el único español de un rodaje puede ser una experiencia fantástica. Por lo demás quiero ir poco a poco y con calma, seleccionando lo que hago. No me pongo ninguna meta y puede que haga un par de cosas más y lo deje para siempre o justo lo contrario. No lo sé. Lo único que sé es que estoy en algo que me encanta y que mientras la llama se mantenga viva pienso seguir dándolo todo en ello.
NOTA: Nacho también realiza unos excelentes análisis de la fotografía cinematográfica de algunos de los últimos estrenos de la pantalla grande. Podéis leerlo en los foros de cinexilio.
COMENTARIO
El sábado 28 de octubre estuvimos en el rodaje de “Making up”, y allí pudimos comprobar cuán diferentes pueden llegar a ser los ambientes a la hora de filmar.
Si, por un lado, el director, obviamente, pretende controlar con la mayor calma y sosiego posible su trabajo, esto en ocasiones resulta una tarea poco más que complicada. Y es que, finalmente, se impone la realidad del (arduo) rodaje, y en este caso no iba a ser menos. Existen momentos de relativa calma, pero son inevitables las complicaciones, y este rodaje podría significarse como un claro ejemplo de ello.
Porque sí: nos encontramos con un agradable (aunque quizás para el director de fotografía no tanto…) sol, en medio de Madrid, capital del ruido y la furia, situados en un parque público muy transitado y a cuyo alrededor se muestra un no escaso vecindario, acompañado, además, por algún que otro lugar común para todos nosotros conocido, oséase: bares. Si a esto añadimos un rodaje con presencia de niños (para mi sorpresa encontré a ese pequeño gran actor que es Aníbal Tártalo… ¡con la cara pintada!), que se mueven a sus anchas por tan abierto espacio jugando y charlando entre ellos, tenemos como resultado un ambiente de lo más divertido y juvenil, aunque sin llegar al presuponible desorden.
Además, posteriormente nos enteramos de que durante el desarrollo anterior del rodaje existieron algunos problemas: quedarse sin Steadicam y monitor, así como, antes de comenzar a rodar, tener estropeados dos de los focos principales, complicaron sin duda la producción. Sin embargo, todo hacía indicar que el equipo se había adaptado bastante bien a la nueva y errática situación, síntoma de que las ganas muchas veces hacen más que una perfecta preparación.
Nuestra presencia fue breve, porque de verdad créanme que para tomar el pulso al ambiente de un rodaje no hace falta más que un momento, un rato, y en ese tiempo se pueden observar muchas cosas y extraer las sensaciones suficientes para no tener que molestar más tiempo del debido de manera innecesaria. Durante ese tiempo pudimos presenciar una escena que hubo de repetirse en unas cuantas tomas, lo dicho antes: un señor pasa por detrás paseando y se queda mirando a cámara; el niño que no lo hace exactamente como quiere el director y que además muestra a cámara una sonrisa inequívocamente placentera que da buena cuenta del disfrute de su momento; los señores que se están tomando la cañita en el bar de al lado que montan más bulla de la tolerable en una filmación; un móvil que suena… Todo ello refleja a las claras la situación, la sensación, el momento.
En alguna pausa es cuando aprovechamos para tirar la mayoría de las fotos que podéis ver, sin embargo también “robamos” alguna durante la filmación. Y si os fijáis en una de las de la primera clase, veréis cómo Gustavo, el director, da explicaciones -aunque yo preferiría decir que habla, porque creo que así lo haría él- a los niños, y es que ésta es una de las cosas que destacaría del ambiente: el trato general a los pequeños. Considerando de la dificultad de hacerlos ver una historia con cierta reflexión y que sean ellos mismos los que la plasmen ante la cámara, extraigo de ciertos momentos que, en este caso, este empeño resultará menos dificultoso de lo habitual, porque teniendo a un director y equipo tan atento con ellos, haciéndolos trabajar pero, a la vez, disfrutar de lo que hacen, sin duda que todos saldrán ganando, y esto no es algo evidente.
Es por eso que me quedo con la seriedad pero a la vez diversión del rodaje; existió el descontrol justo para que todos los presentes sacaran algo de la experiencia (yo incluído), y supongo que algo de eso quedará reflejado en lo que posteriormente se verá en pantalla. Profesionalidad, muchas ganas y entretenimiento, menos da un canto.
