28 noviembre, 2013

Cortópolis X

Empieza el frío, vuelven las gripes (incluida la que llevo encima y que espero me deje reflexionar en condiciones). Con el mismo vuelven mis padres (¿casualidad?) a casa cual anuncio del Almendro y mientras reviso los cortometrajes de esta noche sale la clásica discusión de lo malo que es el cine español... Coincidiendo con una sesión de cortópolis totalmente nacional me pregunto si están viendo lo mismo que yo o si simplemente se encuentran imbuidos de ese espíritu de autoflagelación patria donde todo lo que se hace aquí no vale la pena con respecto a las mierdas que se hacen fuera, porque la mierda de importación siempre parece tener más caché...

Evidentemente es algo que esquivo hábilmente porque no quiero caer en la eterna discusión de las subvenciones y tópicos mal entendidos a la que se agarran, ya no sólo mis padres, sino una gran parte de la población.

Es con estas circunstancias por las que creo que una edición enteramente nacional de Cortópolis es algo que, aunque se pueda decir que no es absolutamente imprescindible debido a la representación habitual en otras ediciones, sí representa un pequeño golpe de efecto sobre la capacidad de nuestros cortometrajistas a la hora de generar contenidos de calidad en una época tormentosa para los cineastas en general y los propios cortometrajistas en particular.

Dicho esto, toca empezar con la crónica del cortópolis X (y no, no hay porno... perdón, chiste innecesario).


El paraguas de colores (Edu Cardoso): Corto narrado en off que explica la historia de una mujer que sospecha de la vida secreta de su marido y decide investigar. Me cuesta identificar si la impersonalización con narrador externo es algo que ayude o al contrario es algo que pueda llegar a provocar cierto desapego, sin embargo me parece una decisión interesante para contar algo que en el fondo es tan visceral como la infidelidad o la violencia. Rodado de forma sobria, quizá demasiado para mi gusto, lo que deja todo el peso en la empatía que podamos generar con la protagonista, algo que se potencia con la reflexión abierta al finalizar el corto.


Cólera (Aritz Moreno): Como alguien obsesionado en la parte formal del cine no puedo dejar de pensar en todo este corto de forma algo compulsiva. Basado en una historia de Richard Corben cuenta la persecución de un hombre deforme y enfermo por parte de la ya conocida masa enfurecida. La obsesión sobre este corto llega por estar rodado íntegramente en plano secuencia... con cambios de cámara! Incluso a sabiendas de que existen efectos digitales para encadenar las transiciones entre la primera parte alrededor de la turba a la Snorricam del hombre deforme corriendo y la vuelta al plano general que concluye el corto. Esta transición es tan perfecta que al final lo que provoca son más dudas y sobre todo admiración en como se enlazan estos cortes. En el resto de aspectos el corto es igual de potente, ambiente, música y por supuesto, la historia.


Adivina quien viene a comer mañana (Pepe Jordana): Revisión de la clásica "Adivina quien viene esta noche" cambiando las sospechas raciales por unas algo más surrealistas. Comedia quizá algo tópica aunque con aciertos, buena mano dirigiendo y buena labor de los actores que dan vida al desarrollo. Quizá su mayor problema radica en la previsibilidad de una historia que es ya bastante conocida y quizá por eso también se le note cierto exceso de metraje, aunque en general el rato que uno pasa es bastante ameno y ciertos giros y detalles de guión mantienen el interés. Buen punto en los créditos finales con el pueblo entero haciendo de doctor que deja todavía mejor sabor de boca.


Star Wars: The Holo Experience (Santiago Hernández y Miguel A. S. Cogolludo): Fanfilm licenciado de Star Wars que creo que tiene como mayor acierto y mayor defecto a la vez el estar licenciado sobre Star Wars. Cuenta la historia de un soldado rebelde que queda rezagado en el asalto de Endor. A pesar del trabajo excelente (para ser un fanfilm) de localización y efectos, en el fondo no está pensado para ser rompedor sino para homenajear la imagen histórica de la saga, cosa que acaba lastrando un poco un desarrollo que se queda hecho por fans y para fans. Sin ser algo malo per se, a pesar de esto, muy interesante y bien resuelto el desarrollo y la explicación final de porqué está pasando lo que pasa.


