28 junio, 2006

JURADO ESCORTO I: Javier Batanero


Por cada nombre
confirmado del jurado
del Festival de Cortometrajes
Escorto (www.escorto.es),
os ofreceremos una biografía,
fotos y entrevista del susodicho.


Esta primera entrega goza
del compromiso de Batanero, que también hará
las veces de presentador, en el evento.




Realiza estudios de publicidad y Arte Dramático. Músico autodidacta. Ganador del primer certamen de la canción de autor convocado por el Instituto de la Juventud en 1985. Ese mismo año realizaría su primera grabación discográfica sobre canciones propias: Tentaciones de metro. Y antes de efectuar la segunda, La lluvia vertical (1989), colaboraría con el cantautor Joaquín Sabina en la composición del disco Hotel, dulce hotel (1988). En los albores de la década de los noventa, y junto a los también músicos Antonio Sánchez y Miguel Vigil, funda el grupo escénico y musical Académica Palanca, con cuyos espectáculos de corte humorístico y social, alcanzó una súbita popularidad, particularmente en ambientes juveniles e inconformistas, al tiempo que aparecía en algunos de los programas de mas éxito de la televisión, tanto nacional como autonómica o privada; actuaciones parcialmente recogidas en los discos: Académica Palanca (1993) y El misterio de las voces vulgares (1997). Creativo de varias campañas radiofónicas –por una de las cuales, Póntelo, pónselo, recibió la agencia Contrapunto un premio Ondas (1990). Ha colaborado también en la campaña de la FAD (Fundación Anti-Droga) “Engánchate a la vida”, e intervenido en espacios tan populares como el desaparecido La radio de Julia, con guiones propios. Elegido por José Luis Borau para incorporar al protagonista masculino en el largometraje Leo (1999) con el que gana el premio Ondas 2000 al mejor actor y es nominado como actor revelación en los Premios Goya de ese mismo año. En 2001, es Basilio Martín Patino quién cuenta con él para su largometraje Octavia. En 2002, recuperando su condición de músico, estrena su espectáculo sarcástico/ musical “Menos es Más”, mientras elabora guiones cinematográficos como Guardapijamas, Historia del arte y Háblame bajito; En este último, en proceso de producción, se estrenará como director.
Son sus últimos trabajos como actor: Inocencia y San Salvador, cortos de Sergio García; y Te doy mis ojos, último largo de Iciar Bollaín.


- ¿Qué criterios sigues para valorar un corto?

- Lo menos que puedo pedirle a un corto es que no se me haga largo.

- ¿Eres capaz de dejar de lado el origen y la ‘reputación’ del corto antes de verlo?

- Depende. Si me dicen que el corto lo ha realizado Sofía Mazagatos, la verdad, no podría.

- ¿Para valorar mejor el corto es necesario conocer al director?

- No veo por qué.

- ¿Los cortos están viviendo su mejor momento?

- No lo sé. Se prodigan más que nunca. Por lo tanto, existen mas probabilidades de encontrar cortos interesantes. Supongo.

- Se critica que los cortos tratan historias poco elaboradas, que tienen poco que contar...

- Si. Yo hago esa crítica muy a menudo... cuando así lo observo.

- ¿Un festival puede cambiar el destino de un corto?

- Debería, al menos, cambiar el destino de su realizador.

- ¿Por qué es tan habitual que una misma persona forme parte de varios jurados? ¿Nadie quiere ser jurado?

- Se paga mal.

- Se os acusa de ser muy conservadores en vuestras decisiones

- ¿Quiénes nos acusan de eso? ¿Los que se presentan a festivales de cine? ¿A quiénes? ¿A los miembros del jurado? Yo soy jurado de este festival y mañana, si puedo, concursaré como actor o como director en otro y se cambiarán las tornas... ¡Somos los mismos!
Quiero decir con esto que si, efectivamente, soy conservador
(En lo que respecta al cine)


- ¿Qué os parecería contar con el Premio al Mejor Miembro del Jurado?

- Estupendo. Claro, que habría que conformar otro jurado para que nos juzgase. Y estos, a su vez, reclamarían su derecho a presentarse al mismo premio; con lo que habría que crear un tercer jurado; y así hasta cuándo... Casi, mejor, lo dejamos.

- Stephen Frears ha declarado recientemente que los festivales se han convertido en un gheto profesional donde sólo se juzga a los autores...

- Él es muy dueño de decir lo que quiera mientras siga haciendo películas como “Mi hermosa lavandería” o “Las amistades peligrosas”.


- ¿Por dónde van los tiros de los cortos favoritos del festival? ¿Apostáis por los nuevos autores?

- Naturalmente que apuesto por los nuevos autores... Pero con lentejas; como en “las siete y media”.


By Ángeles G. Rivera

Próximamente: La ruta natural, de Alex Pastor.

27 junio, 2006

Nueva entrada en el Zoom Radiático


The noise (El ruido), de Javier Casasempere (2005)

Billy cogió una melopea
esta vez, en favor de
una nueva y estimulante voz
suplente...


Y es que Casasempere hizo Ruido,
El zoom erótico le escuchó
y En clave de rock lo registra...



Próximamente: JURADO ESCORTO I: Javier Batanero.

25 junio, 2006

Sáinz Pardo: L L U V I A I


Ménage à trois con Iván y su obra AQUÍ


La obra de Iván Sainz-Pardo es tan corta como fascinante; con apenas cuatro cortos accesibles, Pardo ha creado un universo propio totalmente reconocible: el suyo es un mundo de cadencias hipnóticas, sentimientos inarticulados, detalles y reacciones cotidianas que adquieren nuevo sentido a través del objetivo de su cámara, una cámara sorprendentemente sobria e incisiva, que huye del artificio fácil y se preocupa de la atmósfera, la evocación, la sugerencia.


