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28 octubre, 2013

Cortópolis IX


Cortópolis IX ya pasó, esta vez no sólo he podido disfrutar de los cortos sino también del ambiente, algo que me da mucha pena perderme los meses que no estoy allí. Esta edición se presentó como la más ambiciosa, algo que se puede llegar a entender por todo el envoltorio con el que se acompañó la sesión. Sin llegar a saber si realmente fue la mejor, la ambición estaba tanto en los prolegómenos como en los nombres de los cortos seleccionados, con mucho prestigio en el mundo del cortometraje español (Berriatúa, Carmona, Deliro)

Esperemos que no sea este el futuro del nene...
La previa incluía una pequeña exposición de Inside FX (empresa que ha hecho, entre otros, los efectos de la película REC), justo a la entrada de la sala, muñecos y cabezas absolutamente impresionantes a los que la luz no les hacía suficiente justicia. Una vez dentro, el clásico nene hace las presentaciones. Esta era la primera vez que un servidor oyó la nueva voz, el tono infantil le hace mucho bien a pesar de los problemas típicos de que sea una niña la que entona algunas frases o nombres, de todas formas el guión también juega un poco con esto y consigue subsanarlos.

Antes de empezar la proyección tuvieron lugar dos presentaciones, actores de la película "Al final todos mueren" hablaron un poco de ella y acto seguido se unieron Alberto Lechuga y Nacho Vigalondo para hablar de la revista So Film. Una idea interesante que al final se resintió un poco por la sensación de prisas y de estar todo un poco improvisado.

La fiesta posterior es algo que sólo puedo tener de vez en cuando, así que tengo que exprimirla al máximo, haciendo de pesao y aprovechando los despistes para hablar algo (lo que dejaban las circunstancias) con algunos de los involucrados en el evento como Berriatúa o Vigalondo, aunque el forerismo común me llevó la mayor parte del tiempo a estar con Alberto Lechuga... ¿Os he dicho ya que compréis So Film que mola mucho? Venga, ¡al quiosco! Me quedé un poco con las ganas de conversar con Carmona o el también presente Daniel Romero, aunque sólo fuera para que criticasen sin redes sociales de por medio mis textos sobre sus cortos... Para la próxima.

La sesión más ambiciosa tuvo casi dos horas de duración con 5 cortos oficiales, uno no oficial y con el clásico a traición. Justo antes de los cortos propiamente dichos se entregó el premio al mejor de la edición anterior al fabuloso Record/Play, y aparte se disfrutó del trailer de M de Metamorphose, segmento de Sergio Morcillo que intenta meterse dentro de ABC's of Death 2, y que pinta maravillosamente enfermo, además de contar con los efectos de los antes mencionados Inside FX.

Y como me estoy enrollando más de la cuenta, voy a empezar con los cortos.

Eternos (Javier Fesser): Sin ser un corto al uso ya que no deja de ser el prólogo del largometraje coral "Al final todos mueren", funciona igual de bien que si lo fuese. Rodeado de ese ambiente bizarro (creo que es lo que mejor lo define) y que ya acompañaba en cierto modo a anteriores trabajos como Aquel Ritmillo o El Secdleto de la Tlompeta (dos de mis cortos favoritos de siempre, ale ya lo he dicho). La situación de dos astronautas en el vacío preparados para fotografiar el fin del mundo da lugar a un diálogo hilarante en el que Fesser ha demostrado ya mucha soltura. Tengo curiosidad por verlo en el contexto de la película para ver su efecto dramático, algo que en esta ocasión sólo se intuye un poco al ver el trailer de la película detrás con un tono más pesimista.

El último plano (Zoe Berriatua): La historia de un director comprometido al máximo con su película y la relación con su hijo son la base para este cortometraje. Sostenido prácticamente en la dupla protagonista y en la fuerza visual del entorno y la situación, funciona muy bien a pesar de cierta irregularidad. Al igual que Quédate conmigo, el corto tiene ciertos tonos de humor negro que en un primer visionado no se sabe como acaban de encajar, aunque a pesar de algunas risas en la sala sí que vi más dramatismo en general que en su anterior trabajo. Curioso el giro final hacia lo sobrenatural un poco marca de la casa que acaba de cerrar el círculo. Quizá lo peor son algunos cromas demasiado evidentes que le restan algo de fuerza al apartado visual.

