30 septiembre, 2008

YO y MI ESTÓMAGO


Pues sí, llego el día, hoy..., llego el día que vuelvo a ponerme a régimen. La anterior vez ya la conocísteis, en El zoom erótico mismo, donde colgué unas fotos casi en pelota para humillarme y tener que responder a los insultos. Os debo una foto de cómo quedé para casarme, y la pondré aquí mismo, vive Dios. Perdí 36 kilos en unos pocos meses...

Pero pasó lo inevitable, lo que me lleva persiguiendo toda la vida..., y es que volví a engordar. Y no es por otro motivo más obvio que un chupete amarillento: me encanta comer..., lo encuentro el mayor placer que existe y el más rico, con esa piramide de sabores. Por eso esta vida a veces me desalienta tanto...¿por qué lo que adoro es prohibitivo y malo para mí? Pues porque es lo que hay, claro. Desde mi boda he cogido 40 kilos (casi no sabemos cocinar y nos hemos independizado, casi nah..., y cuando visitamos a las madres es cosa de "a cuatro platos")...y creo que ahora tengo la solución.

Y es que es lo de siempre: ¿adelgazar para mi o para los demás? Sobra decir que de cara a la boda adelgacé para los demás..., y así lo he hecho toda mi vida y las cien que he adelgazado..., pero creo que ha llegado la hora de cambiar, de madurar..., ha llegado la hora de adelgazar por salud, para mí..., sobre todo cuando la báscula me ha dicho que estoy casi en 121 kilos..., no puedo consentirlo...no puedo hacerlo porque me duelen los huesos, me falla la circulación y no puedo moverme. Pienso recuperarme y combatir la gula que me puede..., pienso hacerlo y no pienso parar.

Y es que es lo de siempre, al final lo más sencillo es lo mejor: voy a adelgazar despacito, sin trucos que engañen al cuerpo, en un endocrino de los de toda la vida y sin acupunturas ni calambres. Porque, diantres, no hay ningún tipo de misterio: para adelgazar hay que comer sano y pasar hambre..., y sufrir..., y quien diga lo contrario miente porque, por ley de vida, no estaría adelgazando, ya que no tendría más que quedarse como está.

¿Deporte? También, pero aeróbico y más adelante (cualquiera mueve ahora tanta mierda), que si no luego todo te vuelve en carnes. Es todo tan obvio, tan fácil sobre el papel...y con fuerza de voluntad voy a ganar. Y, por supuesto, voy a volver a despelotarme, aquí...ahora..., faltaría más...Y con fotos del lunes por la mañana, que es cuando empecé el régimen...

...voy a educar a mi estómago, que está hecho un necio. Y voy a hacerlo de la única manera posible: sin prisa pero sin pause. Voy por ti, mulo...

Y es que hay gente que come y no engorda, sí..., pero yo no soy de ésos..., yo engordo y adelgazo con una facilidad pasmosa..., pero siempre opto por el engorde, qué duda cabe. Hasta hoy...

...porque no hay nada que me haga sentir mejor que estar a gusto conmigo mismo. Nada, ni siquiera uno de ésos al roquefort...

Puta vida, eh...

26 septiembre, 2008

SOBRE EJES Y ZOOMS ERÓTICOS


Cuando uno se mete a planificar la dirección de una escena, parte de un millón de opciones y posibilidades y de dudas, que se van aclarando no por aquello que sea más chulo o por caprichos, sino por lo que realmente es necesario para cada sensación a transmitir.

Teniendo en cuenta esto, nos topamos con dos difíciles escollos y afilados muros. El primero y más escurridizo es el eje. No voy a explicar la teoría de los ejes, pues éste no es el sitio. Pero sí lo tortuoso del tema, dónde está el fallo, el despiste, la intencionalidad, o la ruptura. Está claro qué hacer en la típica situación de dos personas hablando, que es lo que ocurre casi siempre. A no ser que queramos hacer dogma, sólo hay una opción posible, y si no estaríamos ante un fallo o un despiste. Pero la pesadilla ocurre cuando tenemos a bastantes personas e incluso queremos mostrar cada pared, como ocurre en mi escena de los Vividores en mi largo Tras los pasos del Bandolero.