Los proyectos de Iván destilan pericia técnica y buen gusto por los cuatro costados; sus estudios como operador de cámara para televisión y de dirección en la Escuela de Cine y Televisión de Munich han sido muy bien aprovechados en lo que a conocimiento del medio se refiere, pero no nos llevemos a engaño, Sainz-Pardo no es tan solo un virtuoso como tantos proliferan, más preocupados por el golpe de efecto o el esteticismo vacuo: hasta en sus cortos más primitivos, y a pesar de los excesos contemplativos también característicos de este autor, cada plano de Iván tiene una intención, un sentimiento que sugerir, y en algunos casos, parecen estar transidos de una extraña sensación de revelación "mística" de los ritmos invisibles que pueblan nuestra existencia.

Descanse en paz y Cualquier lugar son los primeros cortos de Iván Sainz- Pardo que han llegado a mis manos; se trata de obras que lucen rudimentarias en comparación con El laberinto de Simone o El sueño del caracol, pero que anticipan, a través de medios más modestos, algunas de las ideas que aparecerán posteriormente.

Cualquier lugar es un corto prácticamente mudo y sin pretensiones narrativas: su intención es más bien la de sugerir un estado de ánimo, una idea, a través de una cadencia de imágenes rítmicas que se tornan fascinantes y crispantes al mismo tiempo: un niño se balancea en un columpio durante días, siempre en la misma posición, con una determinación casi obsesiva, como si fuese uno de esos juegos de péndulos dotado de movimiento eterno. Mientras se produce su inacabable sinfonía de chirridos y crujidos, punteada por la omnipresencia de un piano, alrededor del columpio pasa la vida: los niños que juegan en el parque, los adultos que van a trabajar o salen de trabajar, imágenes urbanas y pequeños detalles que componen un poema visual aún tosco pero dotado de una extraña atracción y fascinación. El realizador cae finalmente en la tentación de explicarnos sus intenciones con una voz en off, a través de una frase inspiradora, "cuando estás en paz contigo mismo, cualquier lugar es tu hogar".

Personalmente hubiera preferido que todo hubiera seguido oculto, misterioso, puesto que las imágenes, teñidas de un sepia que intenta extraer la máxima expresividad a la pobreza del formato, unidas al peculiar montaje, ya hablaban por sí solas de esa extraña sensación de equilibrio y cotidianeidad mágica que Iván Sainz-Pardo suele transmitir.


"Desciende la bruma, lentamente, sobre un paraíso de ángeles caídos. Mar de espectros y sombras, cosecha de cipreses apuntando hacia un cielo gris plomizo, mientras el silencio se extiende, una vez más, adueñándose de todo.

El musgo cubre parcialmente las lápidas y las cruces en un húmedo abrazo. Y la mañana, quebrada, parece transcurrir a cámara lenta, como en una proyección lánguida y fatigada.

Poco a poco el ruido de los motores irrumpen en la espesa solemnidad de este cementerio abarrotado de nichos y flores. Una hilera de automóviles atraviesan la entrada, y un grupo de personas, cabizbajas y apesadumbradas, escoltan un ataúd de madera. Lentamente, desfilan dejando atrás la herrumbrosa puerta de la entrada.

Se han agolpado todos en torno a una zanja y dos jóvenes, ataviados con un mono azul, se preparan para introducir el ataúd. Un cura recita algunas palabras de una amarillenta Biblia, y un hombre mayor junto a la que parece ser su esposa, amagan con derrumbarse."

El párrafo anterior pertenece a un relato hermano del siguiente corto de Iván, Descanse en paz.

Descanse en paz es otro proyecto rodado en video en el que, aparte del interés de su autor por el montaje rítmico, aparece una característica temática propia: la fascinación por la muerte, teñida en este caso de un cierto humor negro. La anécdota argumental es muy sencilla: nos encontramos en un cementerio en la celebración de un funeral; la cámara recorre las lápidas, los gestos de los asistentes, las cruces y las estatuas, mientras el montaje se acompasa con un fondo musical plagado de notas ominosas.

Repentinamente, la música cambia de tercio, se tiñe de ritmos hacia un aire tenso, de película de suspense, y así mismo lo hacen las imágenes en un flashback fragmentado que narra el accidente del difunto; el flashback termina con el amargo despertar del difunto dentro de su ataúd en un giro digno de Roger Corman o del "Alfred Hitchcock presenta..." En este momento el corto se torna más narrativo, más arrítmico, casi desaparece la música mientras asistimos a la agonía y desesperación de este pobre individuo en una situación dantesca; pero poco a poco los gritos y golpes del habitante del ataúd se van haciendo rítmicos, hasta convertirse en una especie de danza electrónica que deja al espectador tan perplejo como a uno de los enterradores, que finalmente no da crédito a lo que oye y se marcha del cementerio.

El corto es una extraña amalgama de intenciones y efectos que funciona por su desparpajo y su innata capacidad para sorprender; su giro final hacia un humor casi surrealista es como una catarsis frente al tono intencionadamente recargado y ominoso que jalonaba el arranque.