ENTREVISTA A GUSTAVO PRIETO (DIRECTOR)
- ¿Tu primer corto profesional? ¿Cuánto trabajo te ha llevado todo lo relativo a este cortometraje y de dónde te viene la idea de hacerlo?
Si tener algo de dinero significa ser profesional, la respuesta es afirmativa. La subvención que obtuve cubría la mayoría de los gastos para su realización en vídeo, pero cuando grabamos en los exteriores se apreciaba que era un cortometraje de bajo presupuesto. De todos modos, no me puedo quejar, ya que he logrado el objetivo que siempre me marco tras un nuevo trabajo que es dar un paso más en cuanto a calidad técnica.
El cortometraje lo escribí hace un par de años, pero la primera versión era tan sólo de tres páginas y tenía un final dramático, como todas las historias que hacía por entonces. No obstante, obtuve un premio en el Certamen de Ilustración que concede mi comunidad. Durante mi primer año en la capital estuve estudiando varios cursos de guión y trabajé en esta historia, hice varias versiones y me quedé con la octava. Y en agosto recibí la subvención y me puse manos a la obra. La verdad es que no tenía intención de hacer ningún cortometraje en este año, ya que llevo un año en Madrid y no quería precipitarme, además que apenas conocía a gente, pero el premio me empujó a realizarlo.
- ¿Qué nos cuentas en él?
El tema central es la amistad entre dos niños que son maltratados, pero también hablo de la solidaridad y de enfrentarse a los miedos y los obstáculos. Daniel es un niño que juega con el maquillaje de su madre, pero le cuesta caro porque su madre lo encierra en la despensa y sus amigos le rechazan, excepto Diego. Creo que es una historia bastante cándida con esos dos niños como protagonistas.
- ¿Cómo consigues a gente como Nacho Aguilar para la fotografía o el "gran" Aníbal Tártalo como uno de los intérpretes y qué tal la relación con ellos?
Sin lugar a dudas el festival de El Escorial “Escorto” fue fundamental para el futuro de mi cortometraje. Allí conocí a Raúl Cerezo y a Coti (directores del festival), quienes me ayudaron con el equipo técnico y también allí conocí a Marta, la madre de Aníbal, a quien le dije que quería a su hijo para mi trabajo. A partir de ahí mi búsqueda de los niños fue lo primordial, ya que tenía que encontrar a cuatro niños más. Me parecía imposible, y más cuando las agencias pedían un dineral por cada crío. Mi corto era subvencionado, pero no me llegaba para tanto. Así que hice mil llamadas y contactos y los conseguí en una semana, después llegaron el equipo técnico. A Nacho le conocí por Cerezo, y sin duda ha demostrado no solo tener grandes dotes fotográficas, sino que ha trabajado con rapidez, pero sin obviar la calidad. He tenido la suerte de reunirme con un gran equipo técnico que ha trabajado muy bien. Me he sentido muy a gusto con ellos.
- ¿Y, en general, la relación con los niños: no resulta, como mínimo, agobiante el tener que dar órdenes a los pequeños, sabiendo de la dificultad que ello implica? ¿Cómo se hace para que te hagan caso?
Ni niños ni animales, ¿no? La verdad es que me he repetido más de una vez el por qué hice una escena con cinco niños en exteriores, pero tenía que hacerla. El trabajar con niños es más complicado, sin duda, porque no puedes tratarles como adultos y se cansan de tanta seriedad, porque lo que ellos quieren es jugar y comer todas las patatas del catering. Y fue en los planos de exteriores donde estuve al límite de la paciencia. Todavía no me explico cómo conseguí mantener los nervios y hablar con ellos una y otra vez sin perder los nervios. Sin lugar a dudas el truco está en eso, en no perder la calma y hablarles a la cara, es decir, agacharse y hablarles de tú a tú con tranquilidad y, por supuesto, no mentirles.
- ¿Qué tal ha ido el rodaje? ¿Complicaciones y sus soluciones?
El plan de rodaje estaba dividido en dos fines de semana, por los niños. El primero era en interiores en la casa de una amiga, la pobre vio cómo la invadimos su dulce hogar y cómo un maremoto la desmontamos la mitad de las habitaciones. Allí nos conocimos todos a nivel personal como profesional y fue muy bien. Los únicos percances que tuvimos fueron que dos focos de los que alquilados se nos fundieron. Uno de ellos vino así de la empresa. Y no sé si por desconocimiento, pero no sabíamos dónde buscar lámparas para esos focos en un fin de semana. Todavía tengo la esperanza de que haya alguna empresa que suministre este material en Madrid, porque si no habría que plantearse dedicarse a ello. Esto nos obligó a adelantar el planning para no perder horas de luz solar, por lo que Nacho y yo nos quedamos sin comer.
