27 diciembre, 2012

Refugio 115


Como siempre, intentaré no hacer muchos spoilers del cortometraje, pero en este caso es evidente, dada su naturaleza, que voy a tener que explicar cosas de su argumento.

Uno de los problemas que parece atacar al cine de género en su globalidad es la incapacidad de salirse de cierta ansia de exhibicionismo y una obsesión por mostrar más de la cuenta. En general también me parece algo que viene empujado por el avance técnico y la inversión en efectos especiales y que hace que la posibilidad de crear un impacto visual realista acabe derivando en la necesidad de mostrar un impacto visual realista, algo que, en el fondo, es muy difícil de conseguir.

Por otro lado parece existir la idea de que insinuar siempre es mejor que mostrar, cuando probablemente insinuar bien, es mucho más complejo de lo que parece y se usa en muchas ocasiones para ocultar la incapacidad de contar algo o incluso cierta pereza al hacerlo.

Una de las ventajas de insinuar bien es que se juega con una ventaja importante sobre la psique del espectador que intentará rellenar el hueco con sus propios temores, porque en el fondo el horror a lo desconocido es lo que genera el miedo más aterrador posible.


Esa capacidad de insinuar sin caer en la trampa de parecer perezoso es lo que más me ha impresionado de Refugio 115, de Iván Villamel.

El corto nos sitúa dentro de un refugio antiaéreo durante los bombardeos de la aviación italiana en 1938. Un lugar donde pesa una extraña maldición y donde, a pesar de todo, se encuentra un grupo de personas para escapar de los bombardeos.

La lucha principal que acomete el corto es la de los protagonistas contra la oscuridad. Una oscuridad que funciona más como ente tangible y que les caza uno a uno. Aunque pueda parecer una elección fácil, la oscuridad como elemento es algo que funciona a nivel subconsciente, pocos somos los que nunca hemos tenido miedo a la oscuridad de niños, pero incluso de mayores ejerce una influencia importante al dejarnos solos con nosotros mismos y tener que enfrentarnos a esos momentos de autoconsciencia. Dada la localización temporal del corto, ese avance de la oscuridad tiene una interpretación geopolítica muy evidente con los sucesos posteriores, aunque el enfrentamiento casi personal de los protagonistas ante ella me parece una imagen mucho más poderosa sobre los efectos de la guerra en las personas.


En la parte técnica me he encontrado con un corto muy sobrio. La localización subterránea y el ambiente minimalista hacen que los efectos de cámara no necesiten demasiada pirotecnia, pero aún así visualmente funciona todo muy bien con cámara casi fija y algún que otro seguimiento cercano de la acción. Uno de los planos que más me ha gustado sucede casi al principio, justo después de la primera desaparición, en un momento donde los dos protagonistas principales se levantan de golpe y la cámara sigue el movimiento perfectamente sincronizada. Es uno de esos pequeños detalles que personalmente suelen llamarme mucho la atención. El juego de luces y sombras es imprescindible dado el contexto y crea un tono lúgubre que da mucho ambiente al corto.


Una de las cosas negativas, aunque tampoco es novedad en mi caso, son las interpretaciones. No es desconocido que suelo ser bastante crítico con la manera teatral de actuar de los actores patrios que en muchas ocasiones me acaban sacando de la narración. Este caso, por desgracia, no va a ser diferente, aunque siendo algo que casi siempre me choca, acabo ignorándolo bastante. También es cierto que las circunstancias de rodaje de un cortometraje son muy diferentes y no siempre se puede tener todo.

Por acabar de forma positiva, me chifla la música. El tema principal de Àlex Solana con ese aire infantil aunque con cierto toque enfermizo me parece perfecto. Me parece un enorme acierto el uso puntual que se hace del mismo, no solo con su uso durante los créditos de inicio, también por la aparición en dos momentos puntuales al principio del cortometraje y su posterior silencio durante el resto de narración para dar paso a algo mucho más tétrico que dura hasta los créditos finales.

