25 octubre, 2008

¡VAMOS TODOS PARA ALLÁ! ¡AHORA!


Podría decirse que, a día de hoy, la cultura de los centros comerciales ha cambiado por completo los hábitos de todo el mundo. Y de sus calles.

Todas las zonas nuevas se hacen igual: residenciales, con parques enormes bastante aislados, colegios gigantescos y sitios imprescindibles que, sin duda, pecan de no tener ningún tipo de nexo comercial. Y al poco tiempo, no falla, centro comercial gigante al lado.

Esto hace que te aisles más, que no hagas vida de barrio, que te relaciones menos con tu entorno y que acudas allí. Y allí compras siempre sí o sí. Y allí consumes y compras cosas globalizadas o comes materias cocinadas en varios sitios (la cadena VIPS, que es dueña de mucha hostelería madrileña, comparte incluso los alimentos de sus italianos con los del chino. Y con el de más allá).

Estos centros comerciales tienen locales en alquiler (o venta) prohibitivos de precio y eso hace que siempre accedan a ellos los mismos: las multinacionales. La riqueza cultural, e incluso espacial, muere..., y con ello la vida de barrio y las calles pobladas de gente haciendo aquellas míticas rutinas. Hay que ir siempre en coche, todo está saturado y los multicines se van olvidando de lo que es ver una película en condiciones, fomentando casi la piratería. Los cines míticos de toda la vida desaparecen y, de nuevo, el centro comercial sigue ganando puntos. Se podría decir que como sigamos así vamos a ser como los Testigos de Jehová, pero nuestro punto de reunión no va a ser el Salón del Reino, sino la nave gigante de la esquina.

Mal asunto. Me acojona la pobreza globalizada que trae consigo estos sitios.

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