En exteriores los problemas se multiplicaron. Como dije, fue aquí donde se demostraba que el dinero no daba más de sí, y estábamos sin generador eléctrico, por lo que dependíamos de las baterías, pero fallaron, como también falló la empresa al no meternos en el equipo alquilado el trípode de la cámara. Así que me encontraba con que los planos eran cámara al hombro y sin combo. En fin, cuando falta dinero siempre existe la imaginación y esto es algo con lo que hay que contar en los rodajes: improvisar. Es muy importante pensar rápido para no perder el tiempo e improvisar cuando surgen imprevistos.
- ¿Qué expectativas te cubre este cortometraje?
Como ya he dicho, he logrado dar un paso más en mi filmografía. Mi primer cortometraje lo hice con cuatro técnicos y con un par de focos; el segundo fue un documental que hice tan sólo con mi cámara; luego hice otro corto de ficción donde conté con más gente, pero todavía seguía con poco material técnico. Este es mi primer corto que alquilo material, tengo catering, y mucho personal. Sin duda, he conseguido más que en el anterior trabajo. Respecto a sí conseguiré algo o no, pues queda un poco en el aire. No sé si gustará o no la historia, espero que sí y me de la oportunidad de estar en más festivales y conocer a gente, y lo más importante es que me conozcan y sepan que no hago esto como un hobby sino porque me gustaría dedicarme al cine.
- ¿Qué tienes pensado hacer después?
Seguir trabajando. Escribir y escribir, y sobre todo ver cine. Pero lo primordial es promocionar al máximo “Making up”, y más tarde intentaré preparar otro, pedir subvenciones y, como siempre, dar un paso más. Seguiré intentando meter la cabeza en este mundo que me apasiona. No busco el lado mítico del séptimo arte, sino que busco sentirme a gusto en mi trabajo, algo que me ilusione, y sin duda el cine tiene esos elementos.
ENTREVISTA A IGNACIO A. AGUILAR (DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA)
- Para que la gente te conozca un poco… ¿Cómo llegas al rodaje de este corto? ¿Qué habías hecho anteriormente?
Mi experiencia práctica haciendo cine es limitada. Hace cuatro o cinco años rodé dos cortometrajes para un mismo director, pero no fueron experiencias excesivamente satisfactorias desde el punto de vista personal y ello frenó mi interés por el medio. Desde entonces -como me han dicho alguna vez- me he convertido en una especie de historiador de la fotografía cinematográfica, escribiendo múltiples artículos referentes al tema y multitud de reseñas analizando la fotografía de las películas, lo cual debe de ser una novedad porque no conozco a nadie (ni en España ni fuera de España) que se haya empleado tan a fondo en ello. Me he sentido y me siento muy realizado con esta serie de escritos, ya que la fotografía cinematográfica es un tema que siempre me ha interesado sobremanera y, desde el punto de vista editorial, creo que aún está por explorar. Pero a base de analizar y estudiar los trabajos ajenos llega un momento en el que uno se pregunta ¿por qué no puedo hacer algo así yo mismo? Así que decidí dar un paso al frente y volver a probar suerte en el mundo del cortometraje, ya que en todo este tiempo mi principal ocupación “de campo” había sido la fotografía convencional.
Y por alguna de esas extrañas coincidencias que nos regala la vida, en ese preciso instante en el que quise volver a rodar recibí una propuesta de Nicolás Alcalá, que estaba realizando la producción del cortometraje de Bruno Teixidor “Un Sabor Metálico” (actualmente en fase de montaje). Así que leí el guión, me reuní con Nicolás y con Bruno, me llevaron a las localizaciones y les di el OK para hacer el trabajo. El rodaje transcurrió como la seda y fue una experiencia maravillosa desde el punto de vista personal y profesional. Casi de manera inmediata quedé con Raúl Cerezo, al que ya había conocido mientras él estaba preparando “Escarnio”, ya que él quería que charlásemos sobre algunos aspectos de uno de sus próximos cortometrajes. También fue casualidad que Raúl estaba preparando el primer festival “Escorto” y que quería rodar un par de spots promocionales para colgar en la web del festival. Al comentarle mi vuelta a la actividad, me ofreció dirigir la fotografía de “Los Escortos” y “Día V”, los cuáles se rodaron con presupuesto cero durante un frenético fin de semana. La colaboración con Raúl es muy fluida y creo que ha sido muy satisfactoria para ambas partes, ya que él ha sido quien le sugirió mi nombre a Gustavo Prieto a la hora de rodar “Making Up”.