Como siempre, este blog y yo personalmente, nos hemos posicionado a favor del cortometraje, no solo como medio de crecimiento para cineastas, sino como medio independiente y realmente poderoso para contar historias. Son cortos como este los que creo que nos dan la razón, y 100 nominaciones lo avalan.

Larga vida al corto.

Pedro Pérez (aka Findor)

Como bonus track, hemos conseguido también una mini entrevista a Iván, que ponemos a continuación (nota: La crítica anterior ha sido escrita sin leer la entrevista anteriormente):

1-.Tenemos entendido que eres uno de los únicos cortometrajistas que ha dado una lección al mundo de la distribución. No has pagado distribuidora y consigues ser un top 5 de los más nominados este año. ¿Cómo se explica y qué puedes contarnos al respecto?

Se explica desde la pasión y la dedicación, dos aspectos que siempre me han acompañado desde niño cuando se trata de cine, y la única forma que conozco de acercarme a este arte. La autodistribución requiere de mucho amor por lo que haces y de constancia, confiar en tu trabajo y tratarlo como a un hijo, algo que en muchas ocasiones olvidamos. Tu obra siempre debe ser lo primero, dar a conocer tu trabajo, eso es algo que también he visto equivocar en muchas ocasiones, cuando el cortometrajista está más pendiente de aparecer en la foto vendiéndose a si mismo que dejar crecer su trabajo y ganarse el respeto por ello.

Con respecto a las distribuidoras, no sólo no tengo nada en contra de ellas, sino que admiro la excelente labor de distribución que hacen con sus trabajos, pero en muchas ocasiones los cortometrajistas disponemos de pocos medios para esa colaboración. No siento que haya dado una lección a nadie, la verdad, aunque se agradece el halago, porque el trabajo es muy duro. Ese duro trabajo de autodistribución tiene su mayor recompensa cuando consigues un trato más cercano y personal con los festivales de cortometrajes y las personas que los llevan, algo que te hace sentirte aún más integrado en esto.


2-.Han definido tu cortometraje como un "Alien, el Octavo Pasajero" en la Guerra Civil. ¿Por qué la Guerra Civil? ¿Dinamitar el género de esta brillante manera te hace huir de los tópicos al respecto? ¿Cómo conseguísteis esa localización y de qué manera transcurrió el rodaje?

La verdad es que nunca tuve presente “Alien” cuando desarrollé la historia, pero me encanta la definición por lo de mezcla genérica que tiene y por la debilidad que siento como espectador hacia esta película. Y precisamente era lo que buscaba a toda costa, evitar los tópicos sobre la Guerra Civil, construir una historia que hablara de lo que nunca nos hablan sobre ese periodo. Después de muchos años de obsesiva dedicación cinéfila, no conseguía recordar películas que hablaran de esas personas anónimas de las que nunca hablan este tipo de películas, los que se refugiaban bajo tierra con el único objetivo de esperar que pasara el horror para volver a sus casas. Me pareció que podía ser un tema muy interesante, explorar esa convivencia, y al igual que los tópicos generales sobre este tipo de películas, dinamitar también el concepto estatus social, ya que ahí dentro toda persona estaba expuesta al mismo riesgo, sin privilegios de género, condición o posición social. Construí la historia bajo esa premisa y sobre dos conceptos más, el enfrentamiento ancestral entre luz/oscuridad y la relación metafórica guerra/oscuridad. La localización fue casual, una simple búsqueda en Internet me llevó a una página web de un refugio antiaéreo en el pueblo de La Garriga, situado a unos 40 km de Barcelona. Me quedé asombrado de cómo estaba conservado y me obsesioné con rodar allí por las excelentes condiciones que ofrecía para desarrollar el estilo visual y cinematográfico que buscábamos, algo que los refugios antiaéreos de Barcelona no nos daban por diferentes motivos. El Ayuntamiento de La Garriga se portó de maravilla con nosotros, porque nos lo cedió siendo un espacio cerrado al público, solo visitable una vez al mes con visita guiada.

