22 abril, 2012

Cortópolis ha llegado.


Hace ya una semana que estuve en Madrid visitando gente y asistiendo al nuevo evento organizado por Raúl Cerezo. Aparte de una gran experiencia parece ser que también me traje unos cuantos virus de la gripe que han impedido que mi cuerpo tuviese ganas de ponerse a escribir sobre ello. Pero ya no puedo dejar pasar más tiempo o si no corro el riesgo de juntarlo con la segunda edición…

Cortópolis nace a la sombra del éxito de Córtate, y uno se pregunta, si Córtate ya está bien establecido... ¿Por qué Cortópolis?

Ante esa clase de preguntas siempre intento plantearme la alternativa… ¿Y por qué no? Gracias a la crítica habitual que hago en este blog tengo la gran suerte de ver muchos de estos trabajos varias veces para poder sacarles toda la chicha. Más allá de la proyección puntual en un cine u otro, al rascar es cuando uno ve que los cortometrajistas viven en un mundo muy especial.

Eventos como este, y más debido al cese de ayudas al cortometraje debido a la crisis (no haré comentarios políticos sobre ello) no solo deben existir, si no que además son necesarios.

Cortópolis tiene el objetivo más ambicioso que puede tener de uno de estos eventos, proyectar lo mejor del panorama español en las mejores condiciones… Es verdad que quizá el sitio no sea el más accesible o el más propicio para ir un sábado por la mañana, en especial uno lluvioso como el que toco vivir, pero el mensaje que tiene que trascender de esto es muy claro. El cortometraje no está muerto. Y no solo eso, si no que el cortometraje no tiene nada que envidiar al resto de cine que se hace dentro de nuestras fronteras…

La primera edición tuvo una elección de participantes… llamémosle ecléctica… Como primera edición la necesidad de atraer mucho tipo de público era casi necesaria, así que entiendo que se optara por traer historias de temáticas muy diversas y de calidades muy dispares, aunque es cierto que todos tenían algún tipo de valor destacable.

Como habrá tiempo de desgranar algunos de los cortos en análisis más sesudos, dejaré solo una impresión general de los que captaron mi atención (Memory, Therion, Le llamaremos Bobby, Foto, Abracadabra) y los que no me acabaron de convencer del todo (Salvación, On my Mind, Historia muerta, Que sean tres). Es evidente que no todo me va a parecer destacable y algunos de los no, a pesar de las buenas intenciones, no acaban de funcionar del todo. Dejo fuera de esta clasificación a 8, que bastante he escrito ya de el y no es plan de ser cansino...


Es difícil prever si existirá o no segunda edición porque hay muchos factores que influyen, pero desde luego el esfuerzo merece todo el respeto y el apoyo por el mundo que representa.

Larga vida a cortópolis.

Pedro Pérez (aka Findor)

17 abril, 2012

Entrevista con Tonio L. Alarcón, parte 2

Con un poquito más de retraso del esperado, aquí viene la segunda parte (de tres) de la entrevista a Tonio L. Alarcón sobre su libro y su función de crítico en esto del mundo del cine.

Esta vez el autor de las preguntas voy a ser yo... Pedro (aka Findor), que aún con mi poca capacidad de plantear cuestiones interesantes, la cosa sale a flote porque Tonio es un crack.

Si lo sé, no vengo...

¿Toda la profusión de críticos amateurs con opiniones tan diversas está afectando también al espectador, en el sentido de que cualquiera puede reafirmar sus opiniones de forma casi automática con una simple búsqueda on-line?