Eso cada uno lo resuelve de una forma. Tarantino, aunque en todo lo demás es excelente y un genio, en esto siempre recurre al mismo truco, harto tramposo, para olvidarse de los ejes: grabar la escena en plano secuencia, dando vueltas con la cámara de uno a otro (Reservoir Dogs, Death Proof). En cambio Martin Campbell en la partida de Casino Royale pasa de un eje a otro con gran suavidad y perfeccionismo, en un ejercicio de pura ingeniería. Yo (y no me estoy midiendo con nadie, sólo os cuento) he optado por ser más obvio. Qué carajo, si tengo que pasar a detrás de la barra cuando ya he mostrado todo lo demás y he de seguir mostrándolo, pues paso ahí, y si además hay que ir hasta la cortina de la trastienda y volver a la puerta, se hace. Sé que dicha escena de los Vividores de mi largo me echará encima a muchos puristas, pero fue mi elección.

El otro tema, siempre polémico, es el del zoom. Es evidente que quien lo usa no es por accidente, ni un fallo ni un despiste. Han apretado la palanca a propósito, y por tanto es parte del autor. No obstante, yo no soy partidario de abusar a lo Valerio Lazarov, pero tampoco de huir de él como los académicos. Como dice el título de esta web, hay algo erótico en el uso del zoom, en transportarse en un vuelo mágico a donde quieres, y yo soy muy erótico. Y me gusta usarlo en concretos momentos, como para resaltar la atención de un personaje sobre algo de vital importancia en la historia. Así he hecho en Oftalmós y en Tras los pasos del Bandolero.

13 septiembre, 2008

Nacho Cerdá. Bordeando la muerte



Es una lástima que directores españoles como el que nos ocupa sean tan desconocidos para la gente de su propio país mientras que, de puertas afuera, consiguen alcanzar un cierto estatus que les permita que su obra sea exhibida en una mayor medida. Puede ser el resultado, una vez más, de la lamentablemente interesada política de distribución -y por ende, difusión- presente en España, algo que vistos los tiempos que corren no es de extrañar cuando, con sólo echar un vistazo a los carteles de los cines, uno se da cuenta de que en la inmensa mayoría de las películas que tras ellos se esconden no prima más que la facilidad, la inmediatez y la diversión, dejando a un lado propuestas sugerentes, inquietas y verdaderamente personales como las que aquí nos ocupan.

Ignacio (como inocentemente firmaba en su primer trabajo conocido, The awakening) o Nacho (como posteriormente quedó fijado, en paralelo a su maduración artística) Cerdá es un joven realizador catalán curtido en el mundo del cortometraje, formato donde realmente, y hasta el momento, ha causado suficiente impacto. Estudió periodismo y se marchó a EE.UU. a formarse en el mundo del cine a través de varios cursos, en el marco de los cuales realizó su mencionado primer corto, y desde entonces no ha parado de rodearse de un equipo técnico y artístico en gran medida internacional, en lo que viene a ser una muestra inequívoca de la poca confianza que tiene hacia el entramado cinematográfico patrio y sí hacia la particular sensibilidad que el público americano siente hacia el cine de género, sabedor de que sus radicales propuestas podrán hacerse hueco más fácilmente allí.

Goza de tan sólo cuatro obras en total (si no tenemos en cuenta su participación en el film coral europeo 99 euros, invisible en nuestro país, y su making of para la película El maquinista), y una quinta en eterna preparación. Las tres primeras son los trabajos cortos que conforman su denominada Trilogía de la muerte (recientemente editada en dvd por parte de Versus, en un pack realmente cuidado), compuesta por The awakening, Aftermath y Génesis, tríptico que desmenuza la muerte en sendas vertientes y auténtico (y justificado) impulso en su carrera al escaso terreno del largo, en el que de momento sólo ha realizado la inquietante Los abandonados a la espera de la terminación final de su misterioso documental Ataúdes de luz.