Cuando te encuentras con una localización así todo ayuda, y compensa ciertas dificultades que tuvimos en rodaje, como por ejemplo el limitado espacio para mover un gran equipo de gente ahí dentro, el frío polar que hacía en el mes de Enero o la altísima humedad del interior del refugio. Por suerte, tuve el privilegio de contar con un equipo muy cualificado, lo mejor de lo mejor en su puesto dentro de nuestra escuela de cine “Bande à Part”, en Barcelona. Ver la trayectoria que lleva “Refugio 115” este último año habiendo sido producido en una escuela de cine, con todas las limitaciones que eso conlleva, es una sensación muy satisfactoria.

3-.¿Qué futuros proyectos tienes y qué puedes decir del actual estado del cortometraje español, en cuanto a títulos, recorrido y festivales?

Estoy con varios frentes abiertos, y todos ellos me ilusionan mucho. El más inmediato es mi próximo cortometraje, del cual estoy revisando versión final de guión para rodarlo con toda seguridad este próximo año 2013. De nuevo me adentraré en el terreno del fantástico para intentar utilizar el género para contar algo más de lo que se ve en principio, la elección que más me motiva como creador y como espectador, cuidar la forma para llenar lo máximo posible el fondo. Además, como todos los que nos queremos dedicar a esto, llevo tiempo trabajando en el tratamiento de un largometraje de cara a medio/largo plazo, sobre el conflicto entre la civilización y la naturaleza, con mitos del folklore local de por medio. El otro gran proyecto que ocupa mi mente y me ilusiona mucho es “Cortópolis”, un gran evento de cortometrajes que se celebrará cada mes a partir del 2013, en el cual el espectador podrá disfrutar de lo mejor del cine corto a nivel nacional e internacional. Formar parte del equipo de selección de trabajos y compartirlo con esa gran familia que es “Cortópolis” será un placer muy grande. Se trata de otro gran proyecto de esa mente rebosante de ideas y de talento que es Raúl Cerezo, compañero y amigo, apoyo y ejemplo, un placer siempre. Creo con firmeza que el estado del cortometraje español es excelente, pese a las limitaciones que parece que sufrimos cada vez con mayor fuerza en este país. Precisamente una de las grandes ventajas de la autodistribución que comentaba antes y de tratar en cercanía a profesionales dedicados a esto en el extranjero, es poder comprobar el enorme aprecio que hay al cortometraje español alrededor del mundo, tanto a nivel generalista como a nivel de cine fantástico, que es lo que a mi me toca más de cerca. A veces me da la sensación que se valora mucho más fuera de nuestras fronteras que dentro, cuando el nivel de talentos es muy alto y cada año surgen nuevas obras que ocupan un lugar de privilegio en los festivales más prestigiosos del mundo.

Si hablamos en concreto de cine fantástico, que es el espacio que ocupa “Refugio 115”, lo veo con muchísima salud porque cada vez hay más festivales y espectadores, pero sufriendo el problema que ha sufrido siempre el género, ser ninguneado con respecto al cine generalista en más ocasiones de las que nos gustaría, un mal endémico sufrido a lo largo de toda la historia del cine y al que aún buscamos una solución definitiva.

18 diciembre, 2012

Carpinteros y otros artesanos


Siempre he considerado básico para el análisis de ciertas obras un mínimo de dos o tres pasadas, preferentemente separadas por un tiempo prudencial. Dentro de este comportamiento, suelo considerar interesante la revisión de obras completas, algunas de ellas con la perspectiva del conocimiento añadido durante los años. Suelo hacerlo con Kubrick especialmente para descubrir como siendo alguien que me ha gustado casi desde siempre, he cambiado la manera de enfocar sus obras, de manera que ahora mismo las admiro por cosas radicalmente diferentes a las que admiraba hace años.