No creo que sea una relación causa-efecto, sino que más bien ambos fenómenos parten de una característica que ha ido imponiéndose cada vez más en nuestra sociedad: la incapacidad, cada vez más acusada, de aceptar la disensión, las opiniones diferentes, y precisamente el enriquecimiento que supone aprender de las visiones que nos pueden aportar los demás. Esa multiplicación de las opiniones que ha provocado internet, en lugar de enriquecer nuestro panorama cultural, lo que está provocando es un empobrecimiento gradual del mismo. Siempre hay un roto para un descosido, así que o se recurre a comentaristas afines para reafirmar las propias opiniones, o se ataca con saña a quienes ofrecen un punto de vista distinto. No hay más que echar un vistazo a los comentarios de la mayoría de webs de cine para darse cuenta de hasta qué punto ha llegado la situación. Es deprimente.

¿Crea esta sobredosis de información un perfil, opuesto al “superespectador” que comentaba Henrique, de gente incapaz de discernir entre crítica profesional y amateur?

Bueno, es que hay que tener en cuenta que siempre ha habido grados dentro de los aficionados al cine. El lector de Fotogramas (sin ánimo de quitarle méritos a esta publicación, ya que cuenta con magníficos profesionales en su plantilla) es mucho menos exigente que, por ejemplo, el de Dirigido. Igual que hay quien va enseguida a mirar las estrellitas, y otros que prefieren leer con calma las críticas para asimilar los conceptos que en ellas se desarrollan. Así que no creo que esa división sea nada nuevo: más bien, como ahora todas las opiniones se amplifican de forma más exagerada (esos famosos 15 minutos de fama que señalaba Andy Warhol ahora están al alcance de cualquiera), los que no entienden o no quieren entender los textos más complejos se hacen escuchar mucho más.

¿Crees que la crítica “llana” está haciendo daño (haciendo perder fuerza o respeto) a la crítica profesional?

Creo que los críticos profesionales no hemos hecho precisamente demasiado para ganarnos el respeto del público general. No sólo nos encanta mirarnos el ombligo continuamente (organizando seminarios, conferencias, dossieres e incluso libros sobre el destino de la crítica), sino que, además, algunos de mis compañeros de profesión tienen la mala costumbre de mirar por encima del hombro a los que no piensan como ellos, y se niegan a “bajar de nivel” para alcanzar oídos distintos. Yo considero que un profesional tiene que saber adaptarse a su audiencia, mostrarse dispuesto a hablarle en su mismo lenguaje, y sobre todo dejar la soberbia en casa. Con el ego por delante no se va a ningún sitio. Por eso, y sólo por eso, esa crítica “llana” le llama más la atención al público. Porque consideran que, ésa sí, está a su mismo nivel, les habla en sus mismos términos.

¿Qué le dirías al espectador que hace bandera de su ignorancia como única manera de disfrutar el cine para que saliera de esta postura?

Que leyera El cine según Hitchcock. Descubrir las conversaciones entre Truffaut y Hitchcock fue, para mí, en su momento, como si alguien abriera una ventana en una habitación completamente a oscuras. Me hizo darme cuenta de hasta qué punto la puesta en escena condiciona la experiencia del espectador.

Así me gustan a mí los libros, mucha foto y poca letra...

Como fan de los cómics, una pregunta de historia-ficción. ¿Hay esperanza de que en España deje de ser considerado algún día como un género menor?

Lo dudo mucho. Hace unos años, cuando uno todavía tenía cierta esperanza en el género humano y en la evolución de la especie, tenía la impresión de que mi generación estaba alentando un cambio en ese sentido, que estábamos abriendo a la sociedad a una relación más natural, menos condicionada con los cómics de todo tipo. Pero la realidad es que las generaciones posteriores siguen tratándolo igual, o incluso peor que las anteriores: continúa viéndose como algo para friquis, sobre todo si se consume después de la adolescencia. Supongo que también tiene algo que ver el pésimo nivel cultural de nuestro país, que hace que tengamos un índice de lectura absolutamente deprimente... No es casualidad que los videojuegos, un medio que, por cierto, me parece fascinante y del que se pueden decir muchas cosas interesantísimas, tengan mucho más tirón: en general, no requieren más que leerse las instrucciones... Y a veces, ni eso.