Subterráneo (Miguel Ángel Carmona): Un lugar tan cotidiano como puede ser un parking es el punto de partida de esta historia sucia y desgarradora. Unos secuestradores se reúnen después del rapto en un parking donde una pareja de amantes se ve sorprendida por el acontecimiento. Visto desde un punto de vista de la pareja con toque documental de cámara al hombro, basa todo su terror en el fuera de plano, tanto en violencia física como acústica, creando la tensión en base a lo que no vemos. A pesar de apenas ver la amenaza se respira la situación de peligro de forma casi constante gracias al pulso de Carmona con la cámara y a todo el ambiente. Muy bien el detalle en créditos que le da el golpecito final más hacia arriba si cabe. Claramente el triunfador de la noche para mi gusto.

La huida (Víctor Carrey): El corto a traición de la noche está lleno de cultura pop a tope con dos partes bien diferenciadas, la primera donde se ponen en contexto un montón de situaciones y personajes, con una referencia que parece bastante directa a Trainspotting, pero que también recuerda a Magnolia en su uso del concepto de casualidad. Una vez presentados los elementos, sólo queda encajarlos como un puzzle a ritmo de videoclip y cámara lenta sin nada más que añadir en forma de palabras. Trabajo de relojería muy bien llevado y altamente recomendable.

Perfect Drug (Toon Aerts): Corto basado casi íntegramente en el exceso y poco más que divierte precisamente por su duración pero al que le falta algo más de definición para ser redondo. La ambientación a la japonesa llena de referencias a los clásicos excesos de su cine, sobreinterpretación, tentáculos y personajes bizarros ayuda pero no deja de verse como un homenaje vacío sin una dirección clara, aunque algunas películas japonesas de este estilo tampoco es que tengan esa dirección clara en ocasiones. Los FX dan el pego y los juegos de distorsión de cámara son bastante efectivos. Como toque personal, me gustó mucho reconocer la canción de los créditos, ya que Buckethead (con su grupo Praxis en este caso) es uno de mis guitarristas favoritos, gracias a esto, un minipunto para Aerts.

Incident on Highway 73 (Brian Thompson): Llamar cortometraje a esta pieza debe ser única y exclusivamente por un tema de duración, todo lo demás no debería tener nada que envidiar a una película de gran presupuesto de gran estreno. Con esta definición parece perfecta, pero a pesar de la gran realización, le pesa el lastre de visitar demasiados lugares comunes, un principio a lo Las colinas tienen ojos, toques de Christine, Encuentros en la tercera fase o Expediente-X y unos actores que a veces no parecen creerse del todo lo que hacen. Quizá también tiene cierto lastre, al menos para mí, en centrarse demasiado en el ambiente y perder un poco de vista el desarrollo de una historia o de los personajes. Pese a todo dispone de grandes momentos con planos sobresalientes y el conjunto sigue siendo de un nivel altísimo.

La Quinta Dimensión (Liteo Deliro): Una historia de desdoblamientos e introspección personal a la que el desarrollo no acaba de acompañar del todo. La parte visual rodada en blanco y negro por Nacho Aguilar dota de gran empaque visual a todo el corto, que podría pasar perfectamente por celuloide, pero en conjunto sufre también algo de desdoblamiento al jugar con una parte más humorística, que es la que funciona gracias a un texto más divertido, y otra más metafísica que, personalmente, no me acaba de enganchar. En un solo visionado no soy capaz de decir si el timbre de voz monótono del protagonista (Rodrigo Sáez de Heredia) es algo positivo o no, porque aunque refleje bien el hastío de su vida, también acaba contagiando un poco de ello al espectador. El corto también acaba con un juego final de doble plano que me parece un detalle excelente dentro de la propuesta.

Y hasta aquí hemos llegado, probablemente es verdad que haya sido la edición más ambiciosa con respecto a lo que se ha presentado. También ha sido para mí (al menos de las que conozco), la más regular en cuanto a calidad general, aunque quizá tengo que decir que la edición anterior me impresionó algo más. Para las siguientes no habrá presencia personal (a menos que me toque la lotería), pero sí en espíritu, que también es importante...