Dentro de este modelo de revisión y aprovechando algunas reediciones en Bluray, he decidido ponerme con John Carpenter, y curiosamente el otro día (quien dice día, dice mes, que he tenido poco tiempo para escribir) le tocó a They Live!. A pesar de su tosqueza visual a momentos, algunas de las cosas que vi me hicieron tener ciertas inquietudes por el Carpenter comunicador más que por el Carpenter cineasta. They Live! empieza en un mundo aparentemente de crisis donde una grupo de alienígenas disfrazados controlan económica y socialmente el país, todo dentro de ese tono Carpenter, pero de repente, y es algo que apenas recordaba, me encuentro el siguiente discurso:

...our impulses are being redirected. We are living in an artificially induced state of consciousness that resembles sleep... ...the movement was begun eight months ago by a small group of scientists who discovered, quite by accident, these signals being sent through television... ...the poor and the underclass are growing. Racial justice and human rights are nonexistent. They have created a repressive society and we are their unwitting accomplices... ...their intention to rule rests with the annihilation of consciousness. We have been lulled into a trance. They have made us indifferent, to ourselves, to others, we are focused only on our own gain. We ha... ...please understand, they are safe as long as they are not discovered. That is their primary method of survival. Keep us asleep, keep us selfish, keep us sedated... ...they are dismantling the sleeping middle class. More and more people are becoming poor. We are their cattle. We are being bred for slavery.

Indiferencia, rebaño, pobreza extrema, destrucción de la clase media, represión... Es difícil ver el mundo en que vivimos actualmente sin asociarlo con alguno de estos términos. A pesar de que todo esto parece que sea algo de la reciente crisis, hablamos de una película que tiene casi 25 años, ¿es posible que me acercase a Carpenter por sus temáticas y de repente me haya perdido algo importante?

Leed el Zoom Erótico!
A Carpenter se le llama el maestro del terror, considerado autor de culto (eso que a veces parece sinónimo de "cine cutre pero que mola"), pero es su faceta como narrador la que me estoy redescubriendo y la que me llama más la atención. Considerando su carrera así a grosso modo, Carpenter encaja dentro de los cánones marcados por la literatura clásica de ciencia ficción. Quizá no consiga la excelencia técnica de los grandes, pero su faceta de comunicador funciona de forma casi perfecta.

Una de las cosas que siempre me llamaron la atención de la literatura de ciencia ficción es la manera de presentar crítica social en escenarios imaginarios. Es evidente que esta característica no es exclusiva, pero curiosamente muchos de mis libros favoritos son de este género. Desde cómo se afronta la pobreza y la separación extrema de clases en Gateway (Frederik Pohl), las sociedades represivas de 1984 o Fahrenheit 451, pasando por Asimov, Clarke, Heinlein y un largo etcétera de autores que usan la ciencia ficción como espejo y que se atreven, no solo a afrontar los problemas del presente, sino sus consecuencias futuras.

Carpenter presenta una distopia parecida en They Live!, una sociedad extrema con pobres muy pobres y una clase alta, alienígena en este caso, que usa mensajes ocultos para controlar a la sociedad. Es la metáfora de las gafas que hacen ver la realidad la que me parece maravillosa a pesar de su evidencia, es el esfuerzo de ponerse las gafas y querer ver lo que despierta a la gente, pero incluso así, es algo que no todo el mundo hace, de hecho nadie parece querer hacerlo. Quizá por ser Carpenter (maestro del terror) o ser ciencia ficción (que quiera o no parece considerarse un género menor), no es una película de las que aparezca en las listas de crítica social, y sin embargo funciona perfectamente como símil de lo que estamos viviendo en los últimos años. No es la única aproximación de Carpenter a futuros distópicos, ya es algo que aparecía en su primera película, Dark Star (1975) y que llevó a un extremo todavía más evidente en Escape from New York (1981) donde el grado de nihilismo y desolación, a pesar de parecer una película de aventurillas en un futuro cercano, es enorme.

