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28 enero, 2010

Manual práctico sobre cómo NO hacer una entrevista


Para los amantes del buen Fran Estévez, aquí les dejamos una entrevista donde podrán ver a su ídolo en estado puro, tosiendo, balbuceando, rascándose y, todo ello, entremezclado con repetitivas respuestas que incitan al sueño. Con momentos que pasarán a los anales de la televisión, como la injustificable rabieta contra el cine español. No dejen de verla. Impagable la frase final, donde Fran Estévez (para ser importante hay que mencionar siempre el apellido) nos da una lección magistral sobre cómo culminar una entrevista con su demoledora respuesta a la pregunta "¿Qué crees que le gusta al público?". Interminable. La presente masterclass fue emitida en el canal local santiagués Correo TV el pasado 15 de diciembre. Mencionar también la oportuna publicidad de éste nuestro erótico Zoom introducida por el presentador, pero cruelmente rechazada por Fran Estévez con un derechazo que derrocha desgana hacia ese tema del cual, todo sea dicho, ahora de beneficia. Impeorable; y aleccionadora al mismo tiempo, por su carácter de tutorial. Con ustedes, el Manual práctico sobre cómo NO hacer una entrevista:


By ME-MANIA

12 junio, 2009

RETROSPECTIVA LITERARIA DEL CORTOMETRAJE ESPAÑOL



Juan Antonio Moreno es un héroe para los lectores habituales. Y más allá.
Su libro, "Cine en corto", es el primer trabajo de nuestra historia que, por fin, hace una retrospectiva del cortometraje español paseándola al completo. Es un libro que, claramente, nace de recorrerse todo el mundillo. Y el mundazo. Le tenemos aquí al lado, no perdamos más tiempo:


Raúl Cerezo: Juan Antonio, aún no asumimos tu libro...¿de dónde nace la idea de hacerlo?
Juan Antonio: Fue en el Círculo de Bellas Artes, con ocasión de una entrega de premios de Madrid en Corto. Ismael Martín, de la ECAM, conocía mis artículos sobre cortometrajes en Diario de Alcalá y me animó a publicar un libro sobre cortos. Acepté el reto y emprendí un proyecto que me ha tomado casi tres años de trabajo.

Raúl Cerezo: ¿cómo consigues que te lo publiquen?¿Qué tal va la distribución?¿Dónde puede adquirirse?
Juan Antonio: Lo presento a varias editoriales y finalmente, Pedro Talaván de Editorial Tal Vez se muestra entusiasmado y acepta publicarlo. El libro se vende en la librería de cine Ocho y Medio (Plaza de España) y está presente en la Feria del Libro (Caseta 56). Estoy contento, la presentación con ocasión de Trayecto Corto- Festival de Cortos de Velilla (Madrid) fue un auténtico éxito de público. Además, me acompañaron Iván Saínz-Pardo, que se desplazó desde Alemania para estar conmigo y de quien proyectamos El laberinto de Simone , Andrés Sanz (Bedford), Isaac Berrokal, Carina Björne (Today is Sunday) -ambos seleccionados en ESCORTO- y Félix Vidal (Empty Spaces).

RC: ¿Te ha sido fácil?¿Quién ha colaborado contigo?¿Qué tal tu recorrido por visionados, festivales y demás trayectoria?¿Qué nos puedes contar de la vivencia?
Juan Antonio: Ha sido una experiencia fascinante y agotadora. Mi aprendizaje ha sido constante y he comprobado in situ algunas situaciones que me han permitido enriquecer mis conocimientos de este fascinante mundo. Me han ayudado mucho mis hermanos (Carmen, Juan Ángel –autor de la portada- y Raúl). Parece casi la producción de un corto, pero sin ellos todo hubiese sido un poco más complicado.

RC: En algunos festivales, creemos que el criterio de selección no es profesional. Los cortometrajes deberían seleccionarlos personas del sector, no funcionarios que no se ven todos los cortos (y los reparten, sin poner opinar globalmente). Como sabes, colaborarás el 20 de Junio con nosotros (www.escorto.es) en una mesa sobre la democratización digital del cine. ¿Qué nos puedes ir avanzando sobre todo esto que te comento?
JA: Totalmente de acuerdo con la primera cuestión. Como sabes, he sido jurado en algunos festivales y es verdaderamente frustrante que funcionarios, aprendices sin criterio, quieran imponer sus opiniones tan sólo para repartir los premios de manera políticamente correcta.