Pedro Pérez (aka Findor)

02 febrero, 2011

Te puede pasar a tí...

Los seguidores de Twitter y habituales del focoforo han vivido estos días un hecho que a priori, a falta de palabras mejores, calificaré como curioso. Un Twit de Nacho Vigalondo, que no reproduciré porque si lees esto es, probablemente, porque ya lo conoces, genera una corriente de declaraciones y un sentimiento de rechazo a su persona.

Ya se han escrito muchas cosas, creo que no podré añadir mucho a lo ya contado por John Tones y muchos otros, pero hace tiempo que no escribo, y necesito practicar.

"Cada uno es dueño de sus palabras". Vigalondo ha escrito, Vigalondo la ha cagado... parece sensato, ¿no?... discrepo.

En un movimiento espiral, siempre acabo volviendo al tema que me llevó a esas epifanías, el deconstructivismo y la negación, no del holocausto, sino de la referencialidad de los textos. El autor no es el dueño absoluto de lo que escribe porque es el lector el que le da el último significado... Esto, a grosso modo, parece separar a los lectores en dos tipos, los que entienden lo que leen y lo que no. Por algún motivo, probablemente educacional, intento estar seguro de lo que leo antes de pronunciarme, aunque no siempre lo consiga, y si tengo la posibilidad de hablar con la persona que ha dicho algo y veo que lo puedo malinterpretar, le pregunto...

Me gustaría saber cuantos medios que han escrito sobre Vigalondo han leido su blog o le han preguntado directamente.

Pero para mi esto ya va algo más allá de Vigalondo, está siendo noticia nacional, bajo el miedo a quedarse atrás y no hablar de una noticia que en realidad no lo es, todo el mundo habla. Y bueno, se podría decir que estos son mis 15 minutos de fama...

Lo que nos lleva a los temas realmente preocupantes, la capacidad que tiene la gente de posicionarse en base a lo que "unos dicen que otro ha dicho". Parece casi evidente que los medios de información ya no tienen interés en lo que dice la gente, sino en lo que pueda parecer que han dicho. El segundo punto preocupante es la necesidad de muchos de trazar límites y los ofendidos en tercera persona. Gente que decide que en una conversación entre otros le ofenden las maneras y en vez de apartarse quiere poner una barrera enmedio.

Yo veo una combinación peligrosa de todo esto y que parece producir gente que se convierte en adalides de la libertad de los demás en base a lo que les dicen otros... y no me gusta.

Efectivamente, el twit de Vigalondo ha sido un detector de idiotas, pero no solo de los desafortunados sin vida que, como yo, pasan un viernes twiteando, si no de otros de mucho más alto standing, los medios de comunicación y sus hooligans...

29 junio, 2008

LOS CRONOCRÍMENES: EL SER Y EL TIEMPO


ATENCIÓN SPOILERS: El análisis que están a punto de leer contiene datos esenciales del desarrollo de la trama. Quedan pues advertidos nuestros fieles. Allá cada uno y su conciencia...



Una vez cada cierto tiempo, ocurre en la pantalla grande algo realmente especial; ocurre en contadas películas, y debido a las tendencias acumulativas de los últimos cines, ocurre cada vez con menos frecuencia. Pero de vez en cuando, una película logra alinear fondo y forma, guión y realización, intenciones y resultados, en una ecuación cósmica capaz de hacernos disfrutar de una forma nunca antes experimentada.

En efecto, es el caso de “Los Cronocrímenes”.

Nacho Vigalondo ha estrenado su película. Una sentencia vulgar a priori, máxime cuando estamos acostumbrados a presenciar los tránsitos de su figura multiplicada en opiniones, banalizada hasta la náusea en el sistema ocular arácnido de los foros de Internet. Pero lo cierto es que ahora nada de eso importa. “Los Cronocrímenes” está siendo proyectada en los cines de toda España, y todos podemos asistir a esta inyección de puro talento narrativo, a este oasis laberíntico que en sus 80 minutos escasos plantea una intensa y gratificante dialéctica con su audiencia. Una película en suma en la que, paradójicamente, se olvida el reloj hasta los mismos créditos finales.