Ambos cortos, Descanse en paz y Cualquier lugar, son como ensayos estilísticos y afinación de instrumentos para los dos proyectos que vendrían después, rodados en alemán y en formato cinematográfico panorámico; el primero de ellos es El sueño del caracol, donde el ojo para el encuadre y el detalle misterioso y sugerente de Sainz-Pardo brilla ya en todo su esplendor.


El argumento, nuevamente, es simple: una joven tímida e introvertida se enamora del dependiente de una librería, y, siendo incapaz de mostrarle su afecto, se dedica todos los días a visitarle, llevándose cada día un libro diferente; los libros permanecen envueltos en sus papeles, como reliquias maravillosas, amontonándose en la estantería de la joven que sueña con un amor que le resulta inalcanzable. Sainz-Pardo extrae oro de las miradas, de los pequeños objetos (libros, cuadros, vasos...), de los personajes que pueblan el mundo de estos dos jóvenes; las imágenes son en un blanco y negro azulado, lleno de sombras y luces afiladas, que desata una imposible y delirante atmósfera romántica teñida de candor y cierta sensación de amargura, como si desde el principio se cerniese sobre los dos protagonistas un inexorable destino trágico.


El espectador con capacidad de observación se dará cuenta de que, a partir de este corto, Sainz- Pardo desarrolla numerosos códigos propios de imágenes y símbolos; por ejemplo, la presencia de la muerte viene precedida por la aparición de un una polilla, un insecto tan cotidiano como extraño; el veterano realizador japonés Seijun Suzuki, paradigma de la modernidad en los 60 y poseedor de un estilo bizarro y desconcertante, también empleaba las polillas y las mariposas como elemento perturbador en sus películas, ya que, más o menos en sus propias palabras, se trataba de "bichos aparentemente hermosos, pero si te acercas demasiado a ellos, te das cuenta de que son horribles y repugnantes". Posteriormente en El laberinto de Simone también veremos una polilla que aparece como mensajero de acontecimientos ominosos.

Inevitablemente, la aparición de este insecto desata un hecho trágico: el joven dependiente muere en un accidente de coche, justo el día en que su enamorada decide dar el paso de revelar sus sentimientos. Tras conocer la desastrosa noticia, la chica vuelve a casa y desenvuelve uno a uno los libros que ha comprado, para encontrar con estupor que el dependiente le había dejado tímidos y románticos mensajes de amor en cada uno de ellos esperando que ella los leyera.

El sueño del caracol es una historia triste, desatadamente romántica, acerca de la incomunicación a pesar de las evidencias; como los personajes de Deseando amar de Wong Kar Wai, los dos protagonistas se quieren en silencio, pero sin la carnalidad característica del oriental sino más bien de una forma casi platónica. Los dos jóvenes intuyen el sentimiento recíproco el uno en el otro, pero como tantas veces, los sentimientos se ocultan bajo un pesado manto de convenciones y, en última instancia, de miedo al dolor del rechazo.


Técnicamente impecable, el único pero que puedo encontrar a este corto es su selección musical, en la que aparece una canción romántica en español que rompe el tempo creado por la imagen y el montaje; la temática de la canción es acorde con la trama, pero no así sus sonidos ni su ritmo, que resultan casi intrusos en la atmósfera romántica y casi fantástica creada por Sáinz Pardo. Afortunadamente, en su posterior obra también este aspecto sería limado, dando como resultado uno de los cortos más fascinantes y mejor acabados que he tenido el placer de presenciar; El laberinto de Simone, y que en un próximo artículo les comentaré.

By Toshiro Kurosawa.

Próximamente: Nueva entrada en el Zoom Radiático.

21 junio, 2006

Nueva entrada en el Zoom Radiático


Una Puerta Cerrada

Billy abre puertas traseras
del último trabajo de
Daniel Romero y Raúl Garán.


Próximamente: Sáinz Pardo: L L U V I A I

19 junio, 2006

Perfect, de Rankin (2002)


Hoy, en un ejercicio de rutina matinal, he disfrutado en mi salón cinematográfico (proyector, home cinema, penumbra y soledad) con el DVD de la 5ª Edición del Festival Internacional de Cortometrajes de Benicássim 2004. Un festival que se desarrolla paralelamente al ya aclamado y archiconocido FIB en su faceta musical.

El DVD contiene cortos interesantes como “Canciones de Invierno” de Félix Viscarret, o el onírico “Tokyo” del Catalán Alex Rademakers de la productora de ESCAC Escándalo Films (responsables a su vez de la premiada La Ruta Natural de Alex Pastor). Un servidor, sin lugar a dudas, se queda de todo el DVD con el trabajo del británico Rankin y su cortometraje “Perfect”, del que a continuación paso a relatar mis eyaculaciones visuales y emotivas:

Antes de desnudar el cortometraje, es importante destacar que el Sr. Rankin es un conocidísimo fotógrafo de moda y marketing en Gran Bretaña, el cuál ha trabajado en campañas de publicidad tan importantes como la de los vaqueros Levi´s, la famosa cerveza Heineken o los móviles Nokia. En el tema de la moda es considerado como uno de los fotógrafos más rebeldes y liberales a la par que original, llegando sus álbumes de pret-a-porter a ser considerados como de los mejores del mundo, y el epíteto no es gratuito.

Rankin, en esta ocasión y por primera vez (atención: Ópera Prima), cambia la estática de su objetivo fotográfico por la dinámica de un zoom cinematográfico, que entre la crítica social y la decadencia del Londres más austero, nos lleva de la mano para relatarnos una historia de amor y desencuentro con el telón de fondo de unos malos tratos que bien podrían confundirse con la lujuria, la pasión o el amor con desenfreno.