¿Ha sido difícil escribir de un tema que te gusta como los superhéroes y mantener la visión crítica alejada de cierta visceralidad?

Depende de lo que entiendas por visceralidad. La verdad es que no me he cortado en criticar lo que me parece criticable, y en defender también lo que me parece defendible, pero siempre desde la perspectiva de que no estaba elaborando un libro de crítica, sino una obra de divulgación dirigida a toda clase de aficionados. Supongo que eso es a lo que te refieres, que mantengo un cierto tono periodístico que, creo, es el más adecuado para un volumen de este tipo. Sobre todo porque te permite acceder a cualquier tipo de lector, los que, como antes te comentaba, sólo se fijan en las estrellitas, y a los que les gustan los textos largos y jugosos.
¿Qué cómic te gustaría ver bien adaptado a la gran pantalla y por qué?

Aparte de que me gustaría que alguien le hiciera justicia al pobre Daredevil (por favor, David Slade, no la cagues), mi sueño húmedo lo está llevando a la animación DC, que es una adaptación de la miniserie Batman: El regreso del señor de la noche. La verdad es que uno de mis proyectos imposibles, siempre soñados, era esa versión que se rumoreaba que iba a protagonizar Clint Eastwood... Más que nada, porque me parece una obra fundamental para el cómic de superhéroes, y un ejemplo de lo cojonudo que era Frank Miller cuando su visceralidad estaba artísticamente bien dirigida (y no como en esa cosa ridícula llamada Holy Terror... ¡por Dios!).

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Para finalizar, añadimos una relacíon de los libros donde ha participado Tonio para que corráis a comprarlos todos, le hagáis rico y así se acuerde de nosotros...

Obras colectivas

Sitges 1968-2007. Viaje alucinante, Notorius, 2007.
El diablo en el cine. Máscara y espectáculo, Valdemar, 2007.
American Gothic. El cine de terror USA 1968-1980, Donostia Kultura, 2007.
El cine de ciencia-ficción. Explorando mundos, Valdemar, 2008.
Cine de animación japonés, Donostia Kultura, 2008.
Nosferatu. El thriller USA de los 70, Donostia Kultura, 2009.
Pesadillas en la oscuridad. El cine de terror gótico, Valdemar, 2010.
Cien miradas de cine, Miradas de Cine, 2011.
Apocalipsis ya. El cine del fin del mundo, Sendemà, 2011.
El origen del siglo XXI: Diccionario de cine contemporáneo, Cátedra, 2012. (En preparación)
Ojos sin rostro, Ártica, 2012. (En preparación)

Obras en solitario

Superhéroes. Del cómic al cine, Calamar, 2011.

10 abril, 2012

Akerbeltz, las brujas y el inquisidor


La animación es un género complejo. Para empezar, todo el mundo se empeña en llamarle género cuando en el fondo no deja de ser un medio. Yo personalmente me niego a llamarle género (a pesar de la primera frase) porque creo que la narración es bastante más independiente del medio de lo que popularmente se cree y porque encasillar algo que sea animado en un conjunto limitado es injusto para la animación, que como género parece verse abocada a un subconjunto de clichés y donde salirse de esa trampa mortal acaba siendo una odisea.

Aunque luego está la animación "adulta", que no deja de ser lo mismo con los mismos clichés pero donde todo suele pasar de noche y a veces muere alguien sin venir a cuento.

Por definición, un corto de animación parece estar lastrado por dos etiquetas, animación y cortometraje, ambas consideradas en algún caso casi despectivas con respecto a lo que viene a ser el "hermano mayor", el "cine de verdad"…

¿Un corto de animación? La iglesia lo desaprueba

Desde este blog y como amante de la animación y el cortometraje, los cuales, ni mucho menos son considerados menores por ninguno de sus integrantes (espero), me congratula mucho cuando un corto se salta todo esto y decide jugar a las ligas grandes sin complejos como los analizados anteriormente. Si encima es de animación, mi alegría es doble.