Absolutamente Personal (Julián Merino): Drama que trata el tema del acoso y derribo laboral, muy arraigado a estos tiempos que vivimos. Gran acierto trabajar con diálogo textual vía chat para impersonalizar todavía más el trato entre responsable y empleada y generar esa dicotomía entre el título y el desarrollo. Quizá esta falta de diálogos priva un poco de apreciar la labor actoral, que debe basarse más en gestos que en el timbre de voz. Aparte de la pequeña crítica social al mundo laboral que vivimos en época de crisis, lo más acertado del corto es, sin duda, la parte final con la "verbalización" (en imagen en este caso) de lo que a todo el mundo le gustaría hacer en una situación como esta.


Habitantes (Leticia Dolera): Corto muy visceral en la parte gráfica, no tanto por tener escenas explícitas sino por el juego que hace a nivel de planos, encajes de refracciones en vidrios, reflejos, etc, que crea una sensación magnífica de monotonía y fugacidad. Exagerada a veces por las situaciones en las que vemos al protagonista, donde su único momento algo más colorido dentro de su existencia gris no deja de pasar más que en su cabeza. Todo un desarrollo formal enfocado a mostrar el desapego hacia la sociedad que me parece un grandísimo acierto. Grande Leticia Dolera que ha demostrado que es altamente competente detrás de las cámaras en este corto.


Democracia (Borja Cobeaga): Humor negro con algún toque macabro son las señas de identidad del cortometraje de Borja Cobeaga donde a un jefe de una gran empresa se le ocurre un disparatado plan para mantener alta la moral de los trabajadores. Muy buen trabajo interpretativo y excelente también detrás de las cámaras y planificación, con momentos que me encantan como el plano circular de presentación del sorteo. Aparte del encaje guionístico me parece un acierto enorme el montaje con hechos desordenados para que la revelación se ofrezca al final aunque ocurra previamente al desarrollo central.

Como reflexión general, quizá no sea la edición más potente en comparación a otras pero desde luego es, una vez más, una edición muy regular en cuanto al conjunto de cortos presentados y donde es posible sacar, por una cosa u otra, virtudes de todos los participantes. No creo que tenga que repetir que en el fondo el cine español no es peor o mejor por ser español, sino que al final todas las obras deben mejores o peores por ellas mismas y no por su origen.

Pedro Pérez (aka Findor)

18 noviembre, 2013

Álex de la Iglesia (III)

Perdita Durango fue un salto cualitativo en la carrera del Bilbaíno. Un proyecto ambicioso y en inglés heredado de Bigas Luna durante una cena. Basado en una novela sórdida del no menos sórdido Barry Gifford, en seguida se reveló como proyecto maldito: Satán volvió a saldar su deuda. Aún así con el tiempo es considerada película de culto y uno de los mejores films de su carrera.


PERDITA DURANGO: MI RANCHO ESTÁ EN MEXICO

"Los destinos de Perdita y Romeo se unen un buen día sin que nada ni nadie pueda remediarlo. Juntos, guapos y enamorados, se dedican a saltar de un lado a otro de la frontera que separa México de Estados unidos multiplicando delitos y enemigos."

La novela de Gifford estaba basada en las truculentas andanzas de una pareja de narcos reales llamados Sara Aldrete y Adolfo Costanzo. Durante los años 80 impusieron su ley a golpe de sangre y santería en la frontera mexicana. De hecho, la realidad estaba tan pasada de vueltas que mucho del anecdotario fue desestimado en el film (por ejemplo, detalles de vestuario como una columna vertebral humana a modo de corbata), cosas tan demenciales, que en palabras de Álex, si las colocaras en un film nadie las creería.

Narcosatánicos en D.F.
"Gracias al legendario Pepe Navarro tuvimos la oportunidad de hacer una entrevista en la que nos pusieron directamente por vía telefónica con la autentica Perdita Durango. Cosa que nos puso los huevos de corbata. Yo no tenía ninguna intención de hablar con ella pero era inevitable, estábamos ya en televisión. Y la mujer me conoció... conoció a la persona que había hecho una película sobre ella, cosa que me dio muchísimo miedo. Nos comentó que ella no era la autora de los crímenes. Las pruebas en que se basaba la acusación eran totalmente inconsistentes. La razón que me dio es que siempre que entierras un cadáver, lo entierras por lo menos a seis metros y sin embargo los cadáveres aparecieron a medio metro, cosa que ella nunca habría hecho."