Respecto al tema a debatir en ESCORTO, creo que efectivamente, la llegada del cine digital permite una democratización, ya que facilita el acceso a todo tipo de creadores. No obstante, habría que realizar filtros para que no disminuyese la calidad, pues en algunos casos, algunas piezas desvirtúan bastante lo que se hace en nuestro país.

RC: ¿Crees que hay más nivel en el mundo del cortometraje que en el del largometraje español?¿Por qué es tan desconocido el cortometraje?¿Llegará a ser alguna vez como el cuento literario?
JA: Me atrevería a afirmar que sí. La calidad media de nuestros cortometrajistas es más que notable. Y me refiero a un grupo bastante amplio, lo que no sucede con el largometraje, en el que muy pocos destacan. El corto, desde mediados de los noventa va ampliando su recorrido, pero cuando se producen las nominaciones de Nacho Vigalondo y Borja Cobeaga a los premios Óscar de Hollywood parece que existe un cierto boom mediático. Casi todos los medios de comunicación escrita abren canales de difusión de estos metrajes. Además, prosigue la muy eficaz tarea de los blogs de cine, - mención especial para el Zoom erótico- auténticos impulsores en la difusión por la red de estas cintas

La idea de mi libro es precisamente dar a conocer al mayor número de lectores posible la historia del cortometraje nacional. Provocar en el público el deseo de conocer estas piezas, auténticas joyas. Si logro transmitir esta pasión por este género, me sentiré muy satisfecho y recompensado.

RC: Dinos tus autores favoritos, eventos favoritos. Venga, Juan Antonio, hagamos de FANS LOCAS del mundo del corto, ya que NO HAY.
JA: Tú sabes Raúl que esto es muy complicado. Pero sí, tengo autores que mantienen una trayectoria muy coherente, que me interesan mucho. Uno de ellos es Iván Sáinz-Pardo, (El laberinto de Simone. El sueño de Caracol, La Marea, etc). También me gusta la línea de Rodrigo Rodero (Chatarra, Kundas, Mar de Cristal, Campo de la rosa). Rodrigo está rodando su primer largo, y por el equipo de trabajo que tiene, espero que siga transitando la poética que ha enseñado en sus cortos. Podría citarte muchos más: Daniel Chamorro, Daniel Sánchez Arévalo, Álex Montoya, Pedro Touceda, José Carlos Ruiz, Isaac Berrokal, Coke Riobó, Andrés Sanz, Martin Rosete, José Manuel Carrasco, Chapero-Jackson…

RC: ¿Crees que el cortometraje actual es mucho mejor que el pasado?¿Por qué no se puede casi acceder al pasado?¿Qué hay del cortometraje?
JA: El corto de ahora tiene más medios que en ocasiones, no es sinónimo de más calidad. Ves la obras de Berlanga o Saura, o los impresionantes trabajos de Víctor Erice y podrían pasear por los festivales de nuestros días.

Respecto a la segunda cuestión. Es lo de siempre, la distribución es muy compleja: es un tema que no ha interesado hasta ahora. Hay que pagar derechos que luego no son recuperados en la venta. Algún Festival lo ha intentado pero ha tenido que desistir. Soy poco optimista a este respecto aunque espero mucho de los Festivales de cine en la difusión del cortometraje.

El corto tiene un futuro muy amplio y prometedor. A pesar de lo dicho respecto a su distribución, las ideas no cesan y el cortometraje tiene una libertad e independencia de la industria que augura que la semilla de cine seguirá esparciéndose.

RC: Los festivales...¿crees que eligen los futuros cineastas y, por consiguiente, el futuro de nuestro cine?¿Qué importancia crees que tienen y cuáles crees que la tienen más?
JA: Como te he dicho, confío mucho en los Festivales de cine. Sobre todo en los que privilegian el criterio cinéfilo sobre otros intereses. Esa semilla de la que hablaba anteriormente se siembra principalmente en estos espacios de encuentro entre emisores y receptores: entre el creador y su público.

