23 octubre, 2007

Velasco Broca. Una aproximación.

La siguiente entrevista viene de lejos, concretamente, de un año atrás en el tiempo; en el transcurso de los meses, tanto la vida del entrevistado como del encuestador han tomado nuevos matices y esta continua evolución, sumada a la incompatibilidad de dos agendas muy apretadas, han provocado la tardanza de esta cita, creo que la espera ha merecido la pena. Lo que no se debe dudar, es que el cine de César Velasco Broca (Amurrio, Álava, 1978) es lo suficientemente peculiar para despertar filias y fobias a su alrededor, es curioso que en principio, esta entrevista se hubiese planteado como un modo de dar a conocer a uno de los cineastas patrios más interesantes de la actualidad, pero se ha vuelto ha demostrar la máxima de que los talentos ocultos no permanecen en ese estado demasiado tiempo y tras su éxito en los festivales de Slamdance, Escorto, Sitges y la Quincena de Realizadores de Cannes, Cameo acaba de editar un dvd recopilando toda su obra bajo el título “Echos Der Buchrüken”. Pocas modificaciones hay entre las preguntas planteadas hace un año y las respondidas hace tan sólo unos días, el lector tendría entonces derecho a quejarse de los temas que no se tratan o de lo poco profundo de los que sí se presentan, pero considero más oportuno que la entrevista se mueva en estos términos, más inocentes y pretéritos, quizás como ejemplo de determinismo. Quien sabe donde estaremos nosotros dentro de un año…

- Antes de nada, creo que es conveniente presentarse. Nosotros ya nos conocemos, pero probablemente hay mucha gente que se pregunte quien es César Velasco y porqué cree este que sus respuestas a esta entrevista pueden interesarle.

César Velasco es un chaval que conocí pero que no se conocía. Poco queda de él. Nada de lo que yo pueda decir le interesará a nadie y mucho menos a él.

- Cuando me enfrenté por primera vez a su obra fue con el visionado de “Kinky Hoodo Voodoo” (2004). Tengo que reconocer que las primeras referencias que cruzaron mi mente fueron algo a medio camino entre Luis Buñuel y Corey McAbee. Conozco lo difícil que sería responder a una pregunta sobre sus influencias, por ello, creo que es más fácil responder con que directores o películas cree que resultaría más fácil relacionar su obra.

Bresson es probablemente el director que de manera consciente más me haya influido. Los planos que por problemas de producción, más rápido tuve que rodar, fueron salvados gracias a una pequeña reflexión mía sobre un gran recuerdo suyo.



- Es bien conocida su afición al escritor norteamericano Philip Kindred Dick. Con él parece compartir la lucha de los seres humanos ordinarios contra los designios de entidades que escapan a su entendimiento.

Efectivamente. Además guardo un especial cariño por el Gnosticismo Valentiniano.

- ¿Qué fue “Pasaje al planeta clandestino”?

Un aventura riojana en forma de fanzine de cómic. Llegamos a editar más de 7 números pero nunca pasamos de la numeración 2. Allí coincidimos Kb, Alberto Bueno, elreydespaña, Mauro Entrialgo, Miguel A. Martín. Representó para mí una de mis mejores épocas, aunque no lo echo de menos.

- ¿Cómo y de que manera empieza su andadura por el mundo de la producción musical electrónica y la creación del sello Batan Bruits?

A raiz de una exposición universitaria por parte de mi diseñador de sonido, Roberto Fernández, y mi gran camarada Manuel Sánchez Muñoz, me interesé por el sonido electrónico y sintético, sobre todo por Kraftwerk. De ahí salté a Esplendor Geométrico. Y desde esa perspectiva industrial, caí en Ivan Pavlov aka Coh. Allá por el 2002 me zambuí en la electrónica minimalista post digital de la escuela Raster-Noton. Por esa época conozco, por intermediación de Miguel A. Martín, al cartero de mi barrio y pionero de música electrónica española Miguel A. Ruiz aka Orfeon Gagarin. Cuando escuché las antiguas bobinas y casetes de Ruiz, supe inmediatamente que había que reeditar todo ese material. Con ese propósito fundamos Batan Bruits. Y ahí seguimos.

- Háblenos de “Ensoñaciones de un chico de provincias”, cortometraje de escuela que, tengo entendido, protagonizó.

Le dí rienda suelta a mis fantasías fetichistas. Nos marcamos un vídeo erótico en medio de un bosquecillo del Campus de la Complutense en el que lamía los pies de mi amiga y productora Deneb Martos, y era pisoteada por mi diseñadora de producción Beatriz Navas Valdés. Cormac, mi socio y productor, también salía al final del video. Recuerdo que nos puntuaron con un 8, y eso que no habíamos hecho balance de blanco y teníamos una dominante azul tan acusada que parecía una noche americana. Gracias a eso coló.

- “La Costra Láctea” obtuvo el honor de ser clasificado como el cortometraje más raro emitido en el programa “Versión Española”. ¿Cómo se sale de semejante apuro?

Con Tranxilium. Se puede ver en la grabación del programa.

- Se puede argumentar que existe una nueva corriente de cortometrajistas que, próximos a un mismo grado de correlación, van poco a poco haciéndose notar y proponiendo un enfoque distinto a la cinematografía nacional. Pero… ¿realmente se puede hablar de una generación?