Pero, ¿qué aporta en realidad Nacho Cerdá al panorama del terror (inter)nacional? Sin duda una visión radical e igualmente personal, fresca y sin miedo a las cortapisas en el forjamiento de la creación, que apunta directamente al tema de la muerte y no duda en enfrentarse a ella de cara, abordándola desde prácticamente todos los ángulos posibles para así enriquecer su visión, y afrontándola con la suficiente entereza como para no dejar de mostrar todo cuanto su temible imaginación le sugiera. Su afán por el estudio de la naturaleza humana y el significado del instante final que a todos nos espera no se marca límites auto-censores, y eso es algo que sin duda le ha imposibilitado su salida adelante en circuitos que no fueran minoritarios, cuestión de sobra sabida por él mismo y que refuerza aún más la valentía que recorre su propuesta. Vayamos por partes.

El interior del triángulo escaleno que es la Trilogía de la muerte está claro y no hace falta más que echar la vista hacia tal nombramiento grupal para intuirlo; son justamente los antitéticos pero adyacentes lados de ese triángulo los que lo sostienen fijamente, conformando una extraña pero no menos armoniosa unidad, y reflejando la poderosa luz de sus vértices directamente en sus lados opuestos, reverberando su iluminación en el todo, que es la unión de la vida con la muerte y su irreversible impacto en el entorno.

Una simbología trigonométrica, la anterior, que se hace explícita en The awakening . Cuando un joven estudiante manosea y mira ensimismado en clase el billete de un dólar (que tiene impreso en él una pirámide con un ojo en su interior, que representan a Dios y a la Santísima Trinidad que lo envuelve), resuena en su interior una extraña voz que le transporta al sueño. Al despertar, encuentra todo lo que le rodea inmóvil, no sólo sus compañeros sino también el reloj de la clase que marca el tiempo; él no le dará importancia en principio, pero poco a poco su angustia irá creciendo, y será cuando vea a todos sus compañeros dirigiendo su mirada impenetrable e inamovible hacia él y se percate del dibujo con el símbolo anterior impreso en la pizarra (a la vez que le impactan brevemente distintos recuerdos de su vida), cuando tome consciencia de su propia muerte.

La captación del instante de la muerte desde un plano puramente espiritual es, pues, el objetivo de esta pequeña película. Dotada de un evidente tono amateur que no esconde sus defectos interpretativos, la narración, sin embargo, fluye sencilla y se acompaña de una cierta ambientación de opresión que se incrementa cada minuto (y en la que no tiene poco valor la música atmosférica ideada), desasogando al personaje ante la incomprensión que se le plantea. La falta de una cuidada producción, aquejada de su escasez de medios, no debe impedir ver la meritoria representación de un concepto, el del fallecimiento, sugerido como indoloro e introducido mediante el sueño. Cerdá detiene el tiempo para separar alma y cuerpo, nos sorprende primero ante el extrañamiento que supone la visión sin sentido del cuerpo ausente, despojado de su ser; y nos sobresalta después cuando ese ser independiente está ya carente de su físico y lo observa con resignación, al tiempo que nos sugiere un agradable adentramiento en un lugar paralelo, donde el reloj volverá a discurrir a su manera.

Todo lo contrario ocurre en Aftermath, cortometraje de culto internacional. En esta segunda parte, el director decide pasar a la acera contraria sabedor de que no generará poca polémica con su manera de cruzar la calle: la explicitud. Si The awakening se centraba en el aspecto más voluble -por invisible e incierto- de la existencia humana, Aftermath ensalza hasta límites casi insoportables el sentido físico, real, de la vida y horroriza a través de su más viable y sin embargo caduca muestra, el cuerpo. Rodado con la misma frialdad y alejamiento que impone la aséptica sala de autopsias donde se desarrolla, el grado de pulcritud y limpieza estética (a años luz de su antecesora), de depuración en definitiva, es encomiable en este trabajo; se aprecia un pormenorizado estudio de la planificación y la situación de la cámara, que logra extraer destellos de belleza de donde aparentemente debiera salir la repugnancia y la dificultad de mirar. Existe, en fin, un fiel distanciamiento formal que no entra en batalla con una moral de la mostración, mediante la cual Cerdá quiere, simplemente, captar la verdad del instante de la degradación de la carne, pues no es su intención dejar vacía esa tan importante y habitualmente invisible fosa; no puede permitírselo si quiere completar su círculo.