Hay festivales muy buenos: el Festival de Alcalá, la SEMINCI de Valladolid, el Festival de Medina del Campo, Almería en Corto o el FIB de Benicasim. Y otros recién llegados como Trayecto Corto de Velilla de San Antonio o el propio ESCORTO que aportan frescura e ideas para el debate y mayor comprensión de este sector.

RC: Los jurados de los festivales de cortos...¿crees que hacen justicia a los mismos?
JA: Mi experiencia es altamente positiva en este sentido. Toda opinión es subjetiva, cada uno llevamos un director dentro, pero cuando hay un criterio objetivo el resultado de una votación es más defendible.

RC: ¿No crees que hay poca prensa para los pobres cortometrajes?¿Crees que hay mucho cortometraje amateur que hace demasiado daño al profesional en ciernes?
JA: Hay poquísima. Cuando hace tres años presenté mi sección Corto pero intenso al Diario de Alcalá me sorprendió la acogida. Desde entonces cada quince días abro una ventana a este mundo tan increíble del corto. Intento dignificar estas cintas y ampliar la difusión de las mismas. Ha sido muy gratificante cuando algún lector me ha escrito que estaba deseando ver las películas que acaba de criticar en el Diario. En las mismas páginas, abro otra puerta al mundo del arte con Miradas: te recuerdo que soy miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte.

RC: ¿Qué puedes decirnos del sector del corto?¿Hay algo malo que le hace no sacar la cabeza?
JA: En cualquier orden de la vida la perfección no existe. Existe la ACE (Agencia del Cortometraje Español) que realiza una labor fundamental para todo el sector. Pero además, con la creación de la Coordinadora del Cortometraje Español se abren nuevas vías para la mejora de este colectivo. Una muy importante es la solicitud de la Coordinadora de que se incluya el tema audiovisual en la enseñanza pública. La distribución debe mejorar mucho, sin duda, pero este grupo está elaborando un libro blanco del sector que esperemos ofrezca vías de mejora.

RC: Por último, Juan Antonio...¿consideras al cortometraje español como referencia mundial, a tenor de lo mucho que se mueve fuera?
JA: Totalmente. El corto nacional es una referencia internacional por la calidad de sus producciones. Voy a recordar el último premio de la Academia de Cine Europeo a “Alumbramiento” de Chapero-Jackson o la reciente elección en Sundance de “El ataque de los robots de Nebulosa-5” de Chema García.

Ha sido un placer absoluto, casi tanto como el leer tu libro. Aquí..., y allá...TE QUEREMOS.

26 septiembre, 2008

SOBRE EJES Y ZOOMS ERÓTICOS


Cuando uno se mete a planificar la dirección de una escena, parte de un millón de opciones y posibilidades y de dudas, que se van aclarando no por aquello que sea más chulo o por caprichos, sino por lo que realmente es necesario para cada sensación a transmitir.

Teniendo en cuenta esto, nos topamos con dos difíciles escollos y afilados muros. El primero y más escurridizo es el eje. No voy a explicar la teoría de los ejes, pues éste no es el sitio. Pero sí lo tortuoso del tema, dónde está el fallo, el despiste, la intencionalidad, o la ruptura. Está claro qué hacer en la típica situación de dos personas hablando, que es lo que ocurre casi siempre. A no ser que queramos hacer dogma, sólo hay una opción posible, y si no estaríamos ante un fallo o un despiste. Pero la pesadilla ocurre cuando tenemos a bastantes personas e incluso queremos mostrar cada pared, como ocurre en mi escena de los Vividores en mi largo Tras los pasos del Bandolero.

Eso cada uno lo resuelve de una forma. Tarantino, aunque en todo lo demás es excelente y un genio, en esto siempre recurre al mismo truco, harto tramposo, para olvidarse de los ejes: grabar la escena en plano secuencia, dando vueltas con la cámara de uno a otro (Reservoir Dogs, Death Proof). En cambio Martin Campbell en la partida de Casino Royale pasa de un eje a otro con gran suavidad y perfeccionismo, en un ejercicio de pura ingeniería. Yo (y no me estoy midiendo con nadie, sólo os cuento) he optado por ser más obvio. Qué carajo, si tengo que pasar a detrás de la barra cuando ya he mostrado todo lo demás y he de seguir mostrándolo, pues paso ahí, y si además hay que ir hasta la cortina de la trastienda y volver a la puerta, se hace. Sé que dicha escena de los Vividores de mi largo me echará encima a muchos puristas, pero fue mi elección.