Vigalondo viene demostrando desde los inicios de su carrera en el cortometraje que a su talento le sobran las situaciones amplias: desde “Código 7” a “Domingo”, pasando por la nominada al Óscar “7:35 de la mañana”, su maestría en el empleo del contexto, y su facilidad para no consumir sus creaciones en el mero ejercicio de estilo (sin duda el gran cáncer del cortometraje español actual), le han valido la merecida fama de gran talento, promesa blanca, semilla nueva y demás epítetos monacales. Riguroso e imaginativo teórico de su propio arte, al modo de los cineastas europeos de los 60 (costumbre ésta desafortunadamente en desuso en el cine actual), y fiel a sus acostumbradas premisas minimalistas, en ésta, su ópera prima en el largometraje, le bastan cuatro personajes y un par de escenarios para elaborar un soberbio ajedrez de la lógica y la condición humana.


Resulta arduo enfrentarse al ejercicio crítico preciso de una película soslayando los giros de trama, cuando la misma se alimenta casi exclusivamente de esos giros. En plena era dorada del spoiler, del giro inesperado aunque lógico de los acontecimientos, Vigalondo recicla las herramientas estructurales implantadas por la nueva ficción televisiva americana para ofrecernos, mediante su alquímica labor de cineasta, nada menos que el espectáculo de nuestra propia inteligencia. Efectivamente, la honestidad de su trabajo le convierte en mediador tanto como en artífice: sin semiologías vacuas, sin alardes de realización, con una factura feísta y funcional, nos sorprende con un artefacto sin fisuras, lineal desde el fragmento, capaz de mostrarnos la información en la misma proporción con que nos invita a extraer nuestras propias conclusiones, con un hábil juego de manos que nos desintoxica de la habitual (lineal, incoherente) tónica de las películas sobre viajes temporales.

No obstante, sería injusto adjudicar a este filme la condición de mero ingenio narrativo (que no sería poco). En especial porque este aparato, aún brillante en su concepción, no es más que la perfecta autopista para un festival ontológico en torno a Héctor, el protagonista transformado en inocente antagonista, para finalmente acabar perpetrando un crimen atroz con objeto de alcanzar algo así como un final feliz. Y esto se hace evidente en la medida en que no son tan importantes las paradojas temporales como las emanadas del propio comportamiento del personaje, obligado por éstas: así, durante la frenética cinta, asistimos en primer lugar a la configuración de una Némesis casi mitológica, la icónica momia rosa, para más adelante reconducir el punto de vista hacia una segunda versión de Héctor, que cae en la cuenta de su condición de antagonista y acaba convirtiéndose en una revisión desmitificada del monstruo que le perseguía, en un villano esforzado en serlo. Es esta dinámica de decisiones puestas en práctica según informaciones sesgadas, la que ocasiona que la resolución de un problema cree otro mayor, en una cebolla estructural cuyas capas son presentadas desde el núcleo hacia el exterior, y a cuyo término nos espera una conclusión inquietantemente inofensiva.


La oposición de las cartesianas inclemencias de los viajes en el tiempo al carácter marcadamente humano del protagonista (a pesar de las explicaciones del científico sobre su “doble”, no acaba de entender qué hace su mujer “con otro tipo”), produce por tanto la chispa de un acontecimiento cinematográfico diferente y único, en el punto exacto entre la obra de entretenimiento y la de autor, sin caer en la ingenuidad conceptual de la primera (véase “El efecto mariposa”), ni en la augusta presuntuosidad de la segunda (véase “Primer”). Definitivamente Nacho Vigalondo se revela con su ópera prima como el autor ideal, equiparable en carácter y funciones con el científico al que significativamente interpreta en su propia película: un compañero inteligente y humilde que nos acompaña siempre un paso por delante, preparándonos el terreno para una fiesta sorpresa dedicada exclusivamente a nosotros: la prodigiosa, turbadora e inesperada fiesta de su cine.

27 junio, 2008