autenticos y deliciosos
suicidas.
El primero, hizo con pasión
un canto cinematográfico a la
obra de Kafka con su Metamorfosis,
tan sumamente
fiel que respetó en off todo el
texto original. Estévez puso por
delante su fidelidad al maestro
literario antes de pensar en el
espectador convencional.
Admirable, valiente, coherente
y nacionalmente suicida.
El segundo, le apoyó produciéndole
(ojo, no económicamente)
el notable corto, ninguneado
en los festivales nacionales
y probablemente el trabajo
más internacional del año,
con 7 premios fuera de nuestras
prostitutas tierras nacionales.
Luego se llevó otros dos galardones aquí,
pero estatuillas gallegas para gallegos,
así que me sigo quedando con
su proyección internacional
y haciendo ojos ciegos a su tibia
cogida nacional,
para prestigio de su Metamorfosis
la apreciación,
sin duda.
Pena y Estévez son unos
francos y formidables kamikazes.
El primero, en La canción de Fémerlin,
ha hecho una obra con
tal amor al cine que se ha remitido
sólo a éste mismo, a su concepción,
a sus inicios, realizando un cortometraje
retro-vanguardista en código del cine silente,
usando incluso sutiles y punzantes softwares
digitales para conseguirlo.
Y LO HA HECHO, lo tiene,
una película muda del 2004 desfila
ante nuestros impávidos ojos con una
soberbia dirección e implicación de actores,
de equipo de vestuario, de dirección artística,
DE TODO,
lo formal prima sobre la historia en esta pieza
de cine: un soneto en acetato.
¿La historia? No anda mal, una especie de
adaptación de El flautista de Hamelín
de lo más curiosa..., pero no sean
tontos, no reparen en eso, disfruten hipnotizados
del experimento formal, de verdad...
¿El defecto? Pues se podría decir que igual
que Estévez cargaba de fiel off aquel Metamorfosis,
Pena carga las tintas Lumiermente en lo formal,
llevándose el cortometraje prácticamente al
mediometraje en un lenguaje considerado
hoy en día de auteur, y claro,
esto para devoradores de Gran Hermano se puede
hacer plúmbeo..., yo...perdono y estimo
esta cometida coherentemente irreverente
y mortalmente llena de vida.
El segundo (Estévez),
aporta aquí principalmente
la magistral partitura musical,
un piano de cámara en nuestros oídos
que se adapta al celuloide a 15 fotogramas
por segundo y a rostros lacerantes
y hoy en día deliciosamente caricaturescos.
Como un corto arranca suele apagarse,
y éste ya tiene un objetivo claro:
en sólo unos meses los extranjeros han
sabido ver la valía del producto,
premiándolo cuatro veces en tan solo
unos pocos meses de distribución,
así como otros tantas nominaciones.
¿España?. puta, pagana y hortera,
también le está ninguneando,
y un producto de estas características
os digo desde ya que aquí no tiene cabida.
España no quiere Metamorfosis
ni Canciones de Femerlín,
la patria de mis vecinos se conforma
con sucedáneos de Aquí no hay
quien viva o primos lejanos
del spot más vergonzante.
Yo, y algunos otros chalados,
seguiremos evitando
la página web de Tele5 para practicar
el onanismo,
nos gusta más eyacular
con Penas y Estévez en
desnudos voluntarios,
expuestos en excelentes
propuestas como las que nos
ofrece Cinecin...
Próximamente: A examen: Metamorfosis, de Fran Estévez (2004)
1 comentario:
tanto que critica y usted es el primer amigo de sus amigos
Publicar un comentario