El otro tema, siempre polémico, es el del zoom. Es evidente que quien lo usa no es por accidente, ni un fallo ni un despiste. Han apretado la palanca a propósito, y por tanto es parte del autor. No obstante, yo no soy partidario de abusar a lo Valerio Lazarov, pero tampoco de huir de él como los académicos. Como dice el título de esta web, hay algo erótico en el uso del zoom, en transportarse en un vuelo mágico a donde quieres, y yo soy muy erótico. Y me gusta usarlo en concretos momentos, como para resaltar la atención de un personaje sobre algo de vital importancia en la historia. Así he hecho en Oftalmós y en Tras los pasos del Bandolero.

13 septiembre, 2008

Nacho Cerdá. Bordeando la muerte



Es una lástima que directores españoles como el que nos ocupa sean tan desconocidos para la gente de su propio país mientras que, de puertas afuera, consiguen alcanzar un cierto estatus que les permita que su obra sea exhibida en una mayor medida. Puede ser el resultado, una vez más, de la lamentablemente interesada política de distribución -y por ende, difusión- presente en España, algo que vistos los tiempos que corren no es de extrañar cuando, con sólo echar un vistazo a los carteles de los cines, uno se da cuenta de que en la inmensa mayoría de las películas que tras ellos se esconden no prima más que la facilidad, la inmediatez y la diversión, dejando a un lado propuestas sugerentes, inquietas y verdaderamente personales como las que aquí nos ocupan.

Ignacio (como inocentemente firmaba en su primer trabajo conocido, The awakening) o Nacho (como posteriormente quedó fijado, en paralelo a su maduración artística) Cerdá es un joven realizador catalán curtido en el mundo del cortometraje, formato donde realmente, y hasta el momento, ha causado suficiente impacto. Estudió periodismo y se marchó a EE.UU. a formarse en el mundo del cine a través de varios cursos, en el marco de los cuales realizó su mencionado primer corto, y desde entonces no ha parado de rodearse de un equipo técnico y artístico en gran medida internacional, en lo que viene a ser una muestra inequívoca de la poca confianza que tiene hacia el entramado cinematográfico patrio y sí hacia la particular sensibilidad que el público americano siente hacia el cine de género, sabedor de que sus radicales propuestas podrán hacerse hueco más fácilmente allí.

Goza de tan sólo cuatro obras en total (si no tenemos en cuenta su participación en el film coral europeo 99 euros, invisible en nuestro país, y su making of para la película El maquinista), y una quinta en eterna preparación. Las tres primeras son los trabajos cortos que conforman su denominada Trilogía de la muerte (recientemente editada en dvd por parte de Versus, en un pack realmente cuidado), compuesta por The awakening, Aftermath y Génesis, tríptico que desmenuza la muerte en sendas vertientes y auténtico (y justificado) impulso en su carrera al escaso terreno del largo, en el que de momento sólo ha realizado la inquietante Los abandonados a la espera de la terminación final de su misterioso documental Ataúdes de luz.

Pero, ¿qué aporta en realidad Nacho Cerdá al panorama del terror (inter)nacional? Sin duda una visión radical e igualmente personal, fresca y sin miedo a las cortapisas en el forjamiento de la creación, que apunta directamente al tema de la muerte y no duda en enfrentarse a ella de cara, abordándola desde prácticamente todos los ángulos posibles para así enriquecer su visión, y afrontándola con la suficiente entereza como para no dejar de mostrar todo cuanto su temible imaginación le sugiera. Su afán por el estudio de la naturaleza humana y el significado del instante final que a todos nos espera no se marca límites auto-censores, y eso es algo que sin duda le ha imposibilitado su salida adelante en circuitos que no fueran minoritarios, cuestión de sobra sabida por él mismo y que refuerza aún más la valentía que recorre su propuesta. Vayamos por partes.

El interior del triángulo escaleno que es la Trilogía de la muerte está claro y no hace falta más que echar la vista hacia tal nombramiento grupal para intuirlo; son justamente los antitéticos pero adyacentes lados de ese triángulo los que lo sostienen fijamente, conformando una extraña pero no menos armoniosa unidad, y reflejando la poderosa luz de sus vértices directamente en sus lados opuestos, reverberando su iluminación en el todo, que es la unión de la vida con la muerte y su irreversible impacto en el entorno.