Es por eso el grado enfermizo posteriormente alcanzado, cuando uno de los forenses da rienda suelta a sus más libidinosas tentaciones con uno de los cadáveres, en una culminación de su extremada obstinación por la sangre y su envoltorio; porque la materia inane del cuerpo unido a una mente inexistente despoja a aquél de su cometido, quedando reducido a un sucio escombro en el interior del cual no se aloja nada más que horripilantes órganos desechos que son tratados como tales. Tan sensible material podría haber degenerado en el habitual subproducto underground que no busca otra cosa más que el morbo; nada más lejos de la realidad: un refinado y rebuscado sentido artístico ahonda entre las imágenes, sin ningún conato de sensacionalismo, logrando Cerdá encontrar por momentos la sensación de gravedad buscada cuando inspira los fotogramas con el Réquiem de Mozart. Su ceremonia de la muerte da paso a la asunción del vacío que tras sí deja ésta.

Y es que Génesis (nominado al Goya y ganador de Sitges en el 98) cierra el círculo a la perfección. Primeramente, el espíritu; después, la carne; y por último, el poso. La pesadumbre y eterna tristeza que le queda a un mal afortunado escultor que pierde a su amada en un terrible accidente de tráfico. Aprovechando su condición de esa clase de artista tan perfeccionista que conlleva esa dedicación, intenta construir una figura a imagen y semejanza de su añorada pérdida; como resultado, obtiene una bella escultura, tan bella que habrá de pagar un caro tributo a la propia naturaleza.

Sin una fotografía tan bien adherida al momento, ensoñadora y honradora de la mujer así como oscurecedora y apocalíptica del hombre, en tanto cuerpos como almas; sin una ambientación tan misteriosa, que sabe tornarse terrorífica cuando así debe hacerlo, auspiciando la transmutación mutua; sin una música tan bella que refuerza aún más el componente nostálgico y desesperado del film; sin unas interpretaciones que se saben limitadas pero que sin embargo saben aprovechar sus registros gestuales para transmitir desarraigo y pena; sin todo ello solamente quedaría el intento de trascendencia. Con todo lo anterior y sumándole una idea del amor frustrado en vida, de la eterna e insoportable soledad del ser, de la reencarnación del alma en cuerpo y del cuerpo en alma en imposible unión de ambos, y de la permanentemente frustrada búsqueda de la completitud humana, se consigue apuntar directamente a las raíces de la belleza, cerrando con un marco que bien podría ser el de un pintor romántico.

Habrían de pasar ochos años y un proyecto empezado de por medio e inacabado aún para que Cerdá se lanzase a dirigir una película de larga duración. Con una producción a varias banderas, Julio Ruiz, mandamás de Filmax, le ayudó en gran medida a producir Los abandonados , donde vuelve a contar, así mismo, con un equipo eminentemente internacional. De tal sinergia de fuerzas no podía surgir algo primorosamente personal, y el propio Nacho es autoconsciente de tal premisa (por otro lado ineludible en la industria toda vez que te ves inmiscuido en el interior de su mecanismo cuadriculado) cuando se pone tras las cámaras en esta historia de fantasmas de familia rusa venidos del más acá.

No obstante, consigue exprimirle su justo jugo. Entroncando temáticamente con su trilogía, el realizador aborda aquí una advertencia clara: remover un pasado oscuro puede hacer removerse a la propia historia. Así, jugando a la metáfora fantasmal de un par de hermanos desconocidos que vuelven a donde nacieron y fueron abandonados para conocer sobre su propio origen, nos brinda una de terror un tanto convencional por los consabidos sustos y efectos de turno, no exenta de cierto estancamiento en la progresión narrativa (quizás como causa de haber arrastrado los particulares ritmos del formato corto), pero envolviéndola en una forma muy notable, que se adhiere directamente al terreno de la mugre y la carroña, del chasquido y el espanto, de la molesta permanente amenaza, sabedora la protagonista de su inminente fatalidad. Una producción lograda que permite recrear ambientes siniestros como sólo Cerdá ya daba indicios de saber hacer: angulando la cámara en posiciones temiblemente subjetivas y amenzadoras, ahuyentando al espectador su mirada de tal calvario atmosférico.