El corto relata la historia de una pareja de enamorados jóvenes y heterosexuales (obligado adjetivo en estos tiempos que corren), con una relación a veces histriónica y otras decadente, en el que la fémina protagonista, con ataques sicóticos por exceso de Absolut, maltrata injustificadamente al varón que se siente protagonista de una hecatombe de sangre y depresión. En contra de cualquier pronóstico, el final y desenlace del corto es una sorpresa que no pienso desvelar por mi carácter antispoiler, pero en el que vemos realmente lo que el autor de este soberbio trabajo quería transmitir, es decir, como toda buena obra que se precie (salvo raras excepciones), sólo su final nos da el sentido que merece, el golpe de efecto necesario para acabar de digerir tan magnífico trabajo.

Desde el punto de vista técnico la realización está llena de adornos, con encuadres estudiados y una fotografía de manual, que si bien a veces nos embelesan, en otras ocasiones nos hacen ser conscientes de lo que nunca debería pasar de ser un color en el subconsciente del espectador, en analogía al limón del cubalibre; siempre presente pero inconsciente, imprescindible pero secundario, existente pero efímero. Fallo y acierto, estadísticamente parejos.

La cámara se desliza por los escenarios con elegancia y sobriedad, a veces se acelera y otras se relaja como una prolongación acertada de los sentimientos que en ese momento recorren la piel de sus protagonistas. No hay esa cafeína visual de la que tanto me quejo a veces, aquí el equilibrio y la mesura practican un matrimonio litúrgico tan perfecto que embadurna todo el relato de una poesía social absolutamente creíble, y esa es la clave del cortometraje; te crees lo que se cuenta e incluso, por momentos, haces tuya la historia, como las llaves de tu coche, la tarjeta de tu móvil o la funda de tus gafas, posesiones extrañamente ajenas.

La edición de sonido es muy buena y los actores marcan registros fantásticos y verosímiles que ayudan a que el relato sea certero, hiriendo la retina con tal precisión cirujana que llega a absorber de una manera visceral, evitando incluso algún “pause” por derechos de “micción”.
Es, en definitiva, un cortometraje que se saborea con entusiasmo, que engancha, que invita a la reflexión y que muestra la dualidad de las relaciones humanas a través de un retrato tan sólido que se hace cercano, regalando al espectador, en un ejercicio de solidaridad artística, el compartir cada escena como si de algo propio se tratara.


En la actualidad y merecidamente, Rankin ha terminado su primer largometraje titulado “The lives of the saints” en colaboración con el guionista y director Chris Cottam, en el que en una especie de cuento de neón se relatan hechos e historias de corte fantástico en el Londres actual. Realizador, que a partir de este cortometraje, un servidor seguirá su trayectoria con dedicado entusiasmo e incontenida pasión.

By Javier Hernández.

Próximamente: Nueva entrada en el Zoom Radiático

14 junio, 2006

La Guerra de Luiso Berdejo y Jorge C. Dorado: Un retablo de horror bélico.


Ver corto



El Cine, como cualquier medio de expresión artística, busca en la elección de sus estructuras y formatos, en sus temas y arquetipos, una reacción emocional del receptor, una respuesta a una pregunta formulada, implícitamente o no, por un argumento recurrente en el que propio espectador puede (y tiene oportunidad de) sentirse identificado.

El corto de Luiso Berdejo y Jorge C. Dorado no provoca reacciones sino rabia en su aguda disertación fílmica sobre un concepto etéreo pero sobradamente reconocible como es la inhumanidad. Por eso no deja de ser chocante que el punto de vista elegido para la narración de este doloroso relato sea una voz en off inquisitoria, una segunda persona del singular de indudable calado punzante que sirve para introducirnos y finalmente contarnos esta truculenta historia de guerra protagonizada por dos hermanos hostigados por la más severa e intransigente fatalidad.

Y es que, aunque el contexto en el que tiene lugar el desarrollo del argumento es identificable (numerosas pistas nos hacen pensar que nos encontramos en la Francia ocupada en mitad de la Segunda Guerra Mundial), la abstracción domina buena parte de su metraje, quedando así la trama desprovista de proclamas maniqueas que persuadan al espectador a sentirse parte de una parte, quedando bajo la piel únicamente el recuerdo de un niño arrebujado en un armario, y una sensación de temor creciente cuya gravedad va intensificándose a medida que las imágenes, aparentemente aleatorias, comienzan a completar un puzzle, definitivamente, bosquejado por la tragedia.



"La Guerra", una película corta de gran dramatismo, introduce su simiente en el género antibélico como antes lo han hecho otras que al igual que ésta basaron sus entramados en propuestas donde lo que menos importa es el entorno geográfico que da nombre y origen a la contienda, o las cábalas y estrategias militaristas que desnivelan la balanza a favor del más poderoso, dejando únicamente en la retina la sensación de derrota continua y el desasosiego provocado por la sinrazón de una contienda belicosa aquí personificada en un hombre, pero también podía ser una bestia, que persigue a dos seres debilitados por una batalla en la que no recuerdan haber querido participar...