Una simbología trigonométrica, la anterior, que se hace explícita en The awakening . Cuando un joven estudiante manosea y mira ensimismado en clase el billete de un dólar (que tiene impreso en él una pirámide con un ojo en su interior, que representan a Dios y a la Santísima Trinidad que lo envuelve), resuena en su interior una extraña voz que le transporta al sueño. Al despertar, encuentra todo lo que le rodea inmóvil, no sólo sus compañeros sino también el reloj de la clase que marca el tiempo; él no le dará importancia en principio, pero poco a poco su angustia irá creciendo, y será cuando vea a todos sus compañeros dirigiendo su mirada impenetrable e inamovible hacia él y se percate del dibujo con el símbolo anterior impreso en la pizarra (a la vez que le impactan brevemente distintos recuerdos de su vida), cuando tome consciencia de su propia muerte.

La captación del instante de la muerte desde un plano puramente espiritual es, pues, el objetivo de esta pequeña película. Dotada de un evidente tono amateur que no esconde sus defectos interpretativos, la narración, sin embargo, fluye sencilla y se acompaña de una cierta ambientación de opresión que se incrementa cada minuto (y en la que no tiene poco valor la música atmosférica ideada), desasogando al personaje ante la incomprensión que se le plantea. La falta de una cuidada producción, aquejada de su escasez de medios, no debe impedir ver la meritoria representación de un concepto, el del fallecimiento, sugerido como indoloro e introducido mediante el sueño. Cerdá detiene el tiempo para separar alma y cuerpo, nos sorprende primero ante el extrañamiento que supone la visión sin sentido del cuerpo ausente, despojado de su ser; y nos sobresalta después cuando ese ser independiente está ya carente de su físico y lo observa con resignación, al tiempo que nos sugiere un agradable adentramiento en un lugar paralelo, donde el reloj volverá a discurrir a su manera.

Todo lo contrario ocurre en Aftermath, cortometraje de culto internacional. En esta segunda parte, el director decide pasar a la acera contraria sabedor de que no generará poca polémica con su manera de cruzar la calle: la explicitud. Si The awakening se centraba en el aspecto más voluble -por invisible e incierto- de la existencia humana, Aftermath ensalza hasta límites casi insoportables el sentido físico, real, de la vida y horroriza a través de su más viable y sin embargo caduca muestra, el cuerpo. Rodado con la misma frialdad y alejamiento que impone la aséptica sala de autopsias donde se desarrolla, el grado de pulcritud y limpieza estética (a años luz de su antecesora), de depuración en definitiva, es encomiable en este trabajo; se aprecia un pormenorizado estudio de la planificación y la situación de la cámara, que logra extraer destellos de belleza de donde aparentemente debiera salir la repugnancia y la dificultad de mirar. Existe, en fin, un fiel distanciamiento formal que no entra en batalla con una moral de la mostración, mediante la cual Cerdá quiere, simplemente, captar la verdad del instante de la degradación de la carne, pues no es su intención dejar vacía esa tan importante y habitualmente invisible fosa; no puede permitírselo si quiere completar su círculo.

Es por eso el grado enfermizo posteriormente alcanzado, cuando uno de los forenses da rienda suelta a sus más libidinosas tentaciones con uno de los cadáveres, en una culminación de su extremada obstinación por la sangre y su envoltorio; porque la materia inane del cuerpo unido a una mente inexistente despoja a aquél de su cometido, quedando reducido a un sucio escombro en el interior del cual no se aloja nada más que horripilantes órganos desechos que son tratados como tales. Tan sensible material podría haber degenerado en el habitual subproducto underground que no busca otra cosa más que el morbo; nada más lejos de la realidad: un refinado y rebuscado sentido artístico ahonda entre las imágenes, sin ningún conato de sensacionalismo, logrando Cerdá encontrar por momentos la sensación de gravedad buscada cuando inspira los fotogramas con el Réquiem de Mozart. Su ceremonia de la muerte da paso a la asunción del vacío que tras sí deja ésta.