Akerbeltz, aquí donde se ve y a pesar de todo este discurso sobre el "cine de verdad", no se parece a ninguna película que podáis haber visto nunca, primero porque siendo un poco osado con el lenguaje, se podría considerar incluso un "videoclip" (usado en un sentido definitorio y no en un sentido despectivo). Esto es así ya que en Akerbeltz no hay diálogos y todo transcurre al ritmo de una canción específica de Hedningarda, algo con la que ya tienen parte de mi alma al ser uno de mis grupos folk nórdico de referencia (aunque me siga gustando algo más Garmarna... ale, ya lo he dicho). Y sin embargo todo tiene un aire cosa grande desde el primer plano secuencia con aires Fincherianos y obsesión compartida por pasar la cámara entre todos los huecos que aparecen en ella.

¿Cámaras imposibles? No hay problema...

Y es que desde ese principio, Akerbeltz va como un cañón contando la historia a ritmo de la música y usando todos las herramientas disponibles que sí puede proporcionar el medio animado por encima del cine tradicional, transiciones rápidas, zooms imposibles, cambios de escenario manteniendo encuadres… sin dejar ningún momento de relax a la narración pero sin llegar a avasallar en ningún caso. Es muy difícil resumir todo esto en pocas palabras porque la realidad es que podría ponerme a hablar de cada segundo en que la narración enlaza secuencias de forma excepcional, como el momento donde las rejas aparecen encerrando a las brujas en el juicio o el momento donde Akerbeltz aparece y hace llegar el niño a manos de la anciana y que es capaz de sintetizar todo ese concepto complejo en apenas unos segundos sin que se pierda en ningún momento el hilo de lo que pasa. Y sobretodo con un añadido, sin necesitar ni una sola palabra para ello...

El trabajo de César Urbina para contar la historia de las brujas y el inquisidor me parece impecable, aunque ya digo que quizá mi obsesión por los cortos de animación me produzca cierto sesgo inconsciente. Tengo que decir que ahora mismo se me ocurren pocos cortos animados que me hayan producido un "shock" tan importante en el primer visionado, aunque casi aseguraría que César agradecerá que el primero que me haya venido a la cabeza al ver Akerbeltz ha sido "Le moine et le poisson" de Michaël Dudok de Wit (uno de mis favoritos), sobretodo por la conjunción musical.


No estoy muy seguro de si quiero hablar de la parte artística, no por nada malo, pero el que ahora mismo esté metido en un curso de ilustración con un profesor algo obsesionado por las proporciones anatómicas (un saludo para él si me lee) me condiciona un poco ante los dibujos sencillos de Akerbeltz. No tanto por su sencillez, que no es a priori nada negativo, si no porque aunque en general me parece artísticamente muy preciosista, en este momento me cuesta dejar de ver esas anatomías con otros ojos…

Aún así, esto no debe ser nunca considerado un error, ya que en este caso concreto es algo con lo que yo tengo que lidiar igual que otras cosas anteriormente confesadas en este mismo blog, y desde luego el estilo visual de Akerbeltz funciona maravillosamente bien.

Tengo que decir una cosa como conclusión final y a pesar de que pueda existir algo de agravio comparativo con los otros cortometrajes que han ido pasando por mis manos. De hecho no es nada negativo ya que todos me parecen muy notables y así lo he hecho constar, pero desde luego tengo que decir que Akerbeltz es, en estos momentos, el corto que más me ha impactado en mucho tiempo y por el que podría vender mi alma ahora mismo para tener una copia que pudiese pasar en mi casa en loop durante los ratos en los que la tele esté ociosa...

Gracias de corazón, señor Urbina,

Pedro Pérez (aka Findor)

PD: No duden en visitar el blog de noticias del corto para poder estar enterados de todo lo que pasa...