Desde este punto de vista, el cortometraje se rebela como un cuento de terror al uso donde el perseguidor y el perseguido interaccionan con los objetos y el entorno buscando un lugar para esconderse (lo que representa una liberación) o para atisbar su presa (lo que representa la consecución de un objetivo). Los directores se alejan pues, en su crudeza, de peroratas de corte antibeligerante, realizando una historia sencilla donde el punto de vista de la narración permanece inalterado durante todo el desarrollo argumental a pesar de que algunos insertos (como la muerte de su madre, o la sombra del soldado a las espaldas del protagonista) pudieran llegar a sugerir lo contrario (y que, sin embargo, se justifican en tanto no representan sino el pensamiento de su protagonista en la voz de una narradora adusta e insensible). La música, el montaje fraccionado, la dirección artística... se presentan al servicio de una historia, esencialmente, climática que todavía guarda su última carta en un plano final devastador que no deja lugar a dudas de la posición moral asumida por sus creadores...

Las imágenes que conforman La Guerra, en fin, se vierten granuladas sobre la conciencia de un espectador, del todo punto, ajeno a las servidumbres determinantes de este tipo de conflictos. Son nueve minutos intensos y desalentadores, que se niegan a renunciar a su condición de obra dogmática, que hurgan en las cloacas de la conciencia humana extrayendo de ellas un mensaje de aires sombríos dominado, pues sí, por el pesimismo y la desesperanza. Que es justo lo que suele pasar cuando la lírica se pone al servicio de una historia audiovisual cuyo final nos enfrenta al más impasible de nuestros enemigos: la naturaleza humana.

La Guerra, también la de Luiso Berdejo y Jorge C. Dorado, representa eso... Y mucho más.


Lo más destacable: su último plano: un ajuste de cuentas de apariencia mística que nos indica, bien y a las claras, la vocación transgresora de este sobresaliente trabajo.

Lo menos destacado: que su resolución no permita siquiera un hálito de esperanza que compense, de alguna forma, la desdicha (descarnada) que acabamos de presenciar.

Calificación: 9


By J.P. Bango

Próximamente: Perfect, de Rankin (2002)

12 junio, 2006

Nueva entrada en el Zoom Radiático


Play de Isaac Berrocal
...y con la bilis de Billy...


Próximamente: La Guerra de Luiso Berdejo y Jorge C. Dorado: Un retablo de horror bélico.

09 junio, 2006

A propósito de un nuevo apóstol: El límite, de Miguel Á. Refoyo "Refo"

...
...
Se nos añade un nuevo apóstol: J.P. Bango.
Él mismo se presenta...

...
...


Nombre de guerra:
J.P.Bango

Ocupación:
Vindicar causas perdidas.

Aficiones:
Solo una, y de carácter onanista: visionar Cine a destajo.

Y escribir...
Y escribir, por supuesto. Hasta poesía cuando me dejan. Pero olvidaos: yo no soy... El que soy.

Y ahora llega al Zoom Erótico...
A seguir escribiendo... En el fondo todo se trata de lo mismo.

De Cortos:
De Cine... No me importa el formato ni la duración. Sino que cuenten una historia.

No parece mal lema:
Más que un lema es una exigencia: el cine es esencialmente un género dramático; no tiene sentido sin una historia que contar.

¿No cree que asume un riesgo escribiendo en un medio tan "crítico" como éste?
El riesgo no existe ante una exposición razonada. No se trata de destacar lo que está mal o lo que está bien sino de reflexionar sobre lo que se ve y decirlo.

Como si se tratara de un trabajo profesional...
Por supuesto: es la marca de la casa y yo la acepto.

Pero eso le generará detractores...
...Y también tipos que agradezcan los textos y el estilo expositivo...

Y la pasión...
Y la pasión, naturalmente. Sin pasión no hay Bango.

¿Algo más?
Que nos leeremos por aquí periódicamente y, el resto de los días, como siempre, en El Cronicón Cinéfilo.

Pues adiós.
Adiós... ¡Oye! ¿Ha sido breve esto, no?

Breve, no. Corto.
¿Corto...?
(...)
Je!


J. P. Bango

Desde hoy, también en El Zoom Erótico, porque el mundo del corto merece formar parte de esta pasión compartida... y qué mejor sitio que éste, ya véis, que presume de tratarlo como un auténtico trabajo profesional...

...NO PORQUE NO LO SEA,
SINO PORQUE ASÍ NO SE ESTIMA...


El Límite de Miguel Á. Refoyo: Extenuante relato dialéctico sobre la violencia interior


¡Atención Spoiler!
: la lectura del siguiente comentario crítico revela claves que pueden arruinar el visionado de la siguiente obra; si aun no ha visto la película aludida, no debería leer la nota que viene a continuación :

No quisiera desaprovechar la ocasión para recordar que mi condición cómplice de este compañero de batallas internáuticas, gran escritor y tipo carismático que es Miguel Á. Refoyo "Refo" , no es óbice alguno para restar credibilidad y valor a lo aquí escrito, pues es conveniente advertir que la principal pretensión de las críticas que aparecen en este reducto cinéfilo es acercarse al entendimiento de una obra de arte (sea cual sea su formato, autor o presupuesto) para, desde postulados eminentemente subjetivos, buscar y encontrar una importante cuota de imparcialidad que otorgue auténtica valía y ajustada tasación a cuantas líneas componen los artículos publicados; procurando evitar, en la medida de lo posible y asumiendo como propia la máxima periodística que niega la existencia de la objetividad, cualquier vinculación (susceptible de reproche) con el Síndrome Mendez-Leite, acostumbrado a exagerar convenientemente las virtudes y defectos de ciertas películas para dar buena cuenta tanto de los amigos... como de los enemigos...



