Reflexionaba en el foro por donde me suelo mover sobre el riesgo que supone el cortometraje de Raúl al trabajar sin diálogos. Un riesgo porque hace recaer la narración en un modelo totalmente intuitivo y visual, y salió el tema del miedo del espectador a no entender el corto porque nada dice explícitamente lo que está pasando... que supongo que es el que alimenta posteriormente el miedo del narrador a no explicarse y que más o menos dio pie al post sobre cine grande y cine pequeño...
Y de repente me encontré con algo que ya conocía pero había olvidado. Me acordé de Hans Monderman.
Es normal que a nadie le suene, no es un tipo famoso, al menos no lo es en círculos cinéfilos, es un señor que durante su vida fue ingeniero de trafico, sin embargo, algunas de sus revolucionarias ideas para el mundo del trafico me resultaron sospechosamente parecidas al cine arriesgado y al que a la larga acaba siendo grande. El experimento de Monderman para el trafico consistió en coger una zona de una ciudad holandesa y... aquí viene la sorpresa... quitar todas las señales, semáforos, lineas en las calles... y el resultado, no solo fue que no hubo más accidentes si no todo lo contrario, la ausencia de señales hacía que la gente fuese más prudente, las prioridades se respetaban, existía mucho más respeto al peatón... Monderman sacó varias conclusiones interesantes, entre ellas esta:
- Si el gobierno quita toda la responsabilidad del ciudadano, el ciudadano es incapaz de desarrollar sus propios valores nunca más.
Que se resume en otra mejor y aplicable a prácticamente todo en general y que probablemente sí hayáis oido:
- Si tratas a la gente como idiotas, se comportarán como idiotas.
Desde el momento en el que el cine se autoexplica hasta la saciedad, entra en el círculo vicioso de creer que el espectador es idiota y no entenderá lo que uno quiere contar, y de repente el espectador se acostumbra a que le expliquen todo y cuando no lo hacen no sabe como reaccionar. Puede que esté dando demasiadas vueltas a lo mismo, la mediocridad, el cine grande y pequeño, el espectador idiota... cosas sobre las que seguro se han escrito ríos de tinta, pero por un lado uno esta empezando en esto del cine, que por algo hace cuatro días mal contados que tuve las epifanias y además se junta con el hecho de ver riesgos como los del Córtate aplaudidos como se aplaudieron. Entonces se da cuenta que, a lo mejor, la cosa no es tan difícil, pero que depende de un esfuerzo conjunto que, probablemente, es lo que impide que se realice.
También es muy fácil como espectador sentarse a esperar y creer que no se tiene capacidad de decisión. Decir, eh, es lo que hay, pero un tema importante para el cine es que el espectador dé un paso adelante, la autoconsciencia de sus fallos y su capacidad de ver donde se está equivocando, pero para eso hay que perder el miedo a ser espectador y el miedo al cine grande. El espectador debe tomar sus propias decisiones, sacar sus propias conclusiones y, sobretodo, equivocarse en ellas para a su vez, aprender. No es solo cuestión de ser exigente sino de esforzarse en serlo y lo más importante probablemente, en saber por que.
Pero nadie dijo que esto iba a ser fácil, ¿no?
Pedro Pérez (aka Findor)