Perdita tuvo su primera encarnación en el rostro una Isabella Rosselini de pelo rubio y cejas morenas, un personaje que tenía una presencia anecdótica en el montaje de Corazón Salvaje de Lynch, limitándose a pulular en un par de escenas. Al director le interesaba mostrar un personaje más pequeño y serpentino... Cuando Vicente Gómez le ofreció el proyecto ("Como quien pasa la sal"), a De la Iglesia de primeras le olió a marrón. Aunque no tardó en ver las conexiones con su obra: dos seres desperados y violentos, una visión anfetamínica del american way of life, y sobre todo una línea recta (insertad la metáfora que queráis) con el Peckinpah terminal de "Quiero la cabeza de Alfredo García". Ya instalado en plena vorágine mexicana pudo comprobar que la huella de Bloody Sam todavía se sentía en determinadas zonas del país.

Según Javier Bardem:

"La peor desgracia de los mexicanos es tener de vecino a Estados Unidos, que ejerce sobre ellos una dictadura moral, filosófica, económica... la gente no sabe lo que quiere ser, y al final son unos sin patria, y esto genera un fondo de violencia... una búsqueda desesperada. En México hemos visto tipos que bien podrían ser Romeo Dolorosa."

Glamour fronterizo
La idea era conseguir un casting Español-Americano, en un primer momento se pensó en Victoria Abril y John Leguizamo, pero Abril tiene miedo a rodar en Inglés tras una mala experiencia en USA. Se tantea a Salma Hayeck que en palabras del vasco: "Está buena, pero le faltaba fuerza". En un encuentro fortuito con Bardem comprueba que está ante el Romeo Dolorosa perfecto pero en ese momento no pueden contar con él, así que a su pesar lo tiene que dejar ir. A un mes de rodar para su desesperación aún no tenían protagonistas contratados. Leguizamo que de primeras estaba entusiasmado con el papel, de pronto empieza a dudar y se va del proyecto. Más tarde descubren sin que nadie supiera nada lo habían contratado en otro film por mucho más dinero.

"Para entender nuestra posición en Hollywood Andrés me hace imaginar a un grupo de camboyanos presentándose en Madrid para contratar a Resines y rodar una comedia."

Rápidamente contactan con Bardem que accede sin rencores, después llega el malogrado James Gandolfini, conocido posteriormente como el inolvidable Tony Soprano. Por aquel entonces su currículum tenía como mayor merito artístico haber dado una paliza de muerte a Patricia Arquette en "True Romance" (1993), era un tipo tan metódico que llegaba a meterse piedras en el zapato para cojear.

Con la llegada de una Rosie Pérez, enfundada en negro cual Tura Satana, ya tienen el tándem perfecto. Es una excelente actriz originaria de Brooklyn vista en films de Spike Lee, y pronto también descubrieron que las cosas no iban a ser un camino de rosas en el rodaje. Ella es como su personaje, igual de peligrosa, de hecho las tensiones que provocó durante el rodaje, contribuyeron a la alucinada y malsana atmósfera del film. Por poner un ejemplo, unos minutos antes de rodar la matanza en el rancho descubrieron una clausula de contrato en letra pequeña que especificaba que no participaría en ningún rito Santero, cosa que trastocó todo el plan de rodaje. Como maestro de ceremonias tenemos al inolvidable Screamin' Jay Hawkins, showman, cantante de Rythm&Blues, cuyas incendiarias actuaciones asemejaban teatralmente rituales de magia negra.