El límite de Miguel A. Refoyo se presenta como una obra de autor expuesta (e intrépida) que dota de entidad corpórea (y prolífico verbo) a conceptos en absoluto cinematográficos (de ahí el riesgo) como la "atrición" o "el remordimiento", representados sobre la piel y las arterias de dos estupendos actores, sometidos -por cuenta de un guión fundamentalmente dialéctico- a un tour de force existencial donde lo que menos importa, curiosamente, es el contexto lúgubre (y excelentemente fotografiado; es así, y tengo que decirlo) donde tiene lugar el duelo...

Alegoría moral de tintes redentores, El Limite comienza de forma reposada con una voz en off añadida a unas fotos que, presentadas a modo de diapositivas, nos introducen en el conflicto vital de un joven ( Raúl prieto) que se siente estafado por la sociedad que le cobija, a la par que se analiza con tono prosaico y una puesta en escena umbrosa, la gestación de un desprecio atávico cuyo cenit se materializa en la aparición de un oscuro personaje, Fred, y en la relación mentor-alumno que a partir de dicha aparición asumen ambos protagonistas con vistas a que el más joven de los dos acabe convirtiéndose en el brazo ejecutor que las proclamas del primero demandan...

Con esta premisa inicial, no tardamos en introducirnos en la penumbra de un almacén desvencijado, donde el joven pupilo debe hacer frente a su condición de marioneta al servicio de una idea que está a punto de fagocitarlo, momentos antes de que rebase, por primera vez en su vida, la delgada línea roja que separa el pensamiento de la ejecución, el deseo... del acto.

El entramado se complica sin variar ni un ápice alguna de las ideas apuntadas (palabras mayores enmarcadas en un contexto de cine de género entre asesinos que nada tiene que ver con la relación padre-hijo de Max et Jeremy) al mismo tiempo que hace su aparición en escena un subplot de lo más jugoso: el hombre enfrentado a sus demonios internos. Sobre la base de este enfrentamiento dual, van a ir apareciendo conceptos dicotómicos que enriquecen la propuesta inicial hasta que ésta se transforma en una historia de aires bipolares donde Jeckyll se rebela contra Hyde; y más aún, pues no tardamos en descubrir (en un más que interesante cambio de punto de vista insertado en mitad del clímax) que no es Jeckyll sino el propio Hyde quien combate y trata de vencer a su oponente: el único vestigio de vacilación o remordimiento que le queda, y que sabotea y pone en riesgo su objetivo vital: la cruzada psicopática que representa.

Corporeizar el estigma de Pepito Grillo se resuelve como una solución narrativa brillante en un ejercicio de estilo como éste, personificado en un duelo interpares (y con actores diferentes, en la línea de Gonzalo Suárez en Mi nombre es sombra) donde la palabra adquiere tanto o más valor que la imagen, constituyéndose así en el principal reclamo pero también en el mayor riesgo asumido por esta película corta, definitivamente, colapsada por la imparable verborrea de unos personajes enfrascados en una dura pugna cuya gravedad se disipa en la negritud de una estancia asolada por la duda existencial...



Y es aquí donde entra en juego el estilo formal de una cinta que presume de la utilización del claroscuro para construir una atmósfera densa, explícitamente emocional, que sirve de excesivo contexto a una historia no menos densa donde el tratamiento de la imagen no persigue sino la construcción de una fábula expresionista, en la cual la luz y las sombras adquieren un significado per se, subrayando, por encima de todo, el aspecto (falsamente) demiúrgico de Fred, Ángel González Quesada, interpretando un rol que se ajusta a un Hyde ojerizo y conspirador, un reverso tenebroso surgido del otro lado del espejo, incapaz de aceptar cualquier resultado distinto a la victoria.

No es difícil entrever, en fin, referentes conceptuales de la obra de Palahniuk (la destrucción como inevitable germen de un mundo nuevo), Stevenson (sobre cuya teoría bipolar se cierne buena parte de su entramado) o, incluso Freud (que no por casualidad comparte una cierta similitud fonética, quizá inconsciente, con el personaje del mentor)... a lo largo y ancho de este breve ejercicio de cinefilia alegórica. Temas recurrentes (y hondamente ambiciosos, insisto) que hacen de El Límite de Miguel A. Refoyo, una obra vocacionalmente transgresora y sumamente atrevida (quizás, demasiado), que especula sobre diatribas existenciales inabarcables de un solo vistazo, cuando no imposibles en una estructura, como es aquella que la sostiene, de Cine de Género en su modalidad corta.

Le sobran palabras pero no ideas, y el aspecto formal es lo suficientemente contundente como para servir de digno preludio a una personalidad cinematográfica de ascendencia inquieta que tendrá mucho y bueno que decir, únicamente, cuando sepa encontrar una balanza que equilibre el inmenso caudal creativo que atesora el prometedor director salmantino.

Lo más destacado: la osadía/audacia de su discurso enmarcado en una clásica historia de demonios internos.

Lo menos destacado: Que muchas de las connotaciones que hacen más disfrutable y compleja esta historia pasen inadvertidas en un primer, incluso en un segundo, visionado.

Calificación: 7


By J. P. Bango.

Próximamente: Nueva entrada en el Zoom Radiático

05 junio, 2006

Entrevista a los directores del festival Escorto


Raúl Cerezo y Diego López Cotillo, Coti,
son los directores de Escorto, el Festival de Cortometrajes de
El Escorial que se estrena este año y que se celebrará en esa
localidad madrileña entre el 14 y 16 de septiembre.
Dos apasionados del cine y defensores del corto
que han conseguido involucrar a la Sección Cortometrajes
de la Asamblea de Directores Cinematográficos (ADIRCE),
la Agencia del Cortometraje Español (ACE) y el ayuntamiento
de El Escorial para constituir un festival que busca,
como señala la propia web, “valorar las cualidades cinematográficas
por encima de todo, y el no menos difícil objetivo de
obviar los factores ajenos a aquellas que encontramos en las obras”.

