Uno de los mayores varapalos que llevó a la industria del cine pornográfico a no ser tomado en serio fue, entre muchos factores, la repercusión de la entrada del video, que al mismo tiempo que facilitaba el acceso y creaba una diversidad nueva por su accesibilidad, tambien permitía que se llevasen adelante muchos films sin el más mínimo atisbo de alma, porque rodar un coito no es sólo estar delante, con una cámara. Lo cierto es que con el paso del tiempo, el porno amateur ha ido desplazando a la industria, y con la llegada de Internet, uno podía llegar a creer que estábamos ante una crisis de un sector que, aunque consumido masivamente, nadie podría estar dispuesto a pagar cuando lo tiene al alcance de un clic, gratis.
Las tentativas por invertir en un cine pornográfico de alto presupuesto, en contraposición con los pixelados, oscuros y estáticos videos amateurs, han sido considerados casi fracasos, y la poca ayuda que se recibe por lo que en el fondo, la sociedad bienpensante, quiere fingir que no existe, es un problema muy importante. Sin embargo, en tiempos de crisis, es cuando más se agudiza el ingenio, asi que tenía que existir una alternativa.
Hemos hablado ya, en estas mismas páginas, de cómo “el otro cine”, el “serio”, ha ido mutando, con los tiempos que la era de la (sobre)información ha traído, a la producción de complejas ficciones donde la cámara se vuelve un elemento más interactivo, parte de las secuencias, y de una complejidad narrativa apoyado, paradójicamente, a las limitaciones de las mismas. Actualmente, con la distribución de material sicalíptico que permiten las redes de información, lo que resultaba inevitable es que la pornografía alcanzase un nuevo grado, al igual que ese “hermano mayor”, y generase los productos virales, tan indistinguibles de la realidad que alcanzan un nuevo tipo de emoción: la morbosa.
Asi pues, hay una nueva tendencia, distribuida a partir de canales de video, falsos blogs y fotologs, que acrementan esta sensación. Estamos hablando no ya de una realidad virtual de porno, que sería lo obvio, si no de una ficción virtual que pretende hacerse pasar por real, eso sí, dentro de los márgenes legales. Para muestra un botón: presenciamos atónitos lo que se anuncia y parece un video de una fiesta universitaria, de una calidad bochornosa, propia de un móvil no de último modelo, por el siguiente método conocemos a Kevin y a John, dos amigos que han acudido y mantienen una charla, en un lugar apartado de la fiesta, con el tercero, aquel que sujeta la cámara con cierto disimulo; gracias a la conversación, nos enteramos de lo que Kevin siente por una compañera, y en su despecho, es incitado por John y el cámara, en una discusión en off, a VIOLAR a dicha mujer. El golpe de efecto ha sido tal que ni nos hemos dado cuenta que el tiempo que ha durado todo ese plano, supera por mucho la memoria de cualquier móvil actual, de última generación. En una habitación apartada, John y Kevin proceden a realizar el forzamiento a la compañera borracha, pero algo ya no puede ser obviado: está grabado con visión nocturna. El factor móvil desaparece. Y poco a poco se descubre la farsa cuando los planos aparecen mejor compuestos, el aspecto de los personajes evidentemente idealizado y el desenlace con un final feliz, con despedida a la cámara incluída, mientras una dirección de página web se sobreimpresiona, anunciando que podemos hacer nuestros pedidos.
Ahora recapacitemos. ¿Cuánto esperaban que tardaría el porno en adoptar métodos de fenómenos como Cloverfield (fiesta mediante) y Redacted (violación con cámara personalizada en la acción)?.
2 comentarios:
Ya se sabe que cuanta más competencia hay, más hay que agudizar el ingenio para destacar.
Muy bien buscadas las fotos, por cierto.
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