La representación del ser humano en situaciones extremas es algo que lleva haciendo Carpenter desde sus inicios y es algo que realmente me fascina de su forma de narrar, desde el grupo de héroes imposibles superando todas las posibilidades de Assault on Precinct 13 (1976) hasta la deconstrucción perfecta del héroe de Big Trouble in Little China (1986), una de sus mejores películas por su forma de combinar elementos de múltiples géneros y de hacer un análisis de la imagen del héroe americano y su mitología creando la antítesis perfecta del concepto que se manejaba en el cine de la época.

Soy un patán pero molo
Aunque parezca la elección evidente, The Thing (1982) sigue siendo mi película favorita de Carpenter, que no veo tanto como un remake de la producción de Howard Hawks The Thing From Another World (1951), como una readaptación de la historia original “Who goes there?” de John W. Campbell, Jr. No solo representa un hito técnico en efectos y creación de monstruos por parte de Rob Bottin, la situación de paranoia y desconfianza está representada de forma excelente y crea un ambiente de desasosiego y desconfianza que su precuela/secuela moderna no puede ni soñar en alcanzar, por mucho avance tecnológico que disponga. Carpenter considera esta película como la primera de lo que llama "La trilogía del apocalipsis", completada por Prince of Darkness (1987), con una atrevida aproximación a temas peliagudos como la fe y la religión y finalizada por In the Mouth of Madness (1995).

In the mouth of Madness es una película que forma parte del mi top particular de Carpenter por varios motivos, su aproximación al horror cósmico al estilo Lovecraftiano (también presente en Prince of Darkness) pero sobre todo por el uso maravilloso de la narrativa no lineal y la distorsión del tiempo y el espacio. Dentro de la esquizofrenia y confusión de realidad y ficción aparece también la autoconsciencia del film por la narrativa del cine de terror y sus paradojas, idea reaprovechada por Craven y su Scream poco después y por la reciente Cabin in the Woods.

Pasando el sábado por la tarde de tranquis
Dentro de casi todas las disciplinas artísticas existen los pioneros, los artistas, y existen los artesanos, que en general aprovechan lo creado por otros para generar su visión. No tengo nada en contra de los artesanos (de hecho yo soy un poco así porque dudo que mis reflexiones sean para nada novedosas) ya que de hecho las cimas suelen ser alcanzadas por ellos, suelen ser los que evolucionan la técnica hasta la excelencia, pero muchas veces a costa de tapar a los verdaderos pioneros. Carpenter es un pionero, un tipo arriesgado y no siempre con el beneplácito de la crítica y el público, pero en el fondo es uno de los elegidos que, con su particular visión, han creado en parte lo que ahora mismo es el arte del cine.

Pedro Pérez (aka. Findor)

06 diciembre, 2012

Crónicas carcelarias: Muestra de cortos en Almería

Viernes, 23 de noviembre de 2012.

Es la segunda vez que entro en prisión.
 

La primera ocurrió hace unos meses. Entonces llevé bajo el brazo mi novela negra y ultraviolenta “El país de los ciegos”. Los psicólogos y educadores se echaron las manos a la cabeza. Esta vez traigo cine, corto, pero contundente.

Centro Penitenciario “El Acebuche”, Almería. Pasamos el primer acceso de control. Mi DNI desaparece y se transforma en un cartón que pone “visitante”. No sé dónde colgármelo. Llegamos al perímetro. Me siguen sorprendiendo las alambradas enroscadas, todo ese espacio vacío y perdido, el limbo entre la libertad y el encierro. El segundo acceso es más restrictivo todavía. Las puertas chasquean y se deslizan ruidosamente sobre una jamba metálica. Los barrotes son gruesos, y la pintura beis que los recubre nos los hace más simpáticos. Hasta que no se cierra un portón no se abre el siguiente. Más chasquidos. Más barrotes.