La mano derecha del diablo
El film es una relectura cínica y post moderna de los villanos en pantalla, aquí todo punto de vista es absolutamente amoral, en el film no hay un solo plano inocente, los malos son los héroes del film. Como lo era Kirk Douglas en "los Vikingos" (1958), el influjo maligno que desprenden acabará corrompiendo o lanzando a la edad adulta a los virginales adolescentes protagonistas. El sentido del humor del film brota de situaciones que en la vida real no tendrían ninguna gracia, como el momento en que los dos adolescentes votan por quien se salva del sacrificio, lo cual contribuye a hacerlo todo aún más patético.   En un momento determinado Bardem enseña su posesión más preciada a uno de los chicos, es un album de cromos con sacrificios mayas "Este eres tú: Comida para los dioses", es un momento sacado directamente de "Arrebato" (1979) de Zulueta en el que Alex explica el concepto de emoción:

"La emoción es ese sentimiento exquisito de plenitud que se siente al descubrir algo."

"Un motor absurdo y primigenio que te mueve a hacer las cosas, que proviene de la infancia y que te empuja a realizarlas. La emoción es fundamental, cuando pierdes eso te conviertes en una máquina."

Esos villanos entrañables
Romeo roba, mata y viola sin ningún tipo de dilema moral, todo el mundo “civilizado” con una educación judeo-cristiana tiende a tragarse la mierda. Él no, y eso lo hace un personaje completamente libre. Ese momento alegórico con los dos coches por dos caminos separados que inevitablemente se estrellan, describe su romance con Perdita a la perfección, juegan a ponerse a prueba como hacen todos los enamorados pero de una forma absolutamente demencial y extrema. Como santo considera su vida una obra maestra y quiere que su final sea el colofón perfecto a sus andanzas, como hace el personaje de  Lancaster en Veracruz.

La película tuvo una calurosa acogida en El Velódromo de Anoeta de San Sebastián, pero eso no fue más que un espejismo. Mortalmente masacrada por la crítica rancia de este país, incomprendida por un público que esperaba otra comedia de acción satánica y se que encontraba con un thriller árido y oscuro urdido entre la religión afrocubana, y un delirante collage de referencias pop que pasaba por la música de Pérez Prado y Los Tijuana Brass de Herb Alpert, el Santo y Cantinflas. Como victoria pírrica el film recuperó su inversión al ser vendido a un montón de países y tuvo una segunda vida en sus pases de la televisión por cable USA donde obtuvo un gran reconocimiento a lo largo de los años.

Valek 

12 noviembre, 2013

¿Me estás grabando?

En la pasada edición de La Voz, el concursante Ruimán terminaba su actuación cuando un excitado Jesús Vázquez venía a felicitarle por los aplausos recibidos. Antes de que Ruimán pudiera hablar, el presentador lo condujo hasta los miembros del jurado, mientras el concursante explicaba, sin que nadie le prestase atención, que quería dejar el programa. Es con la insistencia cuando finalmente, el artificial y milimetrado devenir del programa se detiene en las declaraciones de Ruimán y, como no podía ser de otro modo, se monta una polémica mucho antes de que se analice la petición del concursante. Los motivos de Ruimán eran diversos, pero se centraban sobre todo en la gestión de la imagen que el programa de Telecinco proyectaba de él: tanto la publicidad en medios web como cierta falta de consideración en el cuidado de su estilo frente al de sus compañeros. Siendo ciego, Ruimán tenía que tener un mayor cuidado tanto en la actuación en sí como en la estética, al tener que confiar plenamente en el programa para gran parte de su papel como concursante que, paradójicamente pero sin que sorprenda a nadie, no se ocupa exclusivamente del talento vocal.




Ruimán no es un caso aislado. Recientemente, el programa de la cadena rival, Top Chef, tenía que lidiar con las protestas de otro concursante, Eduardo Sánchez, que denunciaba como la manera en el que el programa le había mostrado durante el concurso provocaba que le insultaran y silbaran por la calle. En ese mismo programa, su compañero Borja Letamendía contemplaba a Paula Vázquez mostrando los tuits más agresivos en relación a unas polémicas declaraciones del cocinero, que consideraba que “la mujer en la cocina es peligrosa”. Inmediatamente, Borja salía a defenderse con la rotundidad de que esa frase había sido sacada fuera de contexto. Ambos estaban denunciando como el programa utilizaba su imagen y manipulaba mediante el montaje para presentarlos como villanos de un concurso que necesitaba, a la manera de su primo hermano Master Chef, una narrativa sobre la que sostenerse y de la que mejor habló Raúl Minchinela.