Raúl, miembro de la junta directiva de Adirce Cortos, tiene una amplia experiencia como operador técnico en los canales temáticos Calle 13, Universal y el reciente Sci-Fi, y colabora además con críticas de cine en algunos blogs. Destaca su dirección de “Lenguas” y “Escarnio”, cortometraje este último nominado y premiado en numerosos festivales nacionales y extranjeros. Es también director y guionista de “Los Simón” (actualmente en fase de preproducción, su rodaje está previsto para finales de año); y de “11”, que comenzará a rodar en septiembre.
Coti, además de presidir Adirce Cortos, está al frente de una productora cinematográfica que ha llamado de manera homónima. Ha participado en la producción y dirección de numerosos cortos. Es director, productor y guionista de “Despedida al sueño”, “Blues & Blues” - en fase de montaje- y “Carta de Francia”, que comenzará a rodar en septiembre. Es también director de producción de “Los Simón”.




En la siguiente entrevista, realizada vía mail, ambos comentan sus impresiones sobre la situación actual del cortometraje.

¿Por qué este festival?

Raúl: Hacemos un festival más por el mismo motivo que un autor se decide a hacer un corto más. Nosotros vamos a hacer el festival que quisiéramos ver. Y quien se apunte, pues estupendo.

Coti: Es una nueva experiencia, un nuevo reto…Escorto, I Festival de Cortometrajes de El Escorial, desea reunir a cortometrajistas comprometidos con el cine. ¿Lo conseguirá? Deseamos que así sea.

¿El digital ha ayudado a la renovación que ha experimentado el corto en los últimos años?

R: Bueno, ahora hay más, muchos más. Pero yo no diría que mejores...Hay saturación.

C: Ha ayudado a la globalización del cortometraje.

¿Cualquiera puede atreverse y rodar en digital, o siguen siendo necesarios unos conocimientos cinematográficos?

R:Se necesitan unos mínimos conocimientos. Hasta Jim-Box, maestro guerrillero, hizo un cursito....

C: Me encantaría equivocarme, pero intuyo que el cine digital es uno de los mayores enemigos del cine. El cine digital permite mucho mas experimentación a la hora de contar algo. A mí personalmente me fascina la sobriedad de la imagen, la cámara quieta.

Pero el video digital permite más posibilidades cinematográficas....

R: Sí, pero también es un gran mal si lo cogen manos inadecuadas. Todo el mundo tiene acceso y es como regalar oposiciones, produciendo una temible oferta. Los festivales se supone que son sus convocatorias...Cuanto mejor se haga en los festivales, más futuro habrá en el cine español.

C: Hoy en día cada vez hay mas gente que se dedica al cine, o al menos intenta dedicarse, la llegada del digital tiene cosas positivas y negativas. Algo negativo es que cualquiera puede coger una cámara digital (mucho mas accesibles que las de cine) y ponerse a rodar una historia sin conciencia de que el cine es un arte…el arte más complejo.

¿Creéis que el digital ayuda a encubrir la pobreza de contenidos de algunos cortos?

R: Sí. Y así, no. El espectador ha de estar siempre amarrado, si no, prescindirá de lo que vea. A lo mejor esto les funciona a algunos alumnos aventajados, pero ¿y qué?

C: No lo puedo responder.

Cineastas como Almodóvar o Erice se han quejado últimamente de falta de creatividad y trabajo en los guiones.

R: Ya, hace poco leí esas declaraciones, y en el mismo espacio Almodóvar se metía con Spielberg. Y a Erice le seguimos esperando. En fin, creo que algunos deberían limpiar los espejos antes de, quizá, decir alguna verdad.

C: Cortometrajes como Alumbramiento, de Erice, no se hacen en este país. Es una obra maestra de verdad.

Sin embargo, la mayoría de los cortos que triunfan, más que madurez técnica, tienen una historia que contar y una manera personal de hacerlo.

R:
Creo que sí. De alguna manera tienes que hacer que el espectador tome un baño veraniego en tu obra. Y tienes que llevarle a piscinas muy concurridas.
Pero no olvidemos que la técnica es el papel donde escribes, y si éste tiene una mancha de café muy espeso, el espectador se va a desviar de la historia.

C: La mayoría de los cortometrajes que yo he visto están carentes de historia, de profundidad…

¿Por qué la mayoría de los directores de cortos son también sus guionistas?

R:
Creo que es egocentrismo puro y duro, y también un desconocimiento importante de los oficios cinematográficos. Otra cosa es que se te dé bien y sepas fusionar los dos oficios a la perfección. Pero no suele ser el caso.

C: Desde mi punto de vista, un director debe escribir sus guiones bajo la mirada atenta de un guionista con conocimientos más maduros. No por egocentrismo, sino porque la creación del director de una película comienza en el momento en que comienza a imaginar y a escribir una historia.

Siempre se han criticado las prisas con las que se suelen hacer los cortos.

R: De nuevo la prisa es el gran mal. La prisa y el desconocimiento. ¡Pobres seleccionadores de festivales! Poder hacerlo todo tan rápido, sin apenas esfuerzo, te lanza a grabar cosas sin tener ni pajolera idea. Rápido y fácil, pero siempre temible. Y es que lo rápido y fácil rara vez sirvió.