- ¿Qué te llama la atención de “Making up”?
Desde el punto de vista de un director de fotografía “Making Up” ofrece muchas posibilidades. Es una historia que sigue a dos niños cuyos ambientes familiares no son los más adecuados, ni desde el punto de vista afectivo ni desde el punto de vista económico. De modo que teníamos que representar las casas de estos dos muchachos y fotografiarlos en algunos exteriores de la barriada obrera en la que se supone que viven. Dotar a todas las localizaciones del mismo ambiente y crear un hilo conductor mediante la imagen es la parte creativa del trabajo y la que sin duda me resulta más interesante, porque ofrece infinitas posibilidades a la hora de visualizar la historia y de ellas hay que escoger una y tratar de mantenerla lo más fielmente posible a lo largo de todo el metraje. Ahí está el reto. Pero además me llamaba la atención la tristeza e inocencia de la historia, así como la dificultad de trabajar con niños y con una actriz ciega. ¡Lo que no sabía es que Aníbal, Diego y Silvia iban a ser el menor de mis problemas! También tuve suerte, ya que pude contar con dos operadores de cámara con los que ya había trabajado: Pablo Maqueda (“Un Sabor Metálico”) y Paco Serrano (operador de Steadicam en “Día V”). Ambos no sólo son excelentes profesionales sino que también son excelentes personas.
- ¿Cuánto trabajo de planificación para ti requiere un corto así?
Por supuesto el primer paso es leer a fondo el guión, porque todo parte de él. Leyendo el guión me voy haciendo un planteamiento de la historia en términos narrativos; es decir, analizo qué vamos a contar. Ése es el primer paso, porque soy de los que piensa que una buena fotografía no es aquélla que deleita a los ojos del espectador, sino que una buena fotografía ha de adecuarse en todo momento a la historia que el director quiere plasmar en la pantalla. Por eso una vez que he leído el guión y entiendo la historia, el siguiente paso es hablar con el director. Su visión es la que más me interesa, porque él ha de ser quien me guíe a la hora de filmarla. Normalmente, en este proceso, él me detalla las ideas que tiene para el cortometraje y yo le hablo de las que tengo yo. Así, al final, se llega a un punto en el que ambos estamos de acuerdo sobre la manera en que lo vamos a rodar y así podemos colaborar para llevarlo a buen puerto. Todo esto me parece esencial; uno no puede llegar al decorado o la localización y ponerse a discutir sobre el aspecto general del cortometraje o de un plano o una escena concreta. Eso tiene que estar establecido de antemano.
También me parece muy importante conocer personalmente los lugares en los que vamos a rodar. Si son exteriores, porque además de su aspecto resulta muy útil conocer su orientación y la forma en que los ilumina el sol de forma natural. Y los interiores, porque debo de saber qué equipo voy a necesitar y cuánto tiempo voy a tardar en iluminarlos. Saber de antemano qué voy a hacer y cómo ahorra tiempo efectivo de rodaje y además me permite verificar si vamos a poder rodar de la forma prevista en dicho lugar. Finalmente, es tremendamente importante rodar algunas pruebas con la cámara y la iluminación que se va a emplear en el cortometraje, pero desgraciadamente eso no siempre es posible y tienes que rezar para que los equipos se comporten de manera adecuada.
- Para las localizaciones, ¿debes adecuar tu trabajo a las que te dé el director, o intentas imponer la más adecuada a la foto que quieras hacer, recomendándole así tú?