Yo no podía dejar de pensar en los vídeos porno amateur. O en las filtraciones de vídeos y fotografías de famosas desnudas. O en como ahora prolifera en infinidad de programas las máscaras de desenfoque, ya sea para tapar la cara de un menor, un cigarrillo en horario infantil o una marca que no patrocine el programa. Todo parece nacer de una multiplicidad de cámaras y pantallas. Más allá del aforismo warholiano, la fama ya no es una cuestión de quince minutos sino de cómo y en cuantas pantallas sales, véase la ubicuidad de Mario Vaquerizo que eclipsa a su propia esposa. Nuestra sociedad se ha volcado en el total registro de sí misma y en darle relevancia a la mayor trivialidad o intimidad del individuo, fruto de el abaratamiento de los costes de grabación y su comodidad mediante equipos más cómodos y de la enorme demanda de contenidos de una sociedad pegada a la pantalla. Y como ha venido siendo habitual en el último siglo, la tecnología se ha implantado más rápido de lo que nuestra sociedad ha sido capaz de comprender y asimilar. Ahora se habla con total naturalidad del problema del “analfabetismo digital”, de la incapacidad de una parte de la población de entender Internet como núcleo social y participar, o del mal uso de las redes sociales que obliga a educar a las futuras generaciones en lo que los “pioneros” tuvieron que aprender por las malas. 

A lo mejor conviene hablar de una falta de conciencia sobre lo que es una cámara, un registro audiovisual y las posibilidades que ofrece en montaje. En otras palabras: tanto Ruimán, como Borja y Eduardo se vieron sorprendidos por algo que no creían posible. Asumían una limpieza y honestidad en sus respectivos programas, confiando más en sus propias habilidades sociales que en como estas serían mostradas. Creían en un registro objetivo, propiciado por una tecnología que actuaba de árbitro imparcial, pero no esperaban convertirse en títeres de los intereses de las cadenas y de sus hojas de ruta. No estoy diciendo que estos concursantes tengan la razón, porque desconozco más contexto que el que se me ha mostrado a través de sus programas. Tampoco es cuestión de cruzarse de brazos y aceptar sin más que la televisión haga lo que le da la gana para crear polémicas, generar villanos o aupar a su antojo a otros concursantes por su cara bonita. El tema es otro: el tema es si, como cuando se alerta de enviar vídeos eróticos a través del móvil o internet, es necesario una mayor educación de la población en torno a las posibilidades que ofrece el registro audiovisual y su manipulación, o sobre la desprotección que, al firmar los mefistofélicos contratos con las cadenas, confunde su imagen real con la que el programa muestra. Algunos están encantados, como podemos ver en otros tantos realities, de aceptar su papel. Eso no es nuevo.



Estamos en la fase en la que el espectador ya juega a ser consciente del aspecto manipulador - sonidos cómicos incluidos - de estos programas, pero se acepta tácitamente. A mi ya me resulta difícil de entender las motivaciones por las que participar en un reality, quizás porque entiendo la falta de albedrío que suponen. Cabría preguntarse si no hay una ingenuidad social sobre la que habría que educar. Mientras tanto, asistimos a como el concurso Lo sabe, no lo sabe termina habitualmente con un corrillo de gente que sigue - sin nada mejor que hacer que observar, esperar colarse brevemente y al fondo en la televisión o incluso con ellos mismos ¡grabando la propia grabación con sus móviles! - a Juanra Bonet y su equipo como quién se reúne ante su chamán, llegando a extremos donde los miembros del programa tienen que, literalmente, escapar de la multitud o usar estratagemas para no ser reconocidos. Es la misma idea que se repite cuando, en cada evento deportivo, al enfocar a un miembro concreto de la audiencia, este saluda a la pantalla gigante del estadio en lugar de dirigir su mirada directamente a cámara, incapaz de comprender en ese momento la configuración del circuito televisado: y así, inconscientes, nos vemos siendo registrados de perfil y saludando tontamente al fuera de campo, en lugar de devolver una mirada de confianza a la cámara.

by Henrique Lage