Así pues, tras esta nueva muestra de posibilidad mortuoria que tanto parece gustarle, en esta ocasión aquélla que nos guía por la peligrosa senda en espiral de la degeneración racional, que conduce directamente al precipicio de la (in)voluntaria inexistencia, llegamos al final del camino trazado por Nacho Cerdá. Un camino espinoso, por el que más vale andar mirando siempre con suficiente perspectiva, la misma que habremos de tener cuando contemplemos su próxima Ataúdes de luz, con la que intentará la improbable ceguera: levantar de su tumba al cineasta Sergio del Monte, personaje extraño por definición, asesinado en los años 70 a los pocos días de rodaje de la película de ese mismo nombre con la que ahora se estrena la de Cerdá, afanado en propagar la misma cegadora luz que éste cuando quiso revolucionar la imagen en movimiento y en efecto lo consiguió causando la muerte cerebral a sus productores tras el visionado de los primeros y aparentemente desaparecidos rollos de la película. La muerte de la imagen cinematográfica, física-fílmica en contraposición a su atávico impacto en el espectador, a estudio. La muerte, cercada.

En exclusiva para El zoom erótico de http://www.vadecine.es (Roberto García-Ochoa)

10 septiembre, 2008

ORLANDO, el de Florida (TRANCO I)



Bien, pues llegó. Un año tarde pero llegó un viaje de novios que, por motivos laborales, se demoró tanto que parecía irrealizable. Un sueño de niño de ésos que pasa a ser de grande casi per se, porque, ¿qué diferencia hay entre los juguetes de los niños y los de los mayores? Nada, sólo que los de los mayores son más caros. Y, sí, éste era de los caros (aunque no es para tanto, por 2.000 euros barba vía Internet, te lo montas).

De momento, NO VAYÁIS JAMÁS en temporada alta. Y digo que no vayáis jamás porque si en temporada media-baja, como he ido yo (allí Agosto no es lo que más pita), se puede tener una media de 1 hora de cola por atracción si hace buen día..., imaginaos en temporada alta..., vamos, que no ves nah porque tendrías 300 minutos de cola por atracción (que suelen durar minutos). Ni se os ocurra.



Por otro lado, lo malo de ir en Agosto y Septiembre son las tormentas y los huracanes, pero bueno, según se mire. A nosotros nos pilló la tormenta tropical-huracán "Fay"(el previo al Gustav) y, sinceramente, es lo mejor que nos podía haber pasado..., y encima duró seis días de lluvias y vientos sin parar (por la noche hubo días de meternos bajo la sábana con miedo..., después de observar por la ventana del motel todo volando. PERO MOLA). ¿Por qué fue lo mejor? Porque rebaja muchísimo la gente en los parques y son lluvias intermitentes que no molestan demasiado. Además, es preferible al calor, ¿por qué otra vez? Pues obvio, de nuevo, por las colas y, sobre todo, porque hace 50 grados al Lorenzo. Mi mujer tuvo una pájara de perder el conocimiento y yo iba sudando toneladas de líquidos, y no soy de sudar. Se te quitan las ganas y estás todo el día reventado. Yo he ido en Agosto, pero es mucho mejor ir en Septiembre..., que hay menos gente aún. Es óptimo, de hecho. Y si no te pilla tormenta encima tienes ya poca gente de por sí (en Septiembre). Es más, podría decir que gracias a mi buen amigo FAY me he visto TODO lo que me ha dado la gana y he repetido lo mejor..., en 12 días y 13 noches.



Y eso que perdí días. En el vuelo a Orlando hicimos escala en Miami (las suficientes horas para visitarla y observar que es la ciudad menos segura, menos legendaria y más fea del mundo. Malditos falsos mitos...¿Miami Beach? PUAJJJJJJJ), y en Miami, cuando ya íbamos a embarcar para Orlando (50 minutos para la orgía del ocio), nos dijeron que había tormenta (dulce Fay) y que nos quedábamos en tierra, que ellos corrían con los gastos Miamescos. Un hotel de lujo, sí, pero la putada de perder algunas horas. Por suerte, el avión salió a las ocho horas y casi nos vino bien el descanso..., y se nos trató muy bien (todo incluido, desayuno, cena y la de God).