C: No conozco esa forma de trabajar en los cortometrajes. El arte, la expresión artística, no se puede trabajar con prisas.

También es habitual el reproche de que, cada vez más, los cortos se hacen pensando en ganar premios y festivales.

R: Sí, pero sobre todo porque hay mucha pasta en juego. Ahí se ve a la peña que hace esto por una cosa o por otra. Pero, claro, hay un inversor detrás. Es complicado. Lo mejor es hacer un corto con el que quedes tú contento y además te de pasta. La fórmula Coca- Cola, vamos.

C: Antes se respetaba al cine en la mayoría de las películas que se filmaban. Ahora lo importante es el glamour, el cine está en un segundo término.

¿El corto sigue siendo la mejor escuela de cine?

R: Sí, sin duda. Hacer cortos es hacer cine, peor o mejor. El corto no es una escuela, es cine en sí.

C: Convencido de ello.

¿Y también la mejor credencial para conseguir financiar el largo?

R:
Casi la única, sí.¿Quién va a darte millones de euros sin ver nada tuyo y sin saber si sabes contar algo?

C: Es el aprendizaje a contar una historia a través de imágenes, algo tremendamente complejo.

¿Los directores sienten la presión de tener que hacer cortos para poder pasar al largo?

R: Cada productor es un mundo. Cuanto más te muevas, más accederás, claro.

C: Yo no. Se han de seguir los pasos; eso sí, pisando firmemente. La vida nos conducirá a cada uno por nuestro camino.

¿Los productores se están quedando atrás?

R: Sí, los productores están muy retros últimamente. Y no hay pasta. La industria española es lamentable.

C: ¿Hay productores?

¿Y el gran público de cine?

R:
Ésos no saben ni lo que es un corto. Y además están hartos del cine moderno. El emule empieza a tener demasiado sentido, y luchar por que los cortos se popularicen, cada vez menos.

C: Por desgracia se está extinguiendo.

Los cortos ya no se proyectan en cines, pero su público cada vez es más amplio gracias al gran número de festivales y a Internet.

R: Sí, hay más acceso, pero yo creo que el público es casi el mismo. Más gente hace cortos, más gente ve cortos, pero el público de esos cortos son los mismos que hacen los cortos. Es un público que se retroalimenta.

C: El cine es para proyectarse en salas cinematográficas, independientemente de su duración. ADIRCE cortos intentará que así sea.

¿Demasiados cortos para tan pocos comités de selección y jurados?

R: Hum....Cortos de calidad hay pocos. Así que mucho, pero malo.

C: En este país se producen anualmente una cantidad gigantesca de cortos, aunque tan sólo unos pocos, 5 ó 6, suelen salir a la luz. ¿Son esos 5 ó 6 los mejores cortos?

¿Resulta más difícil destacar?

R:
Sí y no. El problema es que la gente está harta, y los jurados suelen ser muy apáticos. Eso sí, entre tanto barro las buenas obras también destacan mucho más.

C: Si un cortometraje contiene cine es difícil que no destaque, no quiere decir que destaquen los cortos que contengan cine.

Sorprende encontrar cortos que obtienen premios importante en algunos festivales y que en cambio en otros pasen desapercibidos. ¿Los palmarés siguen siendo conservadores?

R:
Bueno, piensa que un jurado no suele opinar como el otro, ni tiene por qué, y además hay muy diferentes criterios. El gran mal de los festivales es la falta de criterio de los jurados. Están tan perdidos que tienen que tirar de los premios del festival anterior y fiarse de que lo hicieron bien. Por eso algunos cortos entran en un efecto bola de nieve y se forran de premios. Unos pocos afortunados, claro. Pero sí que es verdad que casi siempre coincide el número de premios con el número de estrellas de un corto, aunque se cuelan varios.

C: Me temo que sí.

Muchas veces es a través del jurado como se contacta con la productora para el largo.

R: Sí, en los festivales muy gordos y con proyección. Son muy pocos, pero muy válidos, casi un sueño. Aunque a veces prometen y todo se queda en agua de borrajas.

C: No te lo puedo decir porque nunca he sido jurado.

¿Los foros son la gran autopista del corto?

R: No. Los foros están sobrevalorados. Vale, es un espacio donde acabas viendo el alma de las personas, pero también hay mucho friki obsesivo. No se deberían tener demasiado en cuenta.

C: No me interesan los foros, nunca entro en ninguno.

¿Qué os parece que cada vez más actores profesionales se pasen a la dirección de cortos?

R:
Sí, esta ‘calzoncillada’ suele rezar al aprovechamiento y cinismo profesional. Pasemos página, porque de cada cien actores que dirigen, uno merece la pena. A mí esto no me interesa.

C: Está de moda dirigir.

Muchos directores se quejan de que no reciben suficientes ayudas para financiar sus trabajos. ¿No hay mucho lloriqueo en el mundo del corto?

R: Sí, demasiado. Conoce al enemigo/ amigo y vencerás. Menos llorar y más intentar las cosas con las reglas que te pongan. Tienes que intentar ser todo lo que tú puedas, toreando. Simple y llanamente.

C: Hacer un corto profesional es muy difícil y muy sacrificado, las ayudas son pocas.

¿Se debe subvencionar la cultura?

R:
Sí, y se hace. Yo creo que ese apartado no está nada mal en este siempre criticable país.

C: Se debe ayudar a la cultura.


By Ángeles G. Rivera

Próximamente: A propósito de un nuevo apóstol: El límite, de Miguel Á. Refoyo "Refo".