"Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros." (Groucho Marx)
Empiezo con una cita de Groucho Marx porque el tema de los principios cambiantes en esto del cine es algo que está siempre en punta de lanza. Es muy fácil renunciar a ellos si esto permite tener alguna posibilidad de irte con la chica guapa o hacer algo que normalmente no sueñas. Desde aquí este pequeño mundo que tenemos montado siempre hablamos de evaluar las obras por los resultados y no por los objetivos o las intenciones, este es uno de nuestros principios y que intentamos seguir a rajatabla. Aun así, es difícil llegar a pensar siempre de esta forma y no llegar a algún tipo de acuerdo o a dar méritos a las obras también por sus intenciones. Ahí está la HP Lovecraft Historical Society haciendo fan-films que suplen sus carencias de medios con mucha soltura y que funcionan, no tanto a nivel formal, pero sí como un conjunto coherente a lo que se quiere contar.
De una manera un poco parecida, aunque no del todo, podría evaluar el corto que ocupa hoy esta sección, "El cocodrilo Nilo" en el sentido que aunque pueda decir que el resultado no es del todo satisfactorio, los objetivos y la manera de plantearlo merecen mucho más que eso. Lamentablemente esta es una información que está lejos del espectador medio, es decir, yo tengo la suerte de hablar con Cerezo, que habla con los directores y acabo teniendo información más o menos privilegiada que me permite evaluar estas cosas desde varios puntos de vista. Es por eso que como espectador puedo decir que Nilo no funciona, pero como crítico (de garrafón) tengo que aplaudir la decisión de Javier Dampierre de hacer exactamente lo que quería.
El puto cocodrilo |
El problema de Nilo no es técnico, la verdad es que la factura en este aspecto es notable, tanto los actores (quizá el niño a veces convence menos) como la narración funcionan de forma aislada en cada una de las escenas, la parte de humor hace gracia y la historia está bien contada, no hay nada que realmente uno pueda decir que sea pésimo... Entonces, os preguntaréis algunos... ¿Dónde está el problema?
El problema está en el tono... Que es así como un ente abstracto que marca la línea a seguir por lo que uno cuenta. No es para nada una elección entre "acaba bien" o "acaba mal" como que la línea marcada por el corto en su principio no acabe de cuadrar con el "acaba mal". Y aquí hay un tema que yo no comparto con el espectador medio y es que no busco el happy ending, sino que intento buscar la coherencia de lo explicado, es por eso que pienso que 12 monos no puede tener otro final, pero también creo que Nilo no puede tener ese final…
Y tampoco es nada que no se marque, de muchas maneras, el corto está diciendo (y comparto el sentimiento), que el niño protagonista se lo "merece", en muchas ocasiones me encontraba pensando: "lo mataría", pero incluso con esas, al saber que realmente ese es el final por ser así, acaba rompiendo el tono.
A pesar de esto, no puedo decir que Nilo es malo, de hecho no lo es, la palabra que uso es fallido, como espectador hay algo que no acaba de funcionar, pero como conocedor de las circunstancias, me alegro que Dampierre tomase la decisión de hacer las cosas como él veía y como él decidió por encima de las posibles reacciones del público. Es el punto que considero siempre importante en el cortometraje y que a veces me quejo, evitar ceder ante las concesiones de la posible audiencia porque al final es un arma de doble filo…
Espero que el próximo corto te guste... o si no... |
¿Nilo no funciona? ¿Y qué? La valentía también es un mérito y espero que Dampierre pueda seguir haciendo las cosas como él cree, y no como crean los demás…
Pedro Pérez (aka Findor)
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