Antes de contaros, en sucesivos días, cómo fue la experiencia Orlando..., os daré algunos consejos del pre-viaje que nos vinieron de perlas:



-Si vais mal de pasta, coged alojamiento en KISSIMMEE..., está pegadísimo a Orlando y es infinitamente más barato. Imprescindible coche de alquiler, eso sí. Y si vais bien de pasta también os lo recomendaría porque, sinceramente, ¿vas a ir a Orlando para estar en el hotel? No, claro...




-Si no os vais a alojar en hotel disney o Universal, que dan transporte y facilidades para todo...IMPRESCINDIBLE coche de alquiler. Dejaos de transporte público que allí no es nada recomendable. Además, el cambio al dólar ya sabéis que es muy beneficioso (está casi todo tirado) y el coche y la gasolina os sale por cuatro perras. Si vais a ir a Busch Gardens (Tampa) y a trotar mucho, coged millas ilimitadas en el vehículo..., que si no luego te la lían con cargos locos. NO olvides también llevar (o alquilar) GPS, que es un país absolutamente desconocido y con una geografía peculiar (todas las calles están hechas en líneas rectas y transversales, todas las autopistas son números y se guían por los puntos cardinales, etcétera). Sí, es mucho MEJOR que el desastre que tenemos en España, pero desconocido..., y eso hay que tenerlo en cuenta.

-Coged seguro de viaje, de maletas y de médicos, allí no hay nada parecido a la seguridad social, se paga todo médico en la circunstancia que sea.

-Comprad TODAS las entradas a los parques por Internet..., te saldrán seguramente un 45% más baratas. Y coged la entrada con todo (acuáticos y Disney Quest (paraíso recreativo) incluidos), que no sale mucho más cara y merece la pena.




-Si vas con niños...que sean ya mayorcitos (es una paliza y de muy chavales luego no se acuerdan, y siendo la pasta que es, pues no es plan...)...y no te pongas muy ambicioso...con que veas todo Universal y todo Disney (6 parques gigantescos) te verás la esencia más que de sobra y no echarás de menos nada. YO he visto todo, parques exteriores incluidos..., pero sin niños, con juventud y con demasiadas ganas. Cuidado con eso, que puedes acabar odiándolo. Yendo con niños también es recomendable alojarte en hoteles Disney y Universal (comodidad y espectáculo a raudales, hazme caso).



-Si vas sin niños, fuera de los parques y a la aventura..., cógete un motel a lo Norman Bates (allí hay cientos) sin problemas. Tirados de precio, grandes y con la limpieza justa (allí no es como aquí, en ese sentido). Yo me he ido 13 noches y me ha salido por 200 euros, agarraos. Sin desayuno, claro.




-Si no tienes nivel de inglés suficiente, no te preocupes. Allí casi todo el mundo chapurrea español y está todo lleno de latinos que lo dominan. Se podría decir que hay casi el mismo nivel de hispano-parlantes. Sin problemada.

-Llévate maletas vacías, ya que comprarás (SEGURO) mogollón de cosas porque allí está todo muy tirado de precio.



-Estáte en la puerta de los parques una hora antes de su apertura, ya que hacen shows y te abrirán antes...,así podrás montar en las atracciones más conflictivas a primera hora y quitártelas del medio.

-Prepárate a madrugones y palizas..., así que ya sabes...ropa y calzado cómodo..., y un despertador que te reviente los tímpanos...¡a combatir el joputa del jet lag!

-Pasa de buscar donde comer bien. Nos gastamos todo el dinero posible y fuimos a los sitios más supuestamente espectaculares del lugar y no hay manera: la comida es una mierda. Pero no hablo de que allí la fast food sea como aquí el cocido, no..., hablo de que la obesidad de las calles y el alto nivel de infartos está plenamente justificado: TODO es repugnante. La mejor hamburguesa de allí equivale al peor whopper de aquí y TODA la comida la cocinan con mantequillas y mil locuras similares, así que voy a darte un buen consejo: desayuna fuerte (allí es costumbre), come brutalmente y tarde (a eso de las cinco) y OLVÍDATE de cenar si no quieres tener tripiteras, acidez y 200 euros tirados a la basura..., amén de levantarte hecho una piltrafa y volver con unos quilos de más (de los que son jodidos de perder).



-Haceos una planificación MILITAR de qué ver y cómo..., tenéis un montón de tutoriales útiles por Internet (sobre todo en parke temático, los reyes).