Los módulos se despliegan ante mí. Caminamos por los pasillos. Hay gente por ellos. Están tranquilos, saben lo que hacen, hacia dónde van. Yo me limito a seguir a mi guía. Ascendemos por unas escaleras que huelen a recién pintado. Llegamos a la sala de proyecciones. Es amplia, pero se quedará pequeña para todos los internos. Me cuentan que solo asistirán tres módulos. No pasa nada. Repetiremos otro día para los demás.

Las butacas se llenan. El público bulle. Hablan, se saludan, se reencuentran, se evitan. Comprobamos el sonido. Apagan las luces. Es la hora.
Me presentan. Me pasan el micro. Siento sus pupilas sobre mí. Estoy en lo alto de una tarima. A mi espalda está la pantalla. Cuento de qué va la actividad y explico el primer corto. Lo escribí y dirigí hace unos años. Se titula “Canela vol. 0,5”. Es la precuela de uno de Pablo Ferrando. Desaparezco tras la cortina y dejo que el cine haga su magia.

La gente responde. Se ríen, se asustan. Esto funciona. Cuando termina, regreso a la tarima. Es entonces cuando aplauden. Me siento halagado. Vale, tíos. Dejad que siga. El siguiente es más largo. “Niños que nunca existieron”, de David Valero. Ganador de multitud de premios. Un director con un futuro brillante. Su corto lo demuestra. Les entusiasma. Sufren al lado de los protagonistas. Los títulos de crédito les noquean. Más palmas.
Sigamos. “8”, de Raúl Cerezo. Cine de terror diferente. Arriesgado, homenaje a los inicios del género, mudo, una banda sonora brutal, planos milimétricos, una puesta en escena perfecta. Más de 150 nominaciones y decenas de galardones. Le prestan atención enfermiza. Esperan que pase algo, que el desenlace les deje sin aliento. Y sucede. Los títulos comienzan a salir y ellos aún están digiriendo lo que han visto. Aplauden como locos.

Nos quedamos sin tiempo. Quería poner “Emala3bien: los malditos”, de Miguel Ángel Font, pero dura 40 minutos. Por suerte también tengo “Eienesis: In Search of Light. Un corto metafórico que habla de la sensibilidad de la creación quizá parezca más arriesgado. Da igual: la anterior vez conocí a un pintor ruso muy bueno que descubrió su vocación cuando estaba interno. Lo proyectamos, contemplan la belleza de sus fotogramas, aplauden. Aplauden mucho. La capacidad de apreciar la belleza no se pierde tras las rejas.

Aún tengo tiempo para una pieza más. Una muy especial. Algo que nadie antes había visto, ni dentro ni fuera. Algo que me han regalado en exclusiva para esta muestra. Se trata de un anticipo de lo que será la película “Criando ratas”, una cinta que recupera el cine quinqui, pero que lo actualiza y le da un lavado de cara. Con el micro en la mano explico lo que van a ver. Actores no profesionales que pasaron por prisión, gente de barrio que conoce las drogas de cerca, una película que ha hecho más por su reinserción que mil programas estatales. Un proyecto único, imposible, social, maravilloso, genial. Play. Ahí está el Cristo haciendo de las suyas, mira al Mauri robando risotadas con sus monólogos geniales, fíjate en las calles de lo más oscuro de Alicante. Cine-realidad. Cine-total.

Aplauden. Les encanta. Me preguntan cómo participar en cortos. El que lo dice es músico, pero quiere salir de actor. Le digo que también se necesitan músicos en los cortos. Da igual: él quiere ser el nuevo Cristo, el nuevo Mauri. Aplauden otra vez. Me obsequian con una placa de barro que hacen ellos mismos en los talleres.

Me dan las gracias, pero soy yo el que está agradecido.

Claudio Cerdán, 28 de noviembre de 2012.