Muchas veces las localizaciones están cerradas ya en el momento en el que he llegado a un proyecto, por lo que he tenido que aceptarlas de buen grado ya que el director y el director de arte las habrán escogido por algún motivo. Sin embargo, si no están cerradas, me gusta ver las opciones que se manejan porque quizá yo pueda aportar otro punto de vista o se me puede ocurrir alguna otra forma de rodar en ellas, ya sea porque quede mejor en pantalla o porque facilite nuestra labor. En este caso concreto, cuando me incorporé fui junto a Gustavo a las localizaciones en las que iban a rodarse los exteriores. Pero a mí no me parecieron calles apropiadas porque se supone que los protagonistas son gente de clase media-baja, por lo que no me los imaginaba jugando en el Parque del Oeste o caminando por la calle Princesa. Creo que la alternativa que sugerí ofrecía un aspecto “de barrio” que las localizaciones originales no tenían. A Gustavo la zona también le gustó mucho más y al final rodamos en ella. Quedaba mejor en pantalla y nos ofreció una tranquilidad y una comodidad mucho mayor a la hora de trabajar.
- ¿Qué tipo de fotografía has querido imprimir al trabajo? ¿Cuál es la más adecuada y por qué?
Por las características de la historia y de los personajes estaba claro que debíamos retratarla de la manera más realista y cruda posible, no para hacerla más próxima al espectador con un estilo documental, sino para crear esa atmósfera desde el primer fotograma. Las escenas en el interior de la cocina las iluminamos a través de la pequeña ventana que estaba en uno de los extremos de la misma, pero desgraciadamente la estancia era demasiado grande y no me servía para crear una luz unidireccional partiendo desde ese punto, por lo que tuve que utilizar más luz de relleno de esa luz principal -para crear una luz de base- que la que me gusta emplear normalmente. Como teníamos bastantes tomas en esa cocina y en casi todas aparecía Silvia -nuestra actriz ciega que interpreta a la madre de Daniel- opté por el tradicional método de rebotar la luz contra el techo para poder rodar en un ángulo de 270º sin alterar la iluminación. Eso nos permitía avanzar más deprisa y sobre todo, lo más importante, Silvia no debía de estar pendiente de ninguna marca. En esa misma cocina está la despensa en la que la madre encierra a Daniel y para una mejor distinción emocional de lo que supone para éste el ser encerrado, opté por emplear una luz mucho más anaranjada en su interior, creando un fuerte contraste con el exterior de la cocina, que tiene un color neutro de luz día.
La habitación de la madre de Daniel fue una gozada, porque por diversas circunstancias tuve que utilizar como luz principal la que entraba realmente por la ventana. Normalmente eso no se puede hacer, ya que se ha de rodar una escena que se supone que transcurre en un breve espacio de tiempo y la luz ha de mantenerse constante, lo que nunca hará la luz disponible durante un par de horas. Pero en este caso cada toma de Daniel en la habitación de la madre transcurría en un momento distinto del día y del cortometraje, por lo que no teníamos la obligación de mantener ningún tipo de continuidad. Así que únicamente utilicé algo de relleno en el interior para ver mejor alguna de las acciones que realiza el personaje, pero gran parte de las escenas están iluminadas por la luz real. Sólo varié el planteamiento para la toma que abre el cortometraje, que se supone que transcurre al amanecer. En ella encendimos una lámpara de la mesilla y la filtramos para dotarla de una mayor calidez, mientras que también filtramos con un poco de azul la ventana para sugerir el momento del día y crear, de nuevo, un bonito contraste entre distintas temperaturas de color.
Los interiores noche se rodaron sugiriendo que la luz de ambiente de la calle penetra por las ventanas y para sugerir la forma de éstas pusimos cartulinas y otros objetos delante de nuestras luces. Es un efecto que no me gusta particularmente porque no lo encuentro realista, pero es una de esas convenciones cinematográficas empleadas para resolver situaciones imposibles (ya que normalmente en una habitación, por la noche, no hay ninguna luz y no se ve nada). Al igual que la noche americana, a fuerza de verlo tantas veces el público lo acepta perfectamente. También tengo que reconocer que fue muy divertido rodar todas estas escenas, ya que tuvimos la oportunidad de experimentar diversas opciones con ella.
Siguiendo el estilo naturalista de los interiores, mi idea era rodar los exteriores con el cielo nublado, si es que el tiempo nos acompañaba. Pero el día de rodaje nos levantamos con un sol espléndido y un cielo completamente despejado, por lo que tuvimos que limitarnos a buscar la sombra y evitar efectos lumínicos de la luz del sol que pudieran embellecer las imágenes. Eso planteó algunos problemas, ya que frecuentemente nos encontrábamos rodando a los personajes en sombra pero sobre el fondo caía un sol de justicia, por lo que tuvimos que rellenarlos mediante paneles reflectores para poder percibir detalle en sus rostros. Finalmente, terminamos rodando algunos planos de los personajes caminando de forma gradual entre la sombra y el sol, con el fin de lograr en el montaje una mayor continuidad en este aspecto.