Vendría a ser la generación del 77. Hablaré de aquellos que me quedan más cercanos: Nacho Vigalondo, Eugenio Mira, Alberto González y Borja Cobeaga. No son los únicos, pero al menos puedo decir que he visto a dos de ellos desnudos y que he dormido en la cama de todos y con todos. Yo me incluyo en esta generación de la que soy, por otra parte, el más joven.

Me gusta siempre hacer comparaciones entre estos directores, jugar con sus diferencias.

Siempre digo que Eugenio es el más inteligente. Es muy rápido, muy hábil con el escudo, se escabulle detrás de tus orejas, y todavía no le has visto los ojos. Pero está loco, probablemente irrecuperable. Si hay alguien que anda a dos palmos del suelo es él. Una especie de Quijote sin escudero. Y su cine es exactamente igual. Completamente impenetrable y monstruosamente hiperreferencial. Grandes cantidades de fosas y murallas, si bien grandes y bellas. Sin embargo, cuando juega la baza del video doméstico, atraviesa multitud de líneas sin detenerse en ningún punto. Monta directamente mientras graba y edita el sonido también en tiempo real. El resultado es sorprendente. Diría que son absolutas obras de arte, unos vídeos de gran fuerza trasmutadora. Por desgracia, él apenas le da importancia a estas piezas suyas, y las difunde entre amigos como meros registros lumierenses. Espero que en un futuro podamos disfrutar de una selección de estos videos suyos en alguna hermosa edición.

Nacho se desliza entre todos los tejidos de la comunicación. Su hiperactividad le hace muy prolífico y resulta del todo imposible poderle seguir la pista. Su interés por los media no es meramente especulativo. Existe en él una profunda reflexión de las herramientas propias de cada una de estas expresiones, muchas de ellas jóvenes e incluso todavía sin nacer. Como es cántabro se mete directamente por el coño de las instituciones que ostentan estos medios, y que ni siquiera saben que están embarazadas, y si lo saben, desde luego desconocen la identidad del padre, ni a qué especie pertenece. Y ahí está Nacho dándole con el cincel a ese embrión. Y cada nacimiento es celebrado por todos nosotros. Puede parecer que trabajo con metáforas pero no es así. Todo lo que digo debe tomarse de manera absolutamente literal. Si hay un experimentador en esta generación es él. Siempre se ha dicho que yo soy el raro, el del cine experimental, pero no es así. Código 7, El Club de la Eta, Cambiar el Mundo, 7:35 de la mañana… son punto y aparte en la historia del audiovisual español. Por otra parte, siendo como es él uno de lo más grandes, también es el más miedoso. Vive demasiado pendiente de la respuesta del publico, sufre cada vez que muestra un nuevo trabajo. Quizá pueda llegar a estar obsesionado por el éxito. No creo que esto sea beneficioso para su obra, pero en cualquier caso, ha demostrado salvar en muchísimas ocasiones esta pequeña falta, este pequeño temblor en su voz. Sin lugar a dudas, el audiovisual internacional acabará asumiendo una gran deuda con él.

De Alberto González, poco puedo decir. Es sencillamente un genio. Y un vago también. Nacho me comentó en una ocasión que si tuviese que elegir entre Alberto González o un pack de 10 DVDs con más de 20 horas de trabajos producidos por el propio Alberto, sin dudar le metería un tiro en la cabeza y se llevaría el pack a casa.

Pero lo mejor de todo esto es que Alberto es la MEJOR persona con la que puedes compartir tu tiempo. Su obra no es sólo tan sólo reflejo de lo peor de su alma, también lo es de lo mejor del alma española.

El bueno de Borja Cobeaga nos aguanta al resto del nosotros. Es el más clásico. Muy lúcido en las reglas y con un gran entrenamiento profesional. Una especie de Carlos Saura con dolor de cabeza y pelo erótico. Esto es, Berlanguiano sin una pierna.

Lo que nos une y lo que permite la nomenclatura de generación es la multitud de cruces en el espacio-karaoke y en el tiempo-canción. La reflexión física de cada uno de nosotros hacia el resto. Y por último, el amor hacia una misma mujer.



- Háblenos de “Noches Transarmónicas”, su largamente acariciado proyecto de largometraje, que parte de un guión de Nacho Vigalondo, en principio, con lo que parece ser una mezcla de “Las noches blancas de San Petersburgo” de Dostoievski y “A vuestros cuerpos dispersos” de Philip J. Farmer.

Será una coproduccion hispanobrasileira rodada entre La Rioja y Brasilia. Se están cerrando todos los tratos todavía, así que el futuro todavía le es bastante incierto. En cualquier caso rodaremos un Teaser de 4 minutos en Enero, para poder llegar a Cannes con él. Parece más inminente el rodaje de la serie de TV las Aventuras Galácticas de Jaime de funes y Arancha. Quizá dentro de un mes y medio pueda decir algo.

-No sorprende que un cine tan particular como el suyo se haya visto enfrentado ocasionalmente ante la incompresión de muchos. Empezando por cierta historia suya que tiene que ver con “La cóstra láctea” (2002) y la amenaza de cortarse un pulgar, o la reciente segunda exclusión del catálogo Kimuak del que se ha hecho eco en su web. ¿Cómo ve esta clase de, digamos, incidentes?

Lo contemplo más como accidentes. Cuando se trabaja en la remodelación de ciertos imaginarios ya ineficaces, también se enfrenta uno a todas sus consecuencias nefastas. El símbolo es una de las grandes tragedias humanas. El imperio nunca tuvo fin.

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