El Cine, como cualquier medio de expresión artística, busca en la elección de sus estructuras y formatos, en sus temas y arquetipos, una reacción emocional del receptor, una respuesta a una pregunta formulada, implícitamente o no, por un argumento recurrente en el que propio espectador puede (y tiene oportunidad de) sentirse identificado.
El corto de Luiso Berdejo y Jorge C. Dorado no provoca reacciones sino rabia en su aguda disertación fílmica sobre un concepto etéreo pero sobradamente reconocible como es la inhumanidad. Por eso no deja de ser chocante que el punto de vista elegido para la narración de este doloroso relato sea una voz en off inquisitoria, una segunda persona del singular de indudable calado punzante que sirve para introducirnos y finalmente contarnos esta truculenta historia de guerra protagonizada por dos hermanos hostigados por la más severa e intransigente fatalidad.
Y es que, aunque el contexto en el que tiene lugar el desarrollo del argumento es identificable (numerosas pistas nos hacen pensar que nos encontramos en la Francia ocupada en mitad de la Segunda Guerra Mundial), la abstracción domina buena parte de su metraje, quedando así la trama desprovista de proclamas maniqueas que persuadan al espectador a sentirse parte de una parte, quedando bajo la piel únicamente el recuerdo de un niño arrebujado en un armario, y una sensación de temor creciente cuya gravedad va intensificándose a medida que las imágenes, aparentemente aleatorias, comienzan a completar un puzzle, definitivamente, bosquejado por la tragedia.
"La Guerra", una película corta de gran dramatismo, introduce su simiente en el género antibélico como antes lo han hecho otras que al igual que ésta basaron sus entramados en propuestas donde lo que menos importa es el entorno geográfico que da nombre y origen a la contienda, o las cábalas y estrategias militaristas que desnivelan la balanza a favor del más poderoso, dejando únicamente en la retina la sensación de derrota continua y el desasosiego provocado por la sinrazón de una contienda belicosa aquí personificada en un hombre, pero también podía ser una bestia, que persigue a dos seres debilitados por una batalla en la que no recuerdan haber querido participar...
Desde este punto de vista, el cortometraje se rebela como un cuento de terror al uso donde el perseguidor y el perseguido interaccionan con los objetos y el entorno buscando un lugar para esconderse (lo que representa una liberación) o para atisbar su presa (lo que representa la consecución de un objetivo). Los directores se alejan pues, en su crudeza, de peroratas de corte antibeligerante, realizando una historia sencilla donde el punto de vista de la narración permanece inalterado durante todo el desarrollo argumental a pesar de que algunos insertos (como la muerte de su madre, o la sombra del soldado a las espaldas del protagonista) pudieran llegar a sugerir lo contrario (y que, sin embargo, se justifican en tanto no representan sino el pensamiento de su protagonista en la voz de una narradora adusta e insensible). La música, el montaje fraccionado, la dirección artística... se presentan al servicio de una historia, esencialmente, climática que todavía guarda su última carta en un plano final devastador que no deja lugar a dudas de la posición moral asumida por sus creadores...
Las imágenes que conforman La Guerra, en fin, se vierten granuladas sobre la conciencia de un espectador, del todo punto, ajeno a las servidumbres determinantes de este tipo de conflictos. Son nueve minutos intensos y desalentadores, que se niegan a renunciar a su condición de obra dogmática, que hurgan en las cloacas de la conciencia humana extrayendo de ellas un mensaje de aires sombríos dominado, pues sí, por el pesimismo y la desesperanza. Que es justo lo que suele pasar cuando la lírica se pone al servicio de una historia audiovisual cuyo final nos enfrenta al más impasible de nuestros enemigos: la naturaleza humana.
La Guerra, también la de Luiso Berdejo y Jorge C. Dorado, representa eso... Y mucho más.
Lo más destacable: su último plano: un ajuste de cuentas de apariencia mística que nos indica, bien y a las claras, la vocación transgresora de este sobresaliente trabajo.
Lo menos destacado: que su resolución no permita siquiera un hálito de esperanza que compense, de alguna forma, la desdicha (descarnada) que acabamos de presenciar.
Calificación: 9
By J.P. Bango
Próximamente: Perfect, de Rankin (2002)
6 comentarios:
Para mí, uno de los mejores cortos del año.
Poco menos
que una obra maestra
y uno de los mejores
trabajos que yo recuerde...
Lo vi en el dvd de fotogramas y es la bomba.
Ese final es como una patada en los huevos, (lo estoy recordando en mi cabeza) impresionante.
PD. Cada vez está más de moda el meter una voz extranjera para contar historias en off.
Habría que ver por qué se hace eso, si para dar un toque más "cool" jeej, si para hacer más universal la historia y que se vea en más sitios, o (esta es la que pienso)para dar un toque más creible, puesto que en cierta medida atrae más, y te hace estar más pendiente de la historia, que si escuchásemos a alguien en nuestro idioma.
Un grandisimo corto.
Hombre listillo, está rodado en francés porque el personaje es francés, si sabes un poco de historia deberias sabeer el por que
Hola Slis, no hacían falta "piropos". Que el personaje es francés, ya nos hemos dado cuenta todos, pero tampoco hacía falta que fuese de ese país, ya que la guerra es básicamente igual en todo el mundo, y ese ejemplo se da en muchos paises. Y mi comentario era porque (no conozco la ficha técnica del corto) siendo los directores españoles pues se podía haber optado por hacerlo en otro idioma, y me ha chocado el incremento de cortos con una voz en off en otro idioma.
Ni que me hubiese metido con el corto.
En fin, un saludo a todos.
PD. Este me recuerda al corto "patesnak" (cuento de invierno) de Iñaki Elizalde, el cual está con un idioma inventado.
Mucha suerte en Los Goya
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