-No seáis tan CAFRES de veros youtubadas o vídeos chuscos, os joderán el sueño con spoilers lamentables y faltas de sorpresa que al llegar allí serán realmente cabreantes. No veais NADA de Orlando hasta que Orlando mismo os lo enseñe...Internet a veces puede ser un sida, y ésta es una de ellas.

Después de esto, nada más burocrático que decir. Manténte por aquí..., que empieza el Cristo.

05 septiembre, 2008

CONFESIONES DE UN BANDOLERO CINÉFILO


Permitidme que me presente, aunque haya quien vea como intrusa esta nueva incorporación al Zoom Erótico.

Conocí a Raúl Cerezo en el foro del festival Algeciras Fantástika, en el que coincidimos, yo con X-Y y él con Escarnio. Su amabilidad y recibimiento me hizo mantener ese contacto así como seguir sus obras y el Zoom Erótico hasta hoy. Más de una vez he fantaseado en escribir aquí, pero en vista de que cada vez lo hago más en mi blog y con más polémica (como la que se ve por aquí) he decidido que cuando tenga que decir o criticar algo será aquí y no en mi space. Para los que no me conozcais, no voy a autoalabarme o hacer una presentación enumerando premios o menciones, simplemente que soy el autor de Oftalmós y X-Y, entre otros cortos, y que podéis informaros más en mi web www.pedrojaenr.es
También, podéis descargaros Oftalmós de Filmotech.

Hace pocos días he finalizado el rodaje de mi primer largometraje Tras los pasos del Bandolero.
¿Qué por qué hago ésto? (como se pregunta mi personaje). Pues porque amo esto, y esta es mi vida. No lo digo como otros hipócritas, sino que realmente no lo hago para obetener nada, y además soy realista que con lo negro que está este mundo y mi nula habilidad para ir enchufándome o lamiendo traseros, el único motivo es mi pasión. El cine ha sido mi única vida desde niño, y lo amo en todo su proceso. Quizá no pueda dedicarme a eso por mucho tiempo, pues no voy a arruinar a la familia y me toca buscar mi futuro en otra parte. Pero antes, he cumplido cada una de mis metas y todas satisfactorias para mí, que es lo que me importa. Tras tocar como cortometrajista todos los géneros y temas que me interesan, y evolucionar en calidad hasta lograr mi objetivo, cerré esta etapa con mi más personal Oftalmós. Y justo después, y justo cuando mi vida personal se había convertido por entonces en un caos, me lancé a por mi mayor sueño, aquel que rumiaba en cada distraída clase de instituto o universidad, o en cada viaje. Crear mi largometraje. Aunque fuera el único, el último, y no volviese a tocar una cámara jamás. Pero sonreir el resto de mis días diciendo "ya lo hice", "materialicé el sueño de toda una vida".
Y lo estoy haciendo, al margen de industria, productoras, y sólo con gente que hace arte por amor al arte. La película más barata quizás de la historia, y paradójicamente espectacular.

Casualmente escribo esto justo tras el fin de la última fase de rodaje. Antes de ella, elaboré el primer trailer, que podéis ver en http://www.pedrojaenr.es/?id_contenido=1

Aún queda camino: acabar el montaje, sonorizar y distribuir. Pero en la dureza e incertidumbre está la belleza, y en salvar obstáculos.
Con vuestro permiso, me oiréis de vez en cuando por aquí con críticas de películas y novedades.

03 septiembre, 2008

DOBLÁNDOLAS


Tras casi cinco años viviendo en un país en el que la profesión del doblaje no existe más que enfocada al cine infantil (Portugal), he acabado dándome cuenta de la verdad tras muchos clichés utilizados en discusiones de este tipo.

En primer lugar: es cierto que la lectura de los subtítulos es de facil asimilación, y que lo que al principio nos parece que nos desvía demasiado la atención de la imagen (como blanden los defensores de la V.Doblada), a poco que uno se acostumbre desaparece, pasando a ser algo rápido y totalmente automático (hasta el punto que viendo películas españolas con subtítulos, ¡casi siempre los ojos se me desvían automáticamente!).