- Tengo entendido que hubo algunos “problemillas” durante el rodaje… ¿cómo se hace para solventarlos desde el punto de vista del director de fotografía?
La verdad es que no hemos tenido demasiada suerte en este rodaje, ya que nos han ocurrido desgracias de todo tipo, como perder nuestra unidad de luz más potente justo antes de iniciar el rodaje o quedarnos sin monitor y sin Steadicam al principio del rodaje en los exteriores. Cuando ocurre una desgracia de este estilo siempre trato de tomarlo con filosofía y cuando me preguntan qué vamos a hacer sin tal o cual unidad de luz le digo a la gente del equipo que vamos a seguir rodando, que sólo hemos perdido una opción y que ya haremos otra cosa. Por eso la única salida es volver a lo que decía anteriormente; si uno piensa que una escena puede rodarse de miles de formas diferentes y escoge la que cree que es la mejor de todas ellas, si falla el equipo y no se puede seguir la primera opción, habrá que optar por la segunda. Mientras se pueda rodar hay que seguir adelante porque un cortometraje no es una superproducción que puede parar de rodar porque una nube ha tapado el sol.
- ¿Qué has sacado de esta experiencia, qué es mejorable y con qué te quedas satisfecho?
Este rodaje no ha sido sencillo desde el punto de vista técnico por todos esos problemas que hemos tenido, pero cuando te ocurren cosas de este tipo y logras sacar adelante la situación, obtienes una gran satisfacción y sobre todo una mayor confianza en ti mismo. ¿Hay algo peor -desde el punto de vista de sentirse seguro- que rodar en exteriores, sin monitor y con una cámara que no tiene visor? Creo que no, y eso ya me ha sucedido. Pero volviendo al tema de la confianza y de los colaboradores, he tenido la suerte de que esto ha pasado con Paco y Pablo formando parte de mi equipo, ya que son gente de la que me podía fiar a la hora de llevar la cámara y realizar el tipo de composición que estábamos buscando.
- ¿Qué próximos proyectos tienes pendientes?
Ahora mismo voy a iniciar la preproducción de “11”, el próximo cortometraje de Raúl Cerezo. Es un gran proyecto y vamos a rodarlo en 35mm. También tengo pendiente viajar a Londres para rodar allí un videoclip que va a dirigir un amigo inglés. Viajar a un país extranjero y ser el único español de un rodaje puede ser una experiencia fantástica. Por lo demás quiero ir poco a poco y con calma, seleccionando lo que hago. No me pongo ninguna meta y puede que haga un par de cosas más y lo deje para siempre o justo lo contrario. No lo sé. Lo único que sé es que estoy en algo que me encanta y que mientras la llama se mantenga viva pienso seguir dándolo todo en ello.
NOTA: Nacho también realiza unos excelentes análisis de la fotografía cinematográfica de algunos de los últimos estrenos de la pantalla grande. Podéis leerlo en los foros de cinexilio.
by Roberto García-Ochoa Peces
PRÓXIMAMENTE: Este lunes, las nominaciones a los Goya. ¿Saben valorar cortometrajes en los más importantes premios de nuestro cine?
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8 comentarios:
mola el curre pero las fotos parecen hechas con camara de miky maus
fue un rodaje fantastico, y como bien dice Nacho, un autentico placer trabajar con ese equipo :)
Os lo habéis currado. ¡Muchas gracias! Hoy mismo he empezado a montarlo... está quedando muy chulo!!
Interesante entrevista. Hay ganas de ver 'Making up'. Mucha suerte.
Un saludo desde La Bellota!
esta muy bien el reportaje ¿vais a cubrir mas rodajes? este blog mejora en cada actualizacion
Si,vamos a cubrir más rodajes, pensamos en ello como sección fija.
Hola, soy Roberto.
Bueno, ante todo muchas gracias a todos por vuestros comentarios, era mi primer artículo y estaba un poco inquieto. Me alegro que haya gustado.
Y, contestando a vampirella, como bien dice henrique, habrá más. De hecho en breve aparecerá otro artículo sobre otro rodaje, esta vez de "Conciencias", de Diego López Cotillo.
Saludos.
¡Gracias por vuestra labor de promoción del mundo del cortometraje!
Nacho Aguilar
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