Y es que Génesis (nominado al Goya y ganador de Sitges en el 98) cierra el círculo a la perfección. Primeramente, el espíritu; después, la carne; y por último, el poso. La pesadumbre y eterna tristeza que le queda a un mal afortunado escultor que pierde a su amada en un terrible accidente de tráfico. Aprovechando su condición de esa clase de artista tan perfeccionista que conlleva esa dedicación, intenta construir una figura a imagen y semejanza de su añorada pérdida; como resultado, obtiene una bella escultura, tan bella que habrá de pagar un caro tributo a la propia naturaleza.

Sin una fotografía tan bien adherida al momento, ensoñadora y honradora de la mujer así como oscurecedora y apocalíptica del hombre, en tanto cuerpos como almas; sin una ambientación tan misteriosa, que sabe tornarse terrorífica cuando así debe hacerlo, auspiciando la transmutación mutua; sin una música tan bella que refuerza aún más el componente nostálgico y desesperado del film; sin unas interpretaciones que se saben limitadas pero que sin embargo saben aprovechar sus registros gestuales para transmitir desarraigo y pena; sin todo ello solamente quedaría el intento de trascendencia. Con todo lo anterior y sumándole una idea del amor frustrado en vida, de la eterna e insoportable soledad del ser, de la reencarnación del alma en cuerpo y del cuerpo en alma en imposible unión de ambos, y de la permanentemente frustrada búsqueda de la completitud humana, se consigue apuntar directamente a las raíces de la belleza, cerrando con un marco que bien podría ser el de un pintor romántico.

Habrían de pasar ochos años y un proyecto empezado de por medio e inacabado aún para que Cerdá se lanzase a dirigir una película de larga duración. Con una producción a varias banderas, Julio Ruiz, mandamás de Filmax, le ayudó en gran medida a producir Los abandonados , donde vuelve a contar, así mismo, con un equipo eminentemente internacional. De tal sinergia de fuerzas no podía surgir algo primorosamente personal, y el propio Nacho es autoconsciente de tal premisa (por otro lado ineludible en la industria toda vez que te ves inmiscuido en el interior de su mecanismo cuadriculado) cuando se pone tras las cámaras en esta historia de fantasmas de familia rusa venidos del más acá.

No obstante, consigue exprimirle su justo jugo. Entroncando temáticamente con su trilogía, el realizador aborda aquí una advertencia clara: remover un pasado oscuro puede hacer removerse a la propia historia. Así, jugando a la metáfora fantasmal de un par de hermanos desconocidos que vuelven a donde nacieron y fueron abandonados para conocer sobre su propio origen, nos brinda una de terror un tanto convencional por los consabidos sustos y efectos de turno, no exenta de cierto estancamiento en la progresión narrativa (quizás como causa de haber arrastrado los particulares ritmos del formato corto), pero envolviéndola en una forma muy notable, que se adhiere directamente al terreno de la mugre y la carroña, del chasquido y el espanto, de la molesta permanente amenaza, sabedora la protagonista de su inminente fatalidad. Una producción lograda que permite recrear ambientes siniestros como sólo Cerdá ya daba indicios de saber hacer: angulando la cámara en posiciones temiblemente subjetivas y amenzadoras, ahuyentando al espectador su mirada de tal calvario atmosférico.

Así pues, tras esta nueva muestra de posibilidad mortuoria que tanto parece gustarle, en esta ocasión aquélla que nos guía por la peligrosa senda en espiral de la degeneración racional, que conduce directamente al precipicio de la (in)voluntaria inexistencia, llegamos al final del camino trazado por Nacho Cerdá. Un camino espinoso, por el que más vale andar mirando siempre con suficiente perspectiva, la misma que habremos de tener cuando contemplemos su próxima Ataúdes de luz, con la que intentará la improbable ceguera: levantar de su tumba al cineasta Sergio del Monte, personaje extraño por definición, asesinado en los años 70 a los pocos días de rodaje de la película de ese mismo nombre con la que ahora se estrena la de Cerdá, afanado en propagar la misma cegadora luz que éste cuando quiso revolucionar la imagen en movimiento y en efecto lo consiguió causando la muerte cerebral a sus productores tras el visionado de los primeros y aparentemente desaparecidos rollos de la película. La muerte de la imagen cinematográfica, física-fílmica en contraposición a su atávico impacto en el espectador, a estudio. La muerte, cercada.

En exclusiva para El zoom erótico de http://www.vadecine.es (Roberto García-Ochoa)