Segundo: que ver películas en V.O. no necesariamente va a cambiar mucho nuestro dominio del inglés (a menos, claro está, que uno se esfuerce en ello) como blanden muchos defensores de la V.O. Sí que estimula mucho el oído, y nos ayuda a reconocer frases hechas, expresiones usuales y demás, pero no nos va a enseñar a HABLAR mejor el idioma de los angloparlantes. Al menos, a mí y otras personas que conozco, no nos ha ayudado tanto como se suele decir.

Tercero: que al hilo de lo comentado en el punto dos, es cierto que el hecho de que en españa sólo se doble NO es la principal causa de que nuestro nivel medio en aprendizaje de lenguas extrangeras sea tan jodidamente bajo (como blanden los defensores de la V.Doblada), pero sí es cierto que es uno de tantos y tantos factores que influyen en el estado en que nos encontramos. Lo he debatido con amigos franceses, con amigos italianos, con amigos alemanes, y con amigos portugueses. Y es cierto que, por ejemplo en los tres primeros paises mencionados, donde también se dobla, el nivel de inglés medio es bajo... ¡pero es que el nuestro es peor todavía! Por tanto, en nuestro caso concreto existe un carácter de excepción a la regla que viene directamente de un problema de actitud y vagancia. También el hecho de tener sólo 5 vocales es algo que nos jode bastante, pero insisto: nuestro principal problema es de actitud, y eso a mí me hace pensar que aunque las televisiones comenzaran a emitir cine en V.O., el nivel medio de inglés podría aumentar un poco con los años, pero ni de lejos tanto como se nos puede hacer creer, por culpa de esa actitud propia que tan mala imagen nos aporta fuera de nuestras fronteras (en términos generales, repito).

De hecho, una muestra de esa actitud que nos caracteriza en general la podemos comprobar tanto en la calle como incluso en foros de cine observando cómo reacciona la mayoría de los españoles cuando alguien les menta las ventajas de la V.O.: con esas reacciones automáticas de desprecio, con esas muestras tan nuestras de orgullo mancillado, con esas acusaciones automáticas de "pedantería", de "te haces el interesante", de "piensas que los demás somos incultos" y similares. Y lo que extraigo tras debatirlo con amigos de otros países es, lamentablemente, que en esto somos únicos.

Cuarto: que en un país como el nuestro en el que la profesión del doblaje es tan extendida, la solución, definitivamente, NO puede ser prohibir tal práctica, pero sí dar igualdad de condiciones en el cine como las tenemos cuando compramos un DVD. Y de momento, no las hay ni de lejos.

Y quinto (esto más bien es una aclaración a modo personal, para que no se me malinterprete): la profesión de doblaje, como profesión de interpretación artística, me gusta mucho, y adoro el trabajo de la mayoría de los profesionales que tenemos en nuestro país (aunque cualquiera de cualquier bando sería capaz de ver cuánto ha decaído esta profesión desde los 90). Y aunque hoy en día ya lo prefiera ver todo en V.O., hay muchísimas películas que si quiero conectar con lo que sentía viéndolas de joven, tengo que verlas en V.Doblada. Pero tras un tiempo suficiente para acostumbrarse, cualquier persona acabaría por darse cuenta de que... amigos, no hay color, y todo el gusto y amor que antes podríamos sentir hacia el doblaje, se vierte hacia la V.O. cuando comprendemos que en el fondo es la condición más idónea de ver y juzgar cine.

Le doy la razón a algunas personas cuando dicen que "cuando ves una peli primero en V.O., después resulta casi imposible asimilarla doblada". Y una vez te acostumbras, es totalmente cierto, pero también quiero demostrar que es posible combinar en equilibrio el gusto por ambas formas de ver cine. A mí me sigue gustando el doblaje (aunque casi exclusivamente el de cine anterior a los noventa, con excepciones como 'El Señor de los Anillos' y alguna más), pero lo bueno que tiene el asimilar y acostumbrarse a la V.O. es que, una vez hacemos balance y nos preguntamos "¿qué formato es el más justo a la hora de ver, judgar, e incluso disfrutar esta película?", la balanza se inclinará en la gran mayoría de los casos a favor de la V.O.

En exclusiva para "El zoom erótico" de http://peliculeros.wordpress.com/-Guillermo